El decreto que a principios de agosto prohibió el uso del burkini en varios de los municipios balnearios de la costa francesa tiene su origen en un grupo de alcaldes conservadores vinculados al ex mandatario Nicolás Sarkozy, quien aspira a un nuevo mandato en las próximas elecciones presidenciales. David Lisnard, alcalde de la ciudad de Cannes, es el responsable del surgimiento de este tipo de legislación. Intentando dar una explicación razonable al asunto, Lisnard intentó justificar la restricción afirmando que en la actualidad, cuando Francia es objeto de ataques terroristas, “la utilización de ropa de playa que indique de manera ostentosa una afiliación religiosa tiende a crear riesgos de interrupción del orden público, algo que es necesario prevenir». Lo insatisfactorio de dicha explicación obligó a que Thierry Migoule, jefe de los servicios municipales de la ciudad, debiera salir a aclarar: «No hablamos de prohibir el uso de símbolos religiosos en la playa, sino de ropa haga referencia a una lealtad hacia los movimientos terroristas que están en guerra contra nosotros».

Uno de los primeros intendentes en sumarse a la iniciativa de Lisnard en Cannes fue Lionnel Luca, intendente de la localidad de Villeneuve-Loubet, el primero en sumarse a la iniciativa. Ambos pertenecen al partido Los Republicanos, que lidera Sarkozy. La norma emitida por su gobierno el 5 de agosto, establecía que hasta el próximo día 31 le sería restringido el acceso a las playas públicas a toda persona que no disponga de un traje de baño «correcto, que respete las buenas costumbres y el principio de laicidad». Al respecto, Luca afirmó que con dicha norma se buscaba evitar «todo disturbio del orden público en una región marcada por los atentados».

Luca reveló haber pensado en esta disposición tras haber sido notificado de que una mujer se había metido vestida al mar, una decisión que consideró inapropiada “por razones de higiene” y porque no tiene “en cuenta el contexto general». Ante las críticas que no tardaron en aparecer y tildaban al decreto de vulnerar los valores republicanos, Luca afirmó que “la República no es venir a la playa vestido de forma que muestres tus convicciones religiosas, más cuando son convicciones falsas, porque la religión no pide nada”. No parece casual, entonces, que la localidad de Villeneuve-Loubet haya sido la elegida por el Consejo de Estado francés para levantar dicha prohibición al uso del burkini.

Los decretos de prohibición contra dicha prenda habían sido aprobados poco después de que un atentado terrorista causara un desastre en la ciudad balnearia de Niza y en contra de lo que podría suponerse, parecen contar con el apoyo de sectores muy amplios de la sociedad francesa. En ese sentido parece apuntar una encuesta efectuada por el instituto demoscópico Ifop que fue publicado por el diario Le Monde, en la que se precisa que el 45% de los católicos franceses practicantes creen que el islam representa un peligro. Según el mismo sondeo siete de cada 10 católicos piensa que en la actualidad la influencia del islam en Francia es demasiado importante.