Pese a perder terreno en la batalla presidencial, la posibilidad de que el magnate estadounidense Donald Trump tome las riendas del país más poderoso del mundo encendió las alarmas en Europa, donde líderes xenófobos y de extrema derecha nacionalista avanzan en un similar contexto de irritación social e inseguridad económica.
La mayor parte de la prensa europea siguió con fascinación las peripecias de la campaña del aspirante a la Casa Blanca por el Partido Republicano, quien en un primer momento era percibido como un personaje de un reality show y progresivamente fue adquiriendo seriedad hasta convertirse en una «amenaza contra la democracia occidental».
Multimillonario, abiertamente xenófobo, misógino, políticamente incorrecto, por no decir anti- político, Trump levantó pasiones y una respuesta indignada de sus detractores alrededor del mundo, especialmente en Europa.
Intelectuales, estrellas de Hollywood, deportistas famosos, reaccionaron ante las frases aberrantes que salieron de la boca de Trump y llamaron en las redes sociales a frenar a este «monstruo», aunque ello implicara apoyar a la demócrata Hilllary Clinton sin estar de acuerdo con sus políticas. Trump recibió fuertes críticas de líderes internacionales, pero también cosechó aliados en la derecha más extrema de Europa, en países como el Reino Unido, Holanda, Francia, Bélgica e Italia, y en el presidente ruso, Vladimir Putin, la ‘bestia negra’ de Estados Unidos.
«Si gana Trump sería un peligro porque daría alas a los movimientos populistas y nacionalistas en los distintos países europeos en un año con elecciones en Francia, Alemania y Holanda», dijo a Télam Jose María de Areilza, doctor en Ciencias Jurídicas por la Universidad de Harvard y ex asesor del presidente del gobierno de España en asuntos europeos y norteamericanos. Desde el punto de vista económico «complicaría la relación transatlántica porque Trump es proteccionista, no quiere ir adelante con acuerdos comerciales, y a nivel geopolítico su cercanía a Putin impediría pactar una respuesta común», apuntó el experto.
«Su simpatía por el Brexit, su retórica nacionalista, el acercamiento a Putin y su constante falta a la verdad, sitúan a Trump en el terreno de la imprevisibilidad y lo convierte en un riesgo», coincide Pol Morillas, analista del centro de estudios internacionales CIDOB, con sede en Barcelona. Si existe un lugar en donde Trump es extremadamente impopular, ese es Europa.
Según un estudio del Pew Reserch Center, un ‘think tank’ con sede en Washington, que fue realizado en 10 países comunitarios – entre ellos Francia, Reino Unido, España, Grecia, Alemania-, el 85% de los europeos desconfía de las decisiones que pueda tomar Trump en asuntos internacionales. «Trump encarna todos los aspectos negativos del estereotipo norteamericano que los europeos odian», dijo a la revista Newsweek Robbie Gramer, director asociado de la Iniciativa de Seguridad Trasatlántica del Consejo Atlántico.
«Es superficial, tiene una opinión ‘poco matizada’, adora el dinero y dice cosas que podrían ser ilegales», ahonda el analista, en referencia a las incitaciones al odio y las manifestaciones racistas del candidato republicano. Areilza va más lejos y cree que «Trump supone una amenaza los fundamentos de la democracia», por ejemplo, al no aceptar las reglas de juego cuando dijo que no sabe si va a reconocer los resultados electorales, y «eso contrasta mucho con los grandes valores de los europeos».
El diario alemán Der Spiegel se refirió a él como el «hombre más peligroso del planeta», mientras el periódico francés Libération lo describió como una «pesadilla hecha realidad», y el diario londinense The Economist publicó una portada con su foto vestido como el Tío Sam con la frase lapidaria: «¿En serio?».
«Empezó siendo un bufón, totalmente fuera del paradigma clásico, y pasó a ser la encarnación del discurso anti-establishment al que se acogen muchos ciudadanos disconformes», sostiene Morillas, del observatorio de Política exterior europea. «Las capas de la población que se sienten perdedoras con la globalización son las que se ven atraídas por estos discursos que señalan a un enemigo -como la inmigración, el islam, la burocracia, la elite global-, y proponen volver a lo conocido, el Estado nacional que lo resuelve todo», destaca. «Otros bufones en países europeos adoptan las mismas tácticas y el mismo discurso peligroso, que apela a un romanticismo por retomar el control, aunque sean palabras vacías», añade Morillas.
Ese ha sido el caso del ex líder del xenófobo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) Nigel Farage, quien acompañó a Trump en su campaña, y no dudo en promocionar el Brexit con un cartel similar a la propaganda nazi, en el que aparecían refugiados haciendo una larga cola para entrar a su país. «La conexión entre Farage y Trump no podría ser mayor», advierte el joven intelectual de izquierda Owen Jones, autor del libro «The Establishment», y quien bautizó al conservador Boris Johnson -actual canciller del Reino Unido e impulsor del Brexit- como el «Trump británico».
Las causas del ascenso de la derecha nacionalista en Estados Unidos y Europa son similares, responden al mismo contexto de «inseguridad económica», dice Jones.
El filósofo político Daniel Innerarity, autor del libro ‘La política en tiempos de indignación’, cree que el fenómeno Trump y el ascenso de la extrema derecha en Europa se inscriben en una crisis profunda que afecta «nuestra capacidad de configuración del futuro como sociedad».
«Vivimos en sociedades exasperadas, en las que la incertidumbre produjo irritación, que a su vez se traduce en miedo e inseguridad. Los ciudadanos -vencedores y vencidos de la globalización- están asistiendo perplejos a cambios brutales de sus formas de vida, que solo pueden controlar de forma limitada», explica Innerarity. «El éxito de Donald Trump fue interpretado como la gran cólera del pueblo conservador.
Pero se olvida que lo que impulsó al Tea Party fue el anuncio del gobierno de Obama de nuevas medidas de rescate financiero a los grandes bancos, exactamente lo mismo que puso en marcha a los movimientos de protesta Occupy Wall Street». Innerarity subraya que «la perplejidad dispara la cólera, la ira y «gana el líder que mejor representa el malestar, y quienes tengan una posición equilibrada, políticos ‘grises’ que gestionan la impotencia sin entusiasmo, lo van a pasar mal».
Por eso, Trump puede convertirse en presidente de Estados Unidos. En Europa ya ganó el Brexit, y Marine Le Pen podría superar la segunda vuelta en las elecciones del próximo año en Francia.