A diez años del inicio de operaciones en Vaca Muerta, la finalización de las obras de la primera etapa del gasoducto Néstor Kirchner volvió a poner a esta formación neuquina en el centro de la escena con la promesa de la soberanía energética y el ansiado ingreso de dólares para la apretada economía nacional.
Sin embargo, poco se habla de sus consecuencias socioambientales: la liberación de gases de efecto invernadero, el vaciamiento de ríos por el uso intensivo de agua, el avasallamiento de las comunidades indígenas locales y el registro de más de 400 sismos producidos por la cuestionada técnica del fracking, y la mayor paradoja: las miles de familias que viven sobre esta roca –de la que se extrae gas para el país– no tienen gas de red y se calefaccionan con leña y hasta con basura en el frío patagónico.
Vaca Muerta es la segunda reserva más grande del mundo en gas no convencional y la cuarta de petróleo de este tipo. Su producción no para de crecer en estos últimos años. Según estimaciones oficiales, permitirá exportar gas a Brasil, Chile y Bolivia y la producción podría llegar al millón de barriles de crudo por día.
En Neuquén, las cigüeñas –los aparatos de bombeo que sacan el petróleo del pozo– conviven con los barrios separadas por un alambrado. Es una provincia históricamente dedicada a la explotación de hidrocarburos pero la fiebre del fracking trajo nuevas consecuencias sobre la población local, mientras las empresas aumentan las ganancias con beneficios y eximiciones impositivas.
Al costado de la ruta se suceden plantas de tratamiento y campos de extracción de las distintas firmas que operan en Vaca Muerta. Las mismas que liberan gases «fugitivos», según testimonió la organización estadounidense EarthWorks que los captó gracias a su cámara Flir GF230 que detecta emisiones de compuestos orgánicos volátiles. «Liberan gases como el metano, que es un gas de efecto invernadero 80 veces más potente que el dióxido de carbono», explica Patricia Rodríguez, de Earthworks, mientras muestra en el visor de su cámara la emanación de un humo blanco que no se capta a simple vista.
Otro problema de los habitantes locales son los basureros petroleros, donde las empresas depositan los residuos generados por el fracking como lodo y agua. Contienen químicos, restos de hidrocarburos, metales pesados y materiales radioactivos.
En un basurero, perteneciente a la empresa Comarsa, las montañas de lodo se alzan a sólo 500 metros de un barrio periférico de la capital. Los separa una medianera de concreto que se vino abajo. El olor metálico se propagó por el aire. La APDH denunció penalmente a Comarsa por enterrar residuos sin tratar y acopiar más del doble de lo permitido. En los últimos días la firma fue noticia por estar relacionada a Claudio Urcera, suegro de Nicole Neumann, cuyo casamiento fue repudiado por la Confederación Mapuche por su rol con Comarsa.
Anacondas y sacrificios
La crisis hídrica también llegó aquí. El dique Portezuelo Grande sobre el río Neuquén conduce la mayor parte de sus aguas hacia el embalse Los Barreales. Islas de arena y piedra aparecen en el medio del cauce por el bajo nivel. Sin embargo, en los campos linderos al río se ven las «anacondas«. Son grandes mangueras de color rojo que transportan hasta 90 millones de litros de agua hasta los pozos de perforación para ‘frackear’. Ese agua queda contaminada con químicos. No vuelve al ciclo.
En Tratayén, cerca de la localidad de Añelo, las comunidades mapuches fueron obligadas a convivir con las plantas petroleras a metros de sus casas y de los corrales de sus animales. Las chimeneas queman un humo negro y los camiones pasan a gran velocidad levantando el polvo en un paisaje árido que jamás presenció este movimiento. Pero el problema, dicen, no es el ruido. Sino lo que trae.
«Todo lo que modifica, contamina», asegura Diego Rosales, werken de la comunidad Fvta Xayen, y se queja de que «somos zona de sacrificio».
Su familia vive hace más de un siglo en ese paraje, pero hace unos años vino un señor de una familia aristocrática local y le dijo que ese terreno era suyo, que lo había comprado en una subasta pública, y les exigió que se retiren. Ante la negativa, los denunció por usurpación. Tras años de litigio, la justicia neuquina en una mediación le permitió a la comunidad seguir viviendo allí pero el dueño alambró todo el predio y le dio la concesión a una petrolera para que lo explote.
A pesar de vivir sobre esta reserva de gas y petróleo, cerca del 70% de los habitantes de pueblos aledaños como Añelo no cuentan con gas de red. Por eso la semana pasada volvieron a cortar las rutas 7 y 17, que son centrales para el polo productivo.
Beneficios
«Vaca Muerta hubiera servido si nos hubieran dado lo que nos pertenece. Sacan el gas de abajo mío con un gasoducto para Buenos Aires y acá hay gente que se calefacciona con leña, que es muy riesgoso, o con artefactos de luz que hacen que paguemos hasta 70 mil pesos una boleta«, se quejó Luis Castillo, vecino del barrio La Meseta.
En las zonas más postergadas, ubicadas al oeste de Neuquén Capital, una trabajadora social del barrio Valentina Norte Rural -que prefirió resguardar su nombre- cuenta que a veces no alcanza con las garrafas sociales que entrega el gobierno y en el invierno deben calefaccionarse prendiendo basura. Las principales consultas en los centros de atención primaria son problemas respiratorios.
A base de ostentosos subsidios, la producción de Vaca Muerta no paró de crecer en los últimos años. Con la soldadura del gasoducto vendrá una nueva etapa para aumentar aún más la explotación.
Según la firma internacional NCS Multistage, el ritmo de actividad en Vaca Muerta registró en mayo un crecimiento del 11% respecto a igual mes de 2022: un total de 1308 etapas de fractura, con lo que la formación no convencional alcanzó la segunda marca histórica de perforaciones.
La explotación de hidrocarburos con los años generó una gran dependencia en las arcas provinciales: explica casi el 60% del presupuesto. Esta suma se obtiene por las regalías del 12% que dejan las empresas petroleras a la provincia, y por impuestos, sobre todo ingresos brutos, según estima el Observatorio Petrolero Sur.
Vaca Muerta no es sólo una de las mayores reservas de gas y petróleo del mundo, sino que es la historia de las personas que viven allí. Sus pobladores piden repensar los modelos de explotación que beneficia a unos pocos a costas de muchos. El mundo ya sufre las consecuencias de la crisis climática y los combustibles fósiles mientras en los territorios aumenta la desigualdad. Todos coinciden: queda poco tiempo.
Amparo, fracking y temblores
Noemí y Carlos Pérez son un matrimonio que vive en Sauzal Bonito, a 150 kilómetros de la capital de Neuquén. A causa de los sismos por el fracking, se les resquebrajó el comedor de su casa. Sauzal Bonito tiene casas bajas y calles de tierra, pero cobró notoriedad en los últimos años por los temblores. Carlos es jubilado. Trabajó toda su vida como petrolero en pozos convencionales. «Nosotros no hacíamos esto, ahora el fracking lo hacen con la fractura y productos químicos. Es todo un negocio, es muy cruel lo que están haciendo, en otros lugares está prohibido», asegura.
El gobierno provincial prometió un plan de 50 viviendas antisísmicas, de las cuales entregaron tres a principios de año. A raíz de los movimientos de la tierra, la Comunidad Mapuche Lof Wirkaleo de Sauzal Bonito, habitantes de Sauzal Bonito y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) presentaron un amparo ambiental que se encuentra en la Corte Suprema de Justicia desde marzo de 2022. «No hay reglamentación que indique cuántas facturas se pueden hacer sobre la roca, a qué profundidad y cuál es el volumen de inyección de agua que se puede hacer», menciona Ángeles Acosta, una de las abogadas del caso.
Federico Egea, otro de los letrados, explicó que «antes de la fractura hidráulica en Vaca Muerta toda la región era de sismicidad cero».
«En el amparo presentamos varios estudios que indican que la fractura genera sismicidad. De hecho, hay un paralelismo muy grande entre los lugares y los horarios de fractura y la inducción de sismos en distintos lugares aledaños», aseveró.
Según los abogados, los temblores están afectando a los pobladores Añelo, Sauzal Bonito y El Chañar, pero también hay registros de sismos que se han sentido hasta la ciudad de Cipolletti, en Río Negro, a más de 200 kilómetros.
«Lo que nosotros queremos es generar un esquema de producción que suponga quizás aumentar los costos de producción pero reducir los costos ambientales», acotó Egea, y denunció que en agosto del año pasado la provincia firmó un acuerdo con las empresas petroleras de Vaca Muerta «en el que las obliga a generar informes respecto de la sismicidad pero se impuso la confidencialidad sobre esa información».
«Antes del fracking no había sismos en esta zona»
Más de 400 sismos se registraron en Vaca Muerta desde 2015 debido al uso del fracking. A diferencia de la extracción tradicional que se realiza mediante bombeo, con la fractura hidráulica se inyectan millones de litros de agua, arena y químicos a alta presión en la roca, lo cual produce movimientos superficiales del suelo. «Lo hemos catalogado como ‘sismicidad inducida’ porque antes de la fractura hidráulica no había sismos en esta zona. Desde 2015 hasta la actualidad ya hemos contabilizado 418 sismos. Es un dato que habla por sí solo», asegura Javier Grosso, geógrafo de la Universidad del Comahue. Estos movimientos producidos por las empresas fracturadoras «son superficiales, ocurren de dos a siete kilómetros bajo tierra ya que la roca Vaca Muerta está entre los 2800 y 3500 metros de profundidad».
En la madrugada del lunes 5 de junio, el pueblo de Sauzal Bonito sufrió un sismo de 2,2 en la Escala de Richter con una profundidad 3,5 kilómetros. Grosso analiza los datos de 3 sismógrafos que colocó la Red Geocientífica de Chile en Sauzal Bonito y en Añelo. Con esos datos, informa periódicamente a la población a través de un grupo de WhatsApp. Advierte: «Todos estos temblores se están dando cerca de zonas de embalses del Complejo Hidroeléctrico Cerros Colorados. Son obras de infraestructura de los ’70». Y añade que los sismos también tienen «consecuencias geomorfológicas, ya que aceleran la caída de rocas, en procesos que podrían durar cientos de años pero ahora se producen en apenas un par».
Grosso explicó que es necesaria una regulación de la actividad de la fractura como hay en otras partes del mundo, como Alberta (Canadá) donde crearon un semáforo sísmico. Aquí aún no hay nada: «Las autoridades lo saben, el Estado mismo reconoce que la sismicidad nació hace poco y por eso se anunció un plan de casas antisísmicas en la zona, pero no culpan a las empresas que originan los temblores».