Las autoridades francesas informaron que 16 personas fueron detenidas en las últimas horas durante las protestas que estallaron la semana pasada por el asesinato de un joven repartidor baleado por la policía al escapar de un control policial, cifra que confirma que disminuye la intensidad y cantidad de disturbios en las últimas tres jornadas.
El Ministerio del Interior precisó hoy que 16 personas fueron detenidas, siete de ellas en París y sus suburbios, se incendiaron ocho edificios y 159 vehículos, y se provocaron 202 fuegos en las calles.
Las autoridades desplegaron unos 45.000 policías para evitar nuevos enfrentamientos, mientras que ningún agente resultó herido y se registraron cuatro ataques a locales de la policía y de la gendarmería, precisó el Ministerio, citado por la agencia de noticias AFP.
El último balance de 16 detenidos confirma la desescalada en la crisis, que relanzó el debate sobre la violencia policial y puso de relieve, con el ataque a la casa de un alcalde, la creciente violencia contra funcionarios públicos.
La justicia anunció ayer que investiga la muerte en Marsella de un hombre de 27 años, al sospechar que pudo ser víctima de un paro cardíaco tras ser alcanzado en el pecho por un tipo de proyectil de goma que suele utilizar la policía.
La Fiscalía considera como «probable» causa de la muerte el «impacto violento» en el tórax de «un proyectil de tipo flash-ball», un modelo de balas de defensa cuyo uso ya ha sido criticado en el pasado.
No está claro si el fallecido participaba en las protestas o si únicamente pasaba por allí.
El presidente Emmanuel Macron anunció ayer una ley urgente para acelerar las reparaciones de miles de comercios y edificios dañados, durante una reunión con alcaldes para estudiar soluciones a la crisis.
La derecha y la ultraderecha piden mano dura contra los autores de los disturbios, pero la izquierda apunta al polémico papel de la policía en los suburbios y la situación en estos barrios, entre los más pobres de Francia.