Interrupción de todos los transportes públicos, calles despobladas donde sólo anda el viento, militares copando los aeropuertos y un estado de emergencia es el escenario que alimenta el miedo y se extiende más allá de los límites de Munich, la ciudad alemana del estado de Baviera, que sufrió un poco claro atentado en la tarde del viernes, en que murieron al menos nueve personas. El «alta alerta terrorista» establecida por la policía local no pudo evitar propagarse en el estado de ánimo del resto de los alemanes, que esta semana habían tenido una suerte de anticipo en un tren en la misma Baviera, donde solo hubo heridos. El gobierno de Angela Merkel convocó de inmediato a un consejo de crisis para evaluar la situación que se propaga al resto de los europeos, que se sienten cada vez más blanco de un terrorismo que parece empujarlos a la guerra que muchos declaman. Si bien todavía no se definía la motivación del o los atacantes que el viernes dispararon a paseantes en el Olympia Shopping Center, la hipótesis del terrorismo islámico era una de las principales. El único autor identificado por la policía es «un germano-iraní» de 18 años, al que halló muerto («suicidado») cuyas motivaciones no fueron dilucidadas en un primer momento.
La otra posibilidad barajada al principio era que se tratara de un crimen de odio de alguno de los grupos de extrema derecha que crecen en Alemania y se alimentan de la crisis de refugiados que buscan un hogar en alguno de los países de Europa. Los medios locales, pero sobre todo los testigos que hablaron en otras plataformas, señalaban haber oído soy alemán o insultos contra extranjeros de parte de los atacantes.
El clima se tensó gravemente en Europa luego de la masacre de Niza, Francia, donde se comprobó el carácter extremista del atentado que costó la vida a 85 personas, y se agravó aun más con el intento de golpe en Turquía contra el gobierno de Recep Tayyip Erdogan. El cisma turco hizo mover los cimientos en la central Alemania en varios aspectos. Por un lado dividió a la colectividad turca, la más populosa en ese país con 3,4 millones de personas, entre los que apoyan a Erdogan y quienes quieren verlo fuera del poder. A tal punto que las autoridades debieron elaborar un eventual plan de contingencia ante posibles enfrentamientos. Por otro lado, sirvió al gobierno de Merkel acompañada por su par austríaco para lanzar críticas por las medidas de detención, purgas y prohibiciones implementadas en Turquía tras el fallido golpe, ya que según Berlín «contradicen los procedimientos del Estado de derecho». Los portavoces expresaron la «profunda preocupación» por medidas como la prohibición de abandonar Turquía al personal de las universidades, docentes y no docentes. Incluso Merkel anunció que su país acogería a todos los turcos que ante la crisis en su país quisieran emigrar a Alemania. Esta postura cambió sustancialmente tras el ataque en el shopping, registrado a las 17:52, hora local. El tiroteo empezó en un restaurante de comida rápida. Videos tomados con celular mostraban las escenas de pánico, y los sonidos de disparos y un francotirador en la azotea. La policía salió a la caza de tres supuestos atacantes y más tarde informó que uno de los supuestos terroristas había sido hallado muerto de un tiro autoinfligido en la cabeza. Pero horas después dijo a través de Twitter que creía que el hombre hallado muerto era el único atacante. Entremedio suspendió transportes, encomendó a la población permanecer en sus casas y pidió enérgicamente que no se publicaran imágenes ni videos de lo ocurrido. Algunos funcionarios regionales pidieron cerrar las fronteras y circulaban los rumores de una fuerte presencia militar en la frontera con República Checa.
El aeropuerto internacional Franz Josef Strauss de Munich registró un refuerzo de tropas armadas, que ya habían sido apostadas tras el ataque de Niza y se duplicaron desde la tarde del viernes, según confirmó a Tiempo un empleado de esa terminal aérea. El nerviosismo generó un episodio absurdo que movilizó a varios efectivos para arrestar a un hombre a quien habían despedido y se peleaba con su ex jefe.Días atrás, un refugiado afgano de 17 años, supuestamente vinculado al Ejército Islámico, atacó con un hacha y un cuchillo a los pasajeros de un tren regional en Baviera. «
Paradojas de la extrema derecha
El crecimiento de los movimientos de extrema derecha en Alemania fue exponencial en los últimos tiempos, pero sobre todo el último año, cuando el conflicto migratorio se profundizó en toda Europa. La participación en manifestaciones de grupos como el Pegida, que busca la limpieza de extranjeros del suelo alemán, se triplicó en 2015. Si el autor es, como señala la policía, un alemán de raíces iraníes y su causa es islamista, el atentado quedará enmarcado en la guerra contra el terrorismo que encaran varias naciones, entre ellas Francia y Estados Unidos. La paradoja para Alemania es que un nuevo atentado producido por un migrante suma razones xenófobas a la extrema derecha. Al contrario, un crimen de odio fortalecería a estos grupos en su cruzada antimigrantes y pondría en evidencia el fracaso del gobierno en combatirlos.