Pasaron tres meses del anuncio del gobierno de la Ciudad sobre la vuelta a la presencialidad, y pasó el 17 de febrero, pero en todo este tiempo la situación en los establecimientos escolares porteños no cambió en absoluto. A las escuelas que no abrieron porque no recibieron los kits de seguridad contra el Covid-19, se sumó la resistencia de padres y madres a llevar a sus hijos por el temor a exponerlos. Y muchas escuelas que debían arrancar el miércoles dejaron entrever que podrían empezar a mitad de la semana entrante o recién en el mes de marzo.
«El presentismo fue de un 89%» y «en las escuelas de nivel especial» del 85%, pregonó la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, en conferencia de prensa. Se intentó instalar que la vuelta a la presencialidad fue masiva y exitosa. Lo cierto es que apenas asistió entre un 25 y 30% de la matrícula total de estudiantes porteños, lo que representa alrededor de 235 mil alumnos, muy alejado de los 370 mil que Acuña difundió en los medios. Al mismo tiempo, éste número resulta estruendoso si se tiene en cuenta que la mayoría de las escuelas diagramaron una presencialidad alternada de 4 a 15 estudiantes por “burbuja”, e intercalada con virtualidad, que habilita a que miles de chicos tan solo asistan a las escuelas una semana al mes. Pero más raro aún es la asistencia que manifestó Acuña en las escuelas especiales, dado que un gran número abrirán recién el 22 de febrero, porque Ciudad no les envió los kits de seguridad.
«Nosotros no sabemos cuándo vamos a volver a la presencialidad”, dice a Tiempo Silvana Fior, docente del Jardín Maternal N°7 DE 6 «Delfina Marull de Sardá», que alberga a bebés desde los 45 días, con una matrícula de 85 alumnos. “Nos dijeron que iban a enviar los kits. Primero dijeron que llegaban el 8 de febrero, después el 10, luego el viernes de la otra semana, hasta que llegó el 17 y nos encontramos sin barbijos ni máscaras, sin alcohol en gel ni ningún elemento desinfectante», agrega. «Es por eso que no sabemos cuándo vamos a comenzar, todo depende del Ministerio. Las familias ya fueron notificadas de la situación y están de acuerdo», cierra.
La situación se repitió en varias escuelas porteñas donde afirman que, además de la falta de los Kits, la Ciudad no garantizó jabones ni papel en los baños. La Escuela 12 DE 19, del Bajo Flores, no comenzó las clases presenciales por falta de los elementos estipulados en el protocolo que redactó el propio gobierno local. Además, como en otras escuelas, las familias fueron las que decidieron en este caso no enviar a sus hijos a clases al conocer la situación edilicia, una vez que recorrieron las instalaciones con una delegación de docentes que verificó todas las carencias. “El protocolo de Acuña nos llegó el martes, y el jueves elevamos una nota con todas las faltantes para comenzar las clases como indica ese mismo protocolo”, advierte Hernán Cortiñas, docente de esa escuela. Faltan barbijos, enviaron 32 máscaras para un total de 100 trabajadores, en los baños el ministerio no distribuyó jabón líquido y falta alcohol en gel. “Además, el regreso en esta escuela es inviable porque tenemos las ventilaciones muy altas y están todas cerradas. Faltan elementos básicos para el personal de limpieza y tenemos bastante personal sin designar, falta de docentes y auxiliares”, agrega el maestro. “Seguimos en permanente diálogo con las familias, pero hasta que no venga una cuadrilla de mantenimiento a hacer los arreglos necesarios, no podemos comenzar las clases”.
El jardín de la Escuela 28 DE 4 tampoco comenzó clases presenciales. Fue el propio Ministerio el que debió cancelar el inicio porque las salas del jardín estaban inhabilitadas. “Como no tenemos otro espacio para trasladar a los alumnos, vamos a comenzar las clases sólo con virtualidad, y desconocemos cuándo podremos arrancar con las presenciales. Si seguimos así, ni en marzo sería posible”, expresa a Tiempo Patricia Rossi, directora del JIN C, que está integrado por cinco escuelas. En las otras cuatro escuelas, “hubo muy baja asistencia, vinieron seis alumnos como máximo, porque las familias se negaron a traerlos por temor a los contagios”.
Los comienzos truncos superaron la docena en la Ciudad. Fue el caso del Normal 5 de Barracas, cuyos directivos decidieron cerrar la escuela por el corte del suministro de agua. Federico Puy, docente de primaria del Normal 5, manifiesta que “el cierre se produjo en el turno tarde porque no tuvimos agua ni en los baños de estudiantes ni en los de docentes”. La presencia de alumnos en el Normal 5 fue escasa, ya que cuentan con aulas pequeñas y se vieron obligados a dividir los grados para que puedan asistir apenas dos días por semana.
“La política de Larreta de que iban a venir todos los chicos no resultó porque no invirtieron en educación. Nosotros queremos pelear porque los chicos puedan venir todos los días, con todas las condiciones de salud e higiene, pero el gobierno solo hace marketing. No le importa la educación”, asevera Puy.
Bachilleratos populares, sin certezas
Las escuelas de educación media para jóvenes y adultos, que deberían empezar en marzo, también vienen reclamando la falta de condiciones para arrancar con las presenciales. Los más castigados son los Bachillerato Populares, como es el caso de la Escuela Alberto Chejolán, en el barrio Padre Carlos Mugica de Retiro. “El lugar no cuenta con posibilidades de garantizar distanciamiento ni ventilación, las paredes tienen hongos, el techo esta sin terminar y tenemos un solo baño para 50 estudiantes”, detalla Luisina Ferrante, docente de Historia del Bachillerato. “Estamos en un espacio que no tiene más de 40 metros cuadrados, es decir, de comenzar la presencialidad estaríamos hacinados, y el gobierno no nos ofrece otra alternativa”, sintetiza.