La mirada está puesta en las niñeces de cartoneras y cartoneros. Las familias que recuperan los residuos son, al menos, 200 mil en todo el país y se estima que las infancias y adolescencias que viven del cartoneo ascienden a 800 mil. La comunidad cartonera emergió con claridad en Argentina en la crisis económica y social del año 2001. Fue entonces que las y los trabajadores que recuperan residuos comenzaron a organizarse en cooperativas y a enfrentar las necesidades y demandas más básicas desde lo colectivo. La Cooperativa de Trabajo Madreselvas se gestó con trabajadoras y trabajadores que viajan a Capital Federal desde Maquinista Savio, Garín, López Camelo, partido de Escobar y también desde Pilar y Tigre para la tarea de recuperación de residuos urbanos. Si bien al inicio no tenían una forma de organización formal, afrontaron conflictos y negociaron condiciones para hacer su trabajo con el gobierno de la Ciudad, obteniendo la matrícula nacional en el año 2009.
Mientras tanto, muchos de ellos iban a trabajar con sus hijas e hijos ya que no tenían con quién dejarlos. En algunos casos, los más grandes quedaban a cargo de los menores. Pero la situación dio un vuelco cuando se encontraron con la empresaria suiza Renata Jacobs, heredera de la compañía millonaria Suchard. Ella tuvo un acercamiento a la entidad y contó de su afán por acompañar la educación de las infancias cartoneras. Así formaron una alianza estratégica que dio nacimiento, años después, a la Fundación Cartoneros y sus chicos que tiene su sede en Maquinista Savio y que recibe, en contraturno escolar, a 184 niños y adolescentes de entre 6 y 18 años. Si bien las familias cartoneras tienen prioridad, también asisten a la fundación niños y jóvenes de familias vulnerables del barrio. La cooperativa no solo recomienda a la fundación sino que también acompaña el mantenimiento edilicio de la sede con sus trabajadores.
“La fundación se dedica, especialmente, a brindarle acompañamiento educativo y contención a esos hijos e hijas de cartoneros, nuestro objetivo es trabajar para que los chicos puedan tener su propio proyecto de vida, puedan pensarse y proyectarse hacia un futuro y estamos convencidos que la mejor herramienta para hacerlo es la educación porque amplía los grados de libertad”, dice a Tiempo Diego Guilisasti, director ejecutivo de la Fundación Cartoneros y sus chicos.
La constitución formal de esta entidad, al igual que pasó con la cooperativa, llegó después de un recorrido de trabajo de más de 10 años y tuvo su prueba de fuego en la pandemia durante el 2020. “Lo que nos pasó cuando empezamos a operar en 2018 (en la sede Maquinista Savio) fue que tuvimos un año de trabajo y vino la pandemia, nos reconvertimos y empezamos a canalizar donaciones para familias, comedores y merenderos”, cuenta. La fundación junto a la Cooperativa Madreselvas hizo un relevamiento de comedores y merenderos de la zona, colaboró en la conexión entre éstos y los bancos de alimentos que existen. Solo en el barrio donde está la fundación hay 18 espacios autogestionados de asistencia alimentaria. “El barrio nos ve como aliados fundamentales para el desarrollo”, dice Guilisasti.
Alfabetizar también a la distancia
La fundación tiene su eje principal en el apoyo educativo. Es así que el programa de alfabetización procura que las infancias y adolescencias obtengan o mejoren la habilidad de lectoescritura. “Hicimos un relevamiento y encontramos que el 50 % de los chicos no está alfabetizado. Por eso la principal estrategia que usamos es trabajar de manera individual y que cada uno aprenda a su tiempo. Cuando ellos ven en la escuela que los compañeros saben leer y escribir y ellos no, se intimidan. Les socava la autoestima y terminan copiando sin saber qué es lo que escriben. Para muchos escribir es dibujar, les da vergüenza. Algunos no logran Identificar el sonido de cada una de las letras que quizás sabe escribir, por eso es importante una estrategia individual, para cada caso”, cuenta Guilisasti que es uno de los docentes que implementa la estrategia pedagógica.
Durante la pandemia, el programa de alfabetización tuvo que realizarse de manera virtual, por medio de celulares provistos –en muchos casos- por la fundación y con crédito para conectarse a Internet. Si bien esta estrategia de educación a distancia permitió alcanzar a infancias y juventudes de Garín, López Carmelo y Tigre, la señal débil que tienen algunos barrios es un obstáculo. En la actualidad, la fundación continúa brindando acompañamiento educativo a distancia pero volvió a volcar su impronta a la presencialidad.
Un día en la Fundación Cartoneros
Guilisasti cuenta que reciben a los estudiantes de lunes a viernes en dos turnos, a la mañana y a la tarde, de forma tal que puedan acudir a la escuela. El plan de estudios dentro de la entidad sigue la currícula de las aulas pero busca reforzar conocimientos básicos, por lo que se adecua el aprendizaje a la situación de cada uno. Durante la mañana de los sábados se lleva a cabo el programa de Jóvenes líderes, que está destinado de forma especial a estudiantes secundarios que piensan qué hacer en el futuro. Guilisasti dice que de esta instancia de acompañamiento varios jóvenes han definido empezar la facultad y que la mayoría son los primeros en su familia en poder elegir una carrera universitaria.
Alimentación saludable
“Sabemos que la mayoría, un 60% o 65% con suerte, llega a tener 3 comidas al día, por eso es importante complementar y que mientras estén en nuestro espacio puedan tener un muy buena comida, que sea nutritiva y potente, entonces fue que generamos la alianza con el doctor Alberto Cormillot, que nos acompaña de manera voluntaria y elaboró un menú pensando en la realidad de los chicos”, cuenta Guilisasti. “Les damos un desayuno, una colación, una merienda, es bastante completo con pan integral, yogures, fruta, tenemos alianza con la empresa Danone que nos dona el yogur. En el recreo hacemos actividades, deportes o música, también hay talleres de educación sexual integral que los acompaña una ginecóloga que es voluntaria”.
Voluntarios y donantes, se buscan
La fundación no tiene alianzas con partidos políticos pero sí articula acciones con los gobiernos municipales, provinciales y nacional. El financiamiento de las actividades de la fundación proviene, en su mayoría, de los eventos que organiza la empresaria suiza en el exterior. Sin embargo, Guilisasti dice que cualquier aporte que se realice puede tener impacto en la vida de las infancias a las que la entidad acompaña. “Hay mucha gente a la que le preocupa a la educación y no sabe cómo ayudar, puede empezar donando a las organizaciones que nos dedicamos a esto”, expresó. Durante el 2023, la fundación planea una expansión edilicia hacia el segundo piso, de esta manera podrán recibir a más hijas e hijos de cartoneros ya que la lista de espera asciende a 130 en la actualidad.