El 3 de mayo de 1968 los estudiantes congregados en La Sorbona fueron dispersados por la policía y la Unión Nacional de Estudiantes y el Sindicato de Profesores llamaron a la huelga. El clima en el país venía caldeado desde hacía algunas semanas, pero si hay que poner una fecha para el inicio de lo que se conoció como el Mayo Francés, tal vez debería ser esa. A 50 años de aquel acontecimiento que marcó a fuego la historia de ese país y generó íconos de rebeldía en todo el mundo, el clima de protesta también viene creciendo, pero por ahora nadie imagina una revuelta semejante.
«En 1968 había reclamos culturales que ahora no existen. Ahora no hay resistencia al orden establecido, en gran medida porque aquellas demandas fueron cumplidas», destaca Fernando Guerrieri, biólogo argentino, investigador y docente de la Universidad de Tours.
En estos días de evocación, estudiantes y trabajadores ferroviarios mantienen desde hace semanas sus protestas contra la política de ajustes del gobierno de Emmanuel Macron. Pero el dato fuerte es que el presidente, que justo el 17 de mayo cumple un año en el poder, si bien cayó mucho en las encuestas desde que aplicó un plan de recortes que no figuraba en su propuesta programática, logró en las elecciones de 2017 una amplísima diferencia en la Asamblea que le permite un cómodo apoyo legislativo para cada una de sus iniciativas.
Así fue que a pesar del rechazo enardecido de los gremios ferroviarios, logró aprobar por 454 votos contra 80 en Diputados la reforma de la empresa estatal de ferrocarriles, SNCF, que prevé cambios en las condiciones laborales y de jubilación, cierres de ramales y reducción de servicios, en consonancia con imposiciones de la Unión Europea para adecuar los trenes franceses a las leyes de competencia en el transporte aprobadas en diciembre de 2016.
Los sindicatos del riel acordaron paros escalonados y sucesivos que finalizarán el 28 de junio, fecha en que volverán a plantearse cómo sigue la lucha, si es que el gobierno se mantiene en sus trece. Hasta ahora se trata de dos días de paro por cada cinco del almanaque. Lo que genera dificultades para millones de pasajeros que día a día usan los servicios e incrementa el tráfico en calles céntricas y rutas suburbanas. Pero no hay quejas de los ciudadanos, que más bien miran con simpatía esta manifestación de condena a las políticas de Macron, según cuenta Guerrieri.
Por el lado universitario, se mantiene la protesta en distintos establecimientos en todo el país contra las políticas relacionadas con la educación y que afectan a un sistema de enseñanza que era orgullo de los franceses. Los estudiantes están en contra de nuevos modelos de selección para el ingreso en las universidades públicas que, entienden, son contrarias al criterio de educación gratuita y de calidad para todos. «Quieren hacer que la educación sea selectiva cuando el principio de este país es que la facultad sea abierta para todos», le dijo una estudiante en la Universidad de París III Sorbonne Nouvelle al diario español El Mundo al inicio de las protestas.
Pero también los planes afectan a los docentes. Bajo la fachada de un supuesto mejoramiento del nivel educativo, por ejemplo, se hace más hincapié en las clases teóricas que en las prácticas. El detalle es que en una cátedra normal, por ejemplo, una clase teórica se puede dar con uno o dos docentes, mientras que los prácticos obligarían a dos decenas de ayudantes por lo menos. Es fácil darse cuenta del «ahorro» en esa pequeña maniobra.
Con una legislatura tan favorable a Macron, difícilmente pueda pensarse que habrá una marcha atrás en la reforma educativa, uno de los pilares para el gobierno. Y los medios hegemónicos no se cansan de ensalzar la figura del ministro Jean-Michel Blanquer, para quien «el discurso igualitarista es destructivo», porque, considera, «muchas cosas contraproducentes se han emprendido en nombre de la igualdad».
Tampoco en la reforma ferroviaria habría retrocesos ya que obedece a la directiva de la Comisión Europea de enero de 2013 que se propone «revitalizar» el sector ferroviario en la UE para «mejorar la calidad de los servicios de trenes y ampliar la oferta a los usuarios». Entre otras medidas propone abrir los mercados ferroviarios a la participación privada.
Si en mayo de 1968 estudiantes y trabajadores se unieron en sus reclamos, al punto de que terminaron por acelerar el ocaso político del general Charles De Gaulle, líder de la resistencia al nazismo y organizador de la Quinta República, por ahora las protestas contra Macron comienzan a hacer mella en la popularidad del más joven de los presidentes franceses.
Una encuesta realizada para el canal BFMTV muestra que el 58% de los franceses rechaza la política económica del gobierno contra un 42% que la ve favorable para la población. Muchos analistas esperaban las marchas del 1 de Mayo para evaluar el clima social y el nivel de conflictividad latente en los ciudadanos.
La manifestación por el Día de los Trabajadores fue masiva y ocupó las calles céntricas bulliciosamente con sus consignas. Pero la CGT, principal central obrera francesa y ligada al Partido Comunista, buscó sumar a las marchas a la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), de origen democristiano, y a Fuerza Obrera (FO), sin éxito.
Eso sirvió para que los medios destacaran como dato importante que no hubo unidad sindical en un momento en que ferroviarios y estudiantes mantienen sus reclamos, contra viento y marea. También señalaron que la participación fue mucho menor que hace un año. Y algunos, como Le Figaro, de derecha, pusieron énfasis en incidentes producidos por grupos de encapuchados a los que definió como «niños terribles de la izquierda cultural cuya única obsesión es ‘romper policías’ ( y que) fueron adoctrinados por una forma de anarquismo depresivo y ultra-violento; sus fuentes de inspiración son, entre otros, Mayo del ’68, el Che Guevara, y los disturbios en Francia de 2005 en los barrios periféricos».
Una forma de tranquilizarse para lo que sigue con una huelga que generó disgustos, si no en territorio francés, sí en el tráfico internacional. Este jueves se anularon la mitad de las conexiones con España, tres de cada cinco trenes Eurostar a Londres y tres de cada cinco servicios del tramo Francia-Suiza.
Fiesta a Macron en París y Buenos Aires
Francia Insumisa es la agrupación política que sirvió de plataforma a Jean-LucMelenchon en las elecciones de 2017. El hombre es amigo de los modelos populistas latinoamericanos y era una opción antisistema que por poco más de 600 mil votos no alcanzó a entrar en el balotaje para disputar la primera magistratura contra Emmanuel Macron.
Ahora, a un año de aquella disputa política, el partido planteó celebrar este sábado 5 de mayo la Fiesta a Macron. En París el encuentro fue entre la Plaza de la Ópera y la Bastilla. El objetivo: combatir «la ofensiva neoliberal del Ejecutivo» y un «sistema de y para los ricos».
¿Por qué una fiesta? Porque el 17 seguramente el oficialismo celebrará su inesperado triunfo y para una parte importante de la sociedad francesa no hay mucho para festejar con ellos.
Pero no sólo en la capital gala hubo «fiesta». Grupos de residentes en Buenos Aires que apoyaron a Melenchon organizaron una charla debate que titularon «Hacia un Nuevo Mayo Francés» se juntaron en la Casa Doblas, del barrio porteño de Caballito para hablar de la resistencia y la lucha contra las reformas educativas no sólo en Francia sino también en Argentina y Chile. «