Las quejas que el canciller briánico James Cleverly lanzó esta semana confirmaron que el documento final de la cumbre Unión Europea – CELAC no le pasó inadvertido al Foreign Office. El exmilitar puso en marcha los lamentos y las presiones que le había anticipado en privado al secretario de exteriores de la UE, Josep Borrell, en caso de que el reclamo sobre Malvinas fuera incluído en el documento. La filtración de las advertencias que había lanzado Cleverly demostraron que el gobierno inglés realmente estaba inquieto con anticipación, pero fue el primer ministro Rishi Sunak quien reinstaló la cuestión Malvinas en la opinión pública británica cuando opinó sobre un «lamentable» uso de la denominación argentina del archipiélago ocupado por el Reino Unido hace 190 años.
Sunak opinó que la declaración tuvo una «lamentable elección de palabras». También podría haber guardado silencio y dejar que el tema quedara en manos de sus diplomáticos. «Los medios y las autoridades británicas demostraron que les entró el balazo. Nos vino muy bien porque le levantó el precio a la polémica. Teníamos muchos motivos para celebrar, pero la reacción de Sunak y su ministro multiplicaron la alegría. Este fin de semana todos los medios británicos están hablando de Malvinas y el tema está de nuevo en la agenda de ese país, incluso en las calles de Londres», analizó uno de los funcionarios argentinos que intervino en la negociación.
La cuestión estaba en el radar británico hace rato. Los negociadores argentinos se encontraron con resistencias esperadas. El gobierno alemán se opuso desde el comienzo. Lo mismo pasó con la República Checa e incluso con el mandatario francés, Emmanuel Macron, que no estaba de acuerdo con aceptar la inclusión del asunto Malvinas. El presidente galo tiene una excelente relación con su par argentino, Alberto Fernández, pero eso no alcanzó para que Francia cambiara de posición. La balanza fue cambiando a partir del planteo de los países de la CELAC, que fueron colonias británicas y reforzaron la argumentación anticolonial de Argentina.
Finalmente, el entramado argentino en la CELAC fue útil para que el Palacio San Martín pudiera capitalizar en estos foros el impacto de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El Brexit ya cumplió tres años y con esa mención sobre Malvinas en el documento quedó demostrado que la UE puede explorar otras formulaciones respecto al conflicto en el Atlántico Sur si el Foreign Office no está en el medio.
En el Palacio San Martín no esperaban un planteo de Sunak. «Creemos que buscó hablarle a los isleños, pero también le habló a Europa porque el gobierno británico se siente traicionado por ellos. Hubo muchas presiones para que no sucediera, pero finalmente el servicio diplomático europeo fue muy profesional y le recordó al Foreign Office que rige el Brexit y que ya no pertenece a la Unión Europea. Por lo tanto son un tercero en discordia en el debate impulsado por Argentina a través de la CELAC y la UE».
Hubo presiones formales e informales de Londres que no fueron convalidadas por la UE. Sus funcionarios incluso ventilaron una parte de esos planteos. Así se conoció que Cleverly le mandó un mensaje a Borrell para evitar la cuestión. «Entiendo que la CELAC está presionando para incluir una declaración sobre las Islas Malvinas en el Comunicado UE-CELAC. Agradezco que la UE se haya abstenido de hacer comentarios públicos sobre las Islas Malvinas hasta el momento y haya rechazado las solicitudes anteriores de la CELAC. Como saben, la posición del Reino Unido es muy clara: las Islas Malvinas son un territorio británico de ultramar autónomo. Espero que puedan mantener a las Islas Malvinas fuera del comunicado de la Cumbre. Argentina lo hará girar como apoyo a su causa y eso requerirá que respondamos y aumente las tensiones en la región», advirtió el canciller en un anticipo de los planteos que luego concretaría. El aumento de tensiones que había vaticinado el diplomático incluyeron el pronunciamiento de Sunak y podrían implicar más movimientos del Foreign Office.
Con el planteo plasmado en el documento, el Reino Unido volvió a capitalizar el referendum que armó Londres hace 10 años para sostener su estrategia colonial, pero con el voto masivo de los isleños a favor de mantenerse como territorio británico de ultramar. La mención a ese «plebiscito», que no tiene reconocimiento de la ONU ni de la comunidad internacional, implica un retroceso para la estrategia británica. El documento de la UE y la CELAC sostiene que «en cuanto a la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas, la Unión Europea tomó nota de la posición histórica de la CELAC basada en la importancia del diálogo y el respeto al derecho internacional en la solución pacífica de controversias». Además reafirmaron el compromiso fundamental con todos los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, incluida la igualdad soberana de todos los Estados y el respeto de su integridad territorial, la independencia política, la solución de controversias por medios pacíficos, de conformidad con los principios de justicia y el derecho internacional».
Cada palabra es una incomodidad diplomática para el Londres post Brexit. Sin embargo, las tensiones en Argentina van más allá. En la negociación intervinieron el canciller Santiago Cafiero, el secretario de Malvinas, Guillermo Carmona y el subsecretario para América Latina Gustavo Martínez Pandiani, que fue coordinador de CELAC durante la conducción temporaria de Argentina.
El 9 de julio el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Juan Paleo, advirtió en una columna de opinión un tema ignorado. Alertó «la seria amenaza a la seguridad nacional que supone la puesta en operaciones de la instalación de antenas de radar para el seguimiento de satélites de órbita baja por parte de la empresa de capitales británicos Lelobas en la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur -escribió en Infobae- (…) Esta instalación, en construcción desde principios de año, pone de manifiesto la necesidad de disponer de una alerta temprana que permita adoptar a tiempo contramedidas que eviten la afectación de nuestros intereses soberanos».
El militar remarcó que el Ministerio de Defensa y la Cancillería no habían intervenido en los permisos para la instalación de ese radar y que ya estaba funcionando sin los controles pertinentes. Esta ausencia de controles aumenta los interrogantes sobre el rol que tuvo la Presidencia en ese permiso y en la operación del radar que ya fue suspendida.
«En algunos foros virtuales se pretende desviar la atención y decir que se estaría aplicando un doble estándar contra la empresa británica Leolabs, al no pedir el retiro de las agencias espaciales de la Unión Europea (UE) y China por las estaciones de exploración del espacio lejano en Malargüe (Mendoza) y Bajada del Agrio en Neuquén», se defendió Paleo.
«En primer lugar, ni la UE ni China usurpan territorio nacional desde hace 190 años, ignorando todas las resoluciones de la ONU. Tampoco la UE ni China instalaron bases militares, como Mount Pleasant, en territorio nacional, ni militarizaron el Atlántico Sur, realizando ejercicios militares cuyo objetivo es mantener la usurpación y coercionar militarmente a la Argentina. A su vez, ni China ni la UE han bloqueado el proceso de recuperación de capacidades militares a nuestro país mediante el veto sistemático a los sistemas de armas que contengan componentes de dicho origen», resaltó Paleo para demostrar que debajo de las declaraciones, el conflicto del Atlántico Sur sigue siendo extremadamente sensible.