La Unión de Naciones Suramericanas, Unasur, aquel organismo que prometía generar un bloque de unidad política y cultural de países de sur del continente, y que los gobiernos de la restauración conservadora están intentando vaciar en favor de otros foros más afines a su ideología, como el Grupo de Lima y el PRO Sur, podría haber provisto de herramientas para colaborar en los recientes conflictos en la región, como el estallido en Ecuador, el incendio del Amazonas y la crisis permanente en Venezuela. Así lo analiza Mariano Nascone, exdirector de Asuntos sociales de Unasur y del Mercosur, argentino radicado estos últimos años en Ecuador con un extenso trabajo en la política diplomática. Si bien varios de los países miembro solicitaron salir del bloque, otros deben considerar esa decisión a sus propias cámaras. La realidad de la Unasur es que, pese a la parálisis y el intento de vaciamiento, aún no está disuelto y se podría reflotar. “Como con cualquier institución hay que modificar las cosas que no salieron bien y profundizar las que salieron bien que son muchas”, afirma Nascone.
-¿Qué podría haber hecho Unasur ante la crisis en la región?
-Muchas cosas. Unasur se propuso ir más allá de las convergencias y no reproducir viejas estructuras. Una de las cosas que la caracterizó, se puede decir que es un sello, es la rápida capacidad de acción ante el peligro de desestabilización en los gobiernos o peligro de las democracias. Tenemos el caso de Ecuador en 2010, de Bolivia 2009 y Paraguay en 2012. Hoy podría hacer muchas cosas. Por ejemplo, en el caso de la amazonía, Unasur tiene mecanismos de reacción ante riesgos naturales, un manual para intervenir en problemas como ese. Todos los países de la amazonía son miembros de la Unasur. Y se estaba creando una oficina para coordinar acciones regionales. El tema migratorio venezolano, por ejemplo, donde casi cinco millones de personas van a los países y uno toma una decisión que eleva los requisitos para el ingreso y eso genera que vayan a países vecinos, generando la queja de esos vecinos. En la Unasur teníamos proyectos en materia de movilidad humana que hubieran permitido que se reunieran los ministros e hicieran una reunión coordinada. Eso es lo que se pierde. Al no tener estos organismos se fortalece el bilateralismo, principalmente con los Estados Unidos.
-¿En Ecuador que podría hacer específicamente?
-La mesa de diálogo, que fue auspiciada por algunas universidades, la conferencia episcopal y Naciones Unidas, creo que la podría haber generado la Unasur. También creo que el presidente Moreno se hubiera cuidado de no avanzar en la violación del estado de derecho (como la declaración del estado de Excepción y el toque de queda), porque la Unasur tenía una cláusula democrática para sancionar este tipo de acciones y estando la sede de Unasur en Ecuador creo que habría tenido un rol preponderante.
-¿O sea que no hubiera habido este clima de convulsión y represión?
-No sabría decirlo porque uno nunca sabe las estrategias de los gobiernos para llevar adelante las medidas que le imponen, como fue en este caso impuestas por el Fondo Monetario, sin importar las consecuencias. Esta fue una crisis inducida desde lo económico. No hubo un terremoto como en el caso de Correa, que se llevó el 3% del PBI, no hay una baja sustancial del petróleo. Tampoco es novedad, Moreno ya venía aplicando medidas neoliberales. Traicionó el programa de gobierno, a su partido y a sus líderes. El programa de gobierno decía “fortalecimiento de la integración regional, principalmente Unasur y la Celac”. Ecuador renunció al tratado constitutivo siendo país sede. Reconoció a Guaidó como presidente (de Venezuela) sin haber sido electo, permitió el establecimiento de bases militares en Galápagos, hay una serie de medidas que fue tomando que muestran su traición al programa de gobierno, y en lo económico igual.
-¿Qué significa que la primera medida tras el levantamiento de las protestas haya sido salir a la caza de dirigentes?
-Una clara violación al estado de derecho y la profundización de lo que ya venía haciendo. Recordemos que el vicepresidente Jorge Glas lleva dos años preso, el excanciller Ricardo Patiño, por una charla en una reunión de militantes, se tuvo que exiliar en México y esto tiene que ver con que ante la aplicación de medidas neoliberales el correísmo sube en intención de voto. Y las elecciones últimas pusieron como prefecta (gobernadora) de la provincia de Pichincha a una dirigenta del correísmo que hoy está presa, Paola Pabón.
-¿Cómo impactarán en los bloques como el Mercosur los posibles cambios de gobierno en la región, principalmente en Argentina?
-Estamos sacando un libro por los 25 años del Mercosur que se llama Geografía en Disputa en que escribo uno de los capítulos. Ahí planteo que tras un Mercosur originario de apertura económica de los 90, luego con la llegada de los presidentes en 2003 con el Consenso de Buenos Aires cambia la agenda por una más política, pero termino concluyendo en que se da como un regionalismo híbrido, porque estos nuevos temas que se ingresan con los gobiernos progresistas, que entienden que la integración no es solo económica, se incorporan sobre una estructura vieja y no generan una transformación como hubiera sido reformar el tratado constitutivo. Cuando vuelven los gobiernos neoconservadores vuelven al originario, al de la apertura de la economía y de las relaciones bilaterales, que los países no negocien como bloque. El acuerdo con la Unión Europea tiene que ver con eso.
-¿Frente a un posible escenario consolidado de gobiernos afines con Bolivia, Uruguay y Argentina, qué puede ocurrir para recuperar esa política de integración?
-Néstor (Kirchner) decía como Secretario General de Unasur que era necesario encontrar en la realidad relativa de cada país una realidad superadora que contenga a todos. En el origen de Unasur había gobiernos disímiles, como el de Uribe en Colombia y Chávez en Venezuela, pero se logró poner en la mesa los “mínimos comunes”. Eso se puede volver a lograr pero para eso hacen falta liderazgos positivos, no porque una mayoría piense de una manera similar se lleve puesto al resto, porque eso hace que sea un proyecto de gobiernos y no uno a largo plazo. Creo que Alberto Fernández puede desempeñar un liderazgo positivo, ya se estuvo reuniendo con algunos mandatarios. Los gobiernos neoconservadores, desde mi punto de vista, no lo han logrado. El 5 de noviembre de 2020 se cumplen 15 años del No al ALCA, que fue decirle a Estados Unidos que creíamos en nuestro propio sistema de integración respondiendo a nuestros propios intereses. Fue también el germen de Unasur. Creo que es una fecha para que los gobiernos, los movimientos sociales vuelvan a encontrarse en la ciudad de Mar del Plata para reimpulsar la integración regional.