El doctor Diego Mauro, investigador del CONICET e integrante de Investigaciones Socio-Históricas Regionales (ISHIR, CONICET-UNR), publicó el libro Devociones marianas. Catolicismos locales y globales en la Argentina. Desde el siglo XIX a la actualidad que compila escritos de geógrafos, antropólogos, especialistas en comunicación, sociólogos e historiadores, quienes estudian distintas devociones que existen en torno al culto de la Virgen María, desde mediados del siglo XIX a la actualidad.
-El libro se llama Devociones marianas. Pensando en alguien que no sabe de qué se está hablando, ¿cómo podrías explicar qué son las devociones marianas?
-Para los cristianos, María es la madre de Jesús, la madre de dios en la tierra. Una figura muy popular desde los primeros tiempos del cristianismo. Si bien en la teología católica la adoración se reserva solamente para dios, María está en un lugar intermedio y recibe una veneración especial, de calidad superior a la de los santos, que, en cierto modo, la acerca a la trinidad divina compuesta por dios, Jesús y el Espíritu Santo. De hecho, el otro día charlando con una colega, Cynthia Folquer, me recordaba que en la Edad Media era frecuente que los pintores la retrataran en un mismo plano con la trinidad. Por supuesto esto es en términos teológicos: los fieles después hacen en buena medida lo que quieren, porque la religión se vive y se experimenta sin estar mirando demasiado lo que dicen y piensan los intelectuales de la Iglesia. A un devoto mariano que va a un santuario a buscar contención emocional, paz espiritual, acompañamiento frente a la adversidad, le importa muy poco lo que escriban los teólogos. Para ellos y ellas, la Virgen María es una especie de diosa que, incluso, puede ser absolutamente central, mucho más importante que el propio dios. De hecho, suele desplazar a Jesús en los momentos de crisis. En Los Simpson hay una escena muy conocida que puede servirnos para entender esta característica del catolicismo diferente a la de otros cristianismos. Cuando Homero es enviado sin su consentimiento como misionero al Pacífico intenta, desesperado, escapar del avión, entra en pánico y grita «sálvame Jebús». Un católico probablemente apelaría en ese momento a María más que a Jesús.
-El libro abarca un gran período, del siglo XIX al XXI, y se focaliza en Argentina. ¿Por qué esas elecciones? ¿Qué se encuentra en este período, en esta región?
-En el libro nos ocupamos de las devociones marianas en el catolicismo contemporáneo, digamos desde mediados del siglo XIX a la actualidad. Partimos de ahí porque es el momento en que se ponen en marcha dos procesos muy importantes para la Iglesia. Por un lado, el papa Pío IX decide convertir en dogma la creencia en la inmaculada concepción de María que venía discutiéndose desde hacía literalmente dos mil años. Esto quiere decir que María fue creada por dios sin pecado original, como si fuera una «segunda Eva». La decisión del papa no es ajena a un momento político muy convulsionado en Europa y especialmente para la Iglesia católica. Es largo de explicar, pero en resumen, creo que la curia romana buscó fortalecer el culto mariano con esa medida porque su popularidad era una de las mejores armas que tenía para librar la batalla por su supervivencia. Recordemos que son las décadas en que se unifica Italia y desaparecen los Estados Pontificios. En ese momento la Iglesia era un Estado más en Europa, en constante crisis y retroceso. Esto nos lleva al segundo proceso importante. La crisis y desaparición de los Estados Pontificios, que para Pío IX eran una catástrofe, abren en realidad la oportunidad para reformar al catolicismo y sacarlo de la política europea para proyectarlo como un poder espiritual y político de alcance global. Algo que efectivamente termina ocurriendo. En esta transformación, que da forma a la Iglesia contemporánea que conocemos hoy en día, el rol de María es clave.
-Cada capítulo fue escrito por distintos investigadores/as y trabajan una virgen distinta. ¿Podrías decir que provocan en cada lugar una virgen distinta?
-Creo que es un libro muy coral y eso me gusta. Reúne a geógrafos, antropólogos, especialistas en comunicación, sociólogos e historiadores que, además, se ocupan de devociones cuyos santuarios se hallan en diferentes provincias: Salta, Catamarca, Buenos Aires, Santiago del Estero, Santa Fe, Corrientes y Río Negro. Además, se incluyen algunas devociones migrantes como las de Copacabana y Urkupiña que son muy importantes para la comunidad boliviana radicada en el país. Las devociones marianas, como te decía recién, son fundamentales para la Iglesia porque permiten que una identidad religiosa universal se particularice y se reformule en sintonía con las necesidades espirituales de cada comunidad. La Virgen María es una marca de distinción de lo católico, y, al mismo tiempo, en sus diferentes advocaciones, múltiple, heterogénea y variada. En buena medida la popularidad de María tiene que ver con esta plasticidad que ayuda a que lo universal se localice, permitiendo a los fieles contar en cada caso con una María cercana a su realidad y a sus necesidades.
-¿Podrías elegir tu María preferida? ¿Cuál sería y por qué?
-No sé si tengo una virgen preferida. En lo personal, como siempre digo, no soy creyente, pero me gustaría serlo. La religión y la fe son herramientas formidables para lidiar con lo incontrolable, con la incertidumbre, con los avatares cotidianos. Muchas veces desde el mundo académico se ha tendido a subrayar lo autoritario y opresivo que pueden tener las instituciones religiosas y sus prácticas, lo cual no deja de ser cierto, pero también es importante no perder de vista que son motores impresionantes para vivir, enfrentar los problemas y, por qué no, transformar el mundo. En el caso del cristianismo a partir de principios como el de la fraternidad y la igualdad con los que me identifico políticamente. Volviendo a tu pregunta, tengo particular simpatía por la Virgen de Guadalupe de Santa Fe porque es la devoción que estudié más en profundidad. Respecto del libro me parece particularmente atractivo el caso de la Virgen Misionera que crea el obispo Miguel Hesayne en Río Negro en 1978. Un fenómeno interesantísimo.
-El libro empieza con el relato sobre tus abuelas, una muy devota y otra completamente descreída. Sin embargo, la muy devota y fiel se tomaba sus atribuciones a la hora de habilitarse y conservar una virgen no permitida por Roma. ¿Eso se puede ver también en alguna de las distintas vírgenes que circulan y están en las distintas regiones? Esa habilitación, esos permisos no tan permitidos por la institución Iglesia.
-A veces pienso que haber tenido abuelas tan distintas me ha ayudado mucho a pensar los diferentes lugares de lo religioso en la vida cotidiana. En el siglo XIX, en medio de la tempestad que vivía el papado, la Iglesia buscó impulsar los santuarios y en general acompañó a las videntes que habían experimentado algún tipo de comunicación con la Virgen. Las apoyó y alentó. La Virgen de Lourdes en Francia es el gran modelo mariano en este sentido. En el siglo XX se volvió más reticente y se fueron sofisticando los procesos de verificación de lo que en la jerga teológica es la «supernaturalidad». En parte porque las apariciones si bien por un lado le dan fuerza y vigor al catolicismo, por otro desafían los principios de autoridad de la Iglesia. Pensá, por ejemplo, en la Virgen de San Nicolás: una mujer de pronto se comunica con la Virgen y la gente empieza a seguirla. La noticia corre de boca en boca y se genera un santuario espontáneamente. Todo esto ocurre por fuera del control de la institución y, en realidad, la Iglesia no tiene nada que decir o aportar. Digamos que se queda afuera. Es ahí cuando los obispos tratan de intervenir para mantener bajo control el fenómeno, autorizando o no las celebraciones, la difusión de los mensajes de la virgen, etc. Esto tiene dos caras: por un lado, el miedo a que la fe católica crezca al margen de la Iglesia porque si eso pasa se generan otros referentes y especialistas religiosos, por lo general mujeres, dentro de las propias comunidades que, eventualmente, van a rivalizar con los «oficiales»; por otro, porque existe la preocupación de que esos mensajes de la Virgen contradigan los principios católicos o generen un culto alternativo por fuera de las fronteras, de por sí amplias, del catolicismo. En Salta, por ejemplo, los seguidores de la Virgen del Cerro mantienen una relación tensa con la Iglesia y pasa algo de esto que te digo.
-¿Este libro puede ser leído por quienes no estudien el tema o quienes no se dediquen a la investigación?
–Si bien los diferentes capítulos están escritos por investigadores universitarios y del CONICET, intentamos hacer un libro amigable para cualquier lector. De hecho, condensamos todas las referencias teóricas en la introducción de modo que los lectores despreocupados por estos asuntos pueden ir directo a la devoción que les interesa. Algo que nos motivaba era poder conversar con devotos y devotas sobre el libro. Por ahora lo hemos venido presentando sobre todo en eventos académicos y en ferias del libro, pero el año próximo esperamos poder llevarlo también a algunos santuarios marianos.