“En 2013, se estima que a nivel global se produjeron 700 mil muertes atribuibles a la resistencia antibiótica, y para 2050 se espera que sean 10 millones. Será la principal causa de muerte, superará al cáncer. Esta estimación podría acelerarse a causa de la pandemia”, advierte Wanda Cornistein, representante de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y jefa del Servicio de Control de Infecciones del Hospital Austral.
En la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antimicrobianos –que continúa hasta el 24 de este mes–, la especialista alerta que esta problemática “constituye una de las mayores amenazas para la salud mundial”. Un fenómeno que lleva años, agravado por la pandemia, y que pone en peligro la eficacia en el tratamiento de gran cantidad de infecciones y los avances médicos en cirugías complejas, trasplantes y tratamientos quimioterápicos.
–¿En qué consiste la resistencia a los antimicrobianos?
–Es un evento adverso no deseado relacionado al uso de antimicrobianos (ATM). Las bacterias desarrollan mecanismos de supervivencia para resistir la acción de los antimicrobianos. El uso indiscriminado de antibióticos contribuye al desarrollo de resistencia bacteriana, lo que quiere decir que los antibióticos se están volviendo poco útiles para tratar algunas infecciones. Esto ocasiona fallas en los tratamientos, y siempre se expone, sin necesidad, al desarrollo de reacciones adversas.
–¿Está en aumento a nivel global?
–Desafortunadamente, todo parece señalar que el SARS-CoV-2 contribuyó a empeorar la situación actual con respecto a las resistencias. Reportes de varios países, incluso el nuestro, nos alertan con respecto al aumento de la Resistencia a los Antimicrobianos (RAM). Constituye actualmente una de las mayores amenazas para la salud mundial. Puede afectar a cualquier persona, sea cual sea su edad o el país en el que vive. Es un fenómeno evolutivo natural, aunque el uso indebido en los seres humanos y los animales está acelerando el proceso.
–¿Cómo incidió la pandemia?
–En primer lugar, en el ámbito hospitalario se hizo un uso intensivo de antibióticos en pacientes enfermos de Covid-19 para eliminar posibles sobreinfecciones bacterianas. En segundo lugar, se registró una suba de las infecciones asociadas al cuidado de la salud, con el consiguiente aumento en la utilización de antimicrobianos. En tercer lugar, si nos fijamos en la prescripción de antibióticos en la comunidad, parece que hay dos fenómenos contrapuestos que podrían haberse dado y que, en el mejor de los casos, resultarían en un impacto neutro: por un lado, la situación de confinamiento y la limitación en las salidas del domicilio podrían haber contribuido a una disminución en el número de visitas médicas y, por tanto, en una disminución de las prescripciones de antibióticos. En cambio, la telemedicina parece haber propiciado el efecto contrario.
–¿Las consultas médicas virtuales aumentaron las prescripciones?
–El no poder auscultar o tomar una muestra para establecer un diagnóstico real podría haber llevado a una sobreprescripción como actitud conservadora por parte del médico o de la automedicación de los pacientes con diferentes tipos de medicamentos, incluidos los antibióticos. Finalmente, en el medio ambiente el aumento en la concentración de biocidas y desinfectantes en aguas residuales y plantas de tratamiento por el uso masivo de estas sustancias, sobre todo en hospitales, podría tener un impacto ecológico hasta ahora desconocido.
–¿Por qué es necesario concientizar sobre el tema?
–Día tras día están apareciendo y propagándose nuevos mecanismos de resistencia, dificultando nuestra capacidad para tratar las enfermedades infecciosas más comunes. Son las bacterias, y no los seres humanos, las que se vuelven resistentes a los antibióticos. Este problema puede contenerse. Para eso es necesario que los trabajadores de la salud y todas las personas den un mejor uso a los antibióticos. El lema de la Semana Mundial de Concientización –“Antibióticos: manejalos con cuidado”– trata de transmitir el mensaje global: los antibióticos son un recurso de gran valor que debe conservarse. «
Cómo frenar la reacción adversa de medicamentos
Para la infectóloga Wanda Cornistein, todos los actores pueden contribuir a frenar el avance de la resistencia antibiótica.
La población, al cuidar la higiene de manos y alimentos, tener vacunas al día y tomar antibióticos solo por prescripción médica y de forma correcta, completando los tratamientos y no retomando los que hayan quedado de prescripciones previas.
Los trabajadores de la salud y farmacéuticos, además de evitar infecciones preservando la higiene del entorno, deben realizar cultivos ante sospechas de infección bacteriana, y recetar antibióticos sólo en casos necesarios.
Los gobiernos y planificadores de políticas pueden impulsar legislaciones que luchen contra la Reacción Adversa a un Medicamento (RAM); también reforzar medidas de prevención y control de infecciones en las instituciones de salud, asegurar que haya información disponible sobre el impacto de la RAM y premiar el desarrollo de vacunas, diagnósticos y tratamientos.
El sector agrícola y veterinario también puede hacer su aporte, vacunando a los animales para reducir la necesidad de antibióticos, adoptando sistemas sostenibles con niveles mejorados de higiene, bioseguridad y el manejo de animales, y aplicando patrones internacionales para el uso responsable de antibióticos.
A la industria sanitaria le corresponde “realizar investigaciones para el desarrollo de nuevos antibióticos, vacunas y diagnósticos” y garantizar “presentaciones farmacéuticas adecuadas a los tratamientos”.