Vinos Buenos Aires: una marca que se expande con el sello propio de cada región de la Provincia

En globo, con picnic, visitas guiadas, clases de maridaje, junto al mar o hasta dormir en un container con vista a los viñedos. La Provincia de Buenos Aires también tiene su Ruta del Vino y una producción que crece año a año. Días atrás la marca del enoturismo bonaerense tuvo su lanzamiento por parte del gobierno de Axel Kicillof reuniendo las diferentes iniciativas bajo la marca Vinos Buenos Aires. De los 34 municipios con producción vitivinícola, diez ya ofrecen experiencias a viajeros.

Tras su llegada de la mano de los jesuitas en territorio santiagueño en el siglo XVII, y su expansión hacia la Mesopotamia, el norte hasta centrarse en las bondades del clima cuyano, el asentamiento federal del vino se frenó en 1934 cuando la Ley 12.137 prohibió la vitivinicultura en Buenos Aires (donde habían comenzado inmigrantes españoles e italianos) y otras provincias y quedó limitada a Cuyo.

Hacia el 2000 la norma quedó sin efecto. Así se recuperaron viñedos de casi un siglo y surgieron nuevos con estilos propios. Una de las primeras bodegas abiertas al turismo fue la de Saldungaray, a 9 km. de Sierra de la Ventana. Para Manuela Parra, una de las dueñas y presidenta de la Asociación Viñas y Bodegas Bonaerenses, «quedamos presos de la vieja idea de que el vino es de alta montaña o no es. Todo el tiempo tenemos que explicar por qué no hay altura. En el resto del mundo, los viñedos están en valles».

En promedio su bodega puede llegar a tener 300 visitantes por fin de semana, lo que demandó crear ocho visitas guiadas por día desde las 11 hasta las 18. «El espectro es amplio –señala, al referirse a la variedad de paisajes bonaerenses–. En Médanos es semidesértico y bien diferente a la región de las sierras de Tandil, o junto al mar como en Chapadmalal, o más húmedos como en Junín y Campana, con las condiciones similares a los vinos uruguayos. Lo que se obtiene son estilos muy distintos. ¿Cuál es el mejor? Depende para qué». Junto con su hermano Facundo lograron el espumante de Pinot Noir, una de las estrellas del terrunio.

El crecimiento de la oferta de enoturismo en la provincia determinó que también los establecimientos cuenten con expertos en comunicación del vino como Juan Romero, de Viñas y Bodega Casa Gamboa, en Campana, una de las propuestas más cercanas a la Ciudad de Buenos Aires, donde realizan desde eventos hasta cata dirigidas, para conocer el mundo del vino.

“El consumo del vino se convirtió en una experiencia lúdica y las experiencias se van sofisticando a medida que crecen, junto con la gastronomía”, le describe a Tiempo la propuesta como “Full Day” para visitar la finca y el restó, sumando quesos que las distintas regiones que prometen buenos maridajes.

El dueño de Viñas y Bodega Gamboa, Eduardo Tuite le cuenta a Tiempo : “acá en Campana tenemos el restaurante de la bodega abierto, recibimos visitas de turistas nacionales y extranjeros y hacemos recorridos por los viñedos, almuerzos y catas. Para fin de año, la propuesta será picnic. Ya están comenzando en dos o tres meses las obras para contar con el edificio de la bodega, porque hoy en día se elabora en un galpón, pero queremos inaugurar un lindo diseño de bodega con salas de degustación y tenemos el proyecto Madariaga, donde implantamos las primeras dos hectáreas de vides y este año vamos por otras dos hectáreas”.

Los vinos bonaerenses también incluyen cooperativas

La provincia de Buenos Aires cuenta con tres zonas enoturísticas. En la región sudoeste, la serranía de Ventania y la confluencia de vientos oceánicos y continentales favorecen el desarrollo de cepas malbec, pinot noir, cabernet franc, tempranillo, cabernet sauvignon, tannat, merlot, sauvignon blanc y chardonnay. En el área centro, con Mar del Plata como referencia, adquieren las características de Tandilia y los vientos del Atlántico, sumando variedades como carmenere, syrah y sémillon. En la región norte se puede degustar tannat, marselan sauvignon blanc y la uva vitis labrusca.

Allí funciona la Cooperativa Vinos de La Costa de Berisso, con 16 productores viñateros. «Soy la tercera generación en el ‘vino de la resistencia’, como le decimos. En 2001 se recuperó la actividad, en el 2003 hicimos la cooperativa y en 2013 el Instituto Nacional Vitivinícola nos reconoció como uva vitis vinífera a la uva americana, la Isabella. Hacemos un vino común, la venta se distribuye en base proporcional a lo que cada uno aportó», explica Martín Casali. Berisso es la Capital del Inmigrante y tiene su Fiesta del Vino de la Costa en julio. En esta edición cumple 20 años. Hay viñedos que llegan a tener 80 años de existencia. En la primera mitad del siglo  XX por esas tierras pasaron desde Aristóteles Onassis y el Mariscal Tito hasta el dramaturgo Eugene O’Neill. Casali lo resume: «Es nuestro legado familiar histórico».  «