La crisis financiera internacional resurgida con la caída del Silicon Valley Bank el 10 de marzo pasado continúa extendiéndose como una mancha de aceite, a pesar de lo cual las autoridades de cada país afirman que el sistema bancario en general está sólido y resistirá. El problema es que los mercados se la crean.
El último en quedar en la línea de fuego es el Deutsche Bank, el más importante de Alemania con presencia en más de 70 países y un símbolo de la fortaleza de la locomotora de Europa, que este viernes había visto derrumbarse sus acciones hasta un 14% y alarmó a todo el continente.
La semana pasada, otro de esos bancos demasiado grandes como para caer, el Credit Suisse, finalmente fue «salvado» mediante la venta al competidor USB, lo que aportó cierta tranquilidad al inicio de la semana que pasó. «En 2008, tuvimos (el caso) Lehman (Brothers), que no encontró comprador y arrastró» los mercados, afirmó el analista Andy Kapyrin a la agencia AFP. «Esta vez, no tuvimos (algo similar). Y pienso que el mercado respira aliviado de que no haya ocurrido algo más grave». UBS acordó el domingo pasado abonar unos 3000 millones de euros, un tercio de lo que hubiera pagado el viernes 17 por el Credit Suisse, y de yapa se hace de unos 9000 millones de una garantía del gobierno para evitar el descalabro total del sistema.
Sin embargo, con el correr de los días la situación del Deutsche encendió las luces rojas. Eso apuró algunas decisiones como la venta de la sucursal británica del Silicon Valley al HSBC. El SVB acumulaba préstamos por 5500 millones de libras y 6700 millones en depósitos. El HSBC se lo quedó por una libra, una bicoca. En Estados Unidos, mientras tanto, la caída de otro banco, el Signature Bridge Bank, se pudo disimular mediante la venta al Flagstar Bank, subsidiario del New York Community Bancorp. La tercera entidad estadounidense en el piso había sido el Silvergate, de California y pionero en activos digitales.
La situación del Deutsche no mejoró con las palabras del canciller Olaf Schilz y de la directora del Banco Central Europeo, nuestra conocida Christine Lagarde. «El Deutsche Bank ha modernizado y organizado su forma de trabajar. Es un banco muy rentable. No hay razón para preocuparse» aseguró Scholz. Pero las bolsas cayeron más del 10% en la región. «