“El spoiler –advertía Javier Grosso, geógrafo de la Universidad del Comahue e integrante del Grupo Interdisciplinario de Estudios Ambientales, del que participan investigadores del Conicet y la Universidad Nacional de la Patagonia Austral– es que, cuando se reactiven las operaciones, seguramente van a volver los sismos”. Era septiembre de 2020, y la caída en la demanda de combustibles provocada por la pandemia de Covid-19 había obligado a las empresas de Vaca Muerta, en Neuquén, a prácticamente frenar la actividad de fracturas para la extracción no convencional de hidrocarburos. El repunte récord del último trimestre –por encima de las mil operaciones cada mes– confirmó el pronóstico de los expertos: del 16 al 26 de julio, es decir, en apenas diez días, se registraron 60 temblores en zonas cercanas a los pozos de fracking.
La última actualización cartográfica de la Red Geocientífica Chile registró nueve sismos solo durante la mañana del lunes, destacando por su magnitud el de la costa oeste del lago Los Barreales. El domingo, también hubo dos temblores –a las 11:39 y a las 12:01 horas– que ocurrieron en profundidades similares al tramo horizontal que se encuentra fracturando la estadounidense Halliburton, una de las corporaciones que lidera el ranking de operaciones de fractura en Rincón del Mangrullo, a través de la técnica de Simul Frac que implica dos etapas de fractura en simultáneo, volviéndola más invasiva.
“Si algo quedó claro en estos días es que ya nadie niega la relación del fracking con los sismos”, asegura Grosso y destaca que la situación en Sauzal Bonito, el paraje ubicado cerca de los principales yacimientos no convencionales y, en consecuencia, de los más afectados por los temblores de la tierra, obligó a Andrés Folguera, presidente de la Asociación Geológica Argentina a salir a reconocer públicamente la relación.
En ese sentido, Sebastián Correa Otto, geofísico del instituto Volponi y señalado como la persona que más sabe de sismicidad en Vaca Muerta, hizo lo mismo hace pocas semanas. Por su parte, Patricia Alvarado, directora del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES), también habló de una «esperable» sismicidad inducida, y que «tendremos que aprender a convivir con los sismos».
Irregularidades
El fracking o fractura hidráulica es una técnica que busca extraer el petróleo y el gas “atrapados” en la roca madre. Para lograrlo se perfora la tierra y se inyectan millones de litros de agua junto a cantidades industriales de arena y aditivos químicos. Los pozos más grandes, como los de Tecpetrol del Grupo Techint, usan 90 millones de litros de agua en cada proceso de fractura, el equivalente a unos 3800 camiones cisternas al tope o lo que consumiría una familia en 120 años. En contraposición, en diciembre del año pasado, los vecinos de Añelo, nombrada como “la capital de Vaca Muerta”, cortaron las rutas y los accesos de los camiones a las instalaciones petroleras luego de soportar varios días sin agua con la consecuente imposibilidad de higienizarse en un contexto de pandemia.
“Es importante –concluye Grosso– obligar a las empresas a que vuelvan a hacer todos los Estudios de Impacto Ambiental porque hasta ahora ni uno solo menciona la sismicidad inducida. El fracking se está realizando en abierta irregularidad”.