La convivencia con el pueblo wichí permitió a una científica argentina identificar unas 115 plantas para más de 400 usos medicinales, y conocer los saberes dinámicos de una comunidad vinculada ancestralmente con el bosque nativo y el monte. La investigación busca listar plantas silvestres, los usos medicinales utilizados por los wichí y saber si estas especies son de larga data o relativamente nuevas adquisiciones a causa de cambios sociales, históricos y ambientales.
«Tras doce años de trabajo hemos logrado listar 115 plantas relacionadas con 408 usos de tipo medicinal, y vincular esos datos con la información acerca de cómo debe usarse cada una de ellas», dijo a Télam María Eugenia Suárez, investigadora del Conicet.
«En la cultura wichí, estas plantas tienen 408 usos medicinales para tratar 68 síntomas o enfermedades diferentes», reveló Suárez, sobre su trabajo publicado recientemente por la revista especializada Journal of Ethnopharmacology.
Fiebre, dolores menstruales, trastornos digestivos o respiratorios y problemas de la piel son las afecciones más comunes y consideradas en general por los wichí como «dolencias menores» que pueden curarse con las plantas de este listado.
Incluso 15 de las más versátiles «se prestan para armar una especie de ´botiquín de emergencia´», señaló la investigadora.
Según la cosmovisión wichí, para las enfermedades «verdaderas» como la gripe o el sarampión, hay que hacerse ver por un médico, chamán, curandero, e incluso por un cura, ya que en esos casos «el alma se separa del cuerpo», explicó la investigadora.
Salta, Chaco y Formosa, y una pequeña franja de tierra del sudeste boliviano, de lo que se conoce como Gran Chaco, es el hábitat de este pueblo que construyó su esencia y subsistencia en base al bosque nativo y el monte, de los que obtiene el alimento, la leña y una gran variedad de plantas medicinales.
Durante la investigación, entre 2005 y 2017, 30 mujeres y 21 hombres wichí aportaron sus conocimientos sobre lo que ellos mismos consideran «medicina en crecimiento», partiendo de testimonios provenientes de la tradición wichí. Además, el estudio enfocó en la actual relación de la comunidad con chamanes, la aparición de la biomedicina, y el desmonte provocado por la agroindustria.
El listado de las 115 plantas puede ser tomado como guía por cualquier persona interesados en conocer otras plantas medicinales, aunque por supuesto el empleo debe ser con los recaudos necesarios. «Sugiero consultar con gente que ya lo haya usado y especialistas en salud porque el uso no es sólo cómo preparar sino en qué dosis, y a quiénes no debe administrarse, entre otros cuidados», precisó Suárez.
Ahora bien, lo que sí se espera, opinó la investigadora, es que «la información recopilada y conclusiones sirvan a los propios wichí y a otros agentes o instituciones para el desarrollo de proyectos locales de manejo sustentable de productos del bosque». Se refiere a plantas medicinales que beneficien a las comunidades locales y que permitan a su vez no sólo resguardar prácticas y saberes, sino territorios y diversidad biocultural. A ellos está destinado en gran parte el trabajo tal como fue publicado, además de aportar a la etnobiología y otros campos científicos.