Alex Campo era un pibe bueno. Con apenas 15 años trabajaba y estudiaba. También participaba en una organización social para ayudar en el merendero del barrio Guzzetti, en Cañuelas. El domingo, después de tanto insistir, logró que dos amigos del hermano mayor lo llevaran a cazar liebres. Se metió con la gomera y los galgos en un campo privado, incapaz de imaginar la reacción del dueño: lo atropelló a toda velocidad con su camioneta 4×4 y después se negó a llevarlo al hospital o llamar un médico, dejándolo morir ahí mismo. Los amigos –los sobrevivientes– contaron que no alcanzó a esquivar el vehículo por salvar a uno de los perros que se había enredado con una cuerda. Es que Alex, insisten, era un pibe bueno.
Desde el domingo en Cañuelas no hay más pandemia. Solo se lamenta la muerte de Alex y se comenta, con rabia o incredulidad, la actitud de Rodolfo Sánchez, el productor rural que lo mató. Es tanta la conmoción en la ciudad, que este martes el municipio debió otorgar una excepción especial para que todos los que quisieran pudieran acompañar al cortejo que salió de Allende y Mercante, donde el chico vivía con su madre y los cuatro hermanos, hasta el cementerio municipal. Fue justamente en la ceremonia de despedida cuando la madre se descompensó y debió ser trasladada de urgencia al hospital de la zona.
Sánchez, en tanto, continúa detenido en la sede del Comando de Prevención Rural (CPR) acusado del delito de “homicidio agravado por alevosía”, luego de que la fiscal Norma Pippo escuchara la declaración de los testigos y agravara la caratula del hecho.
Según el relato de los hermanos Agustín y José Cabañas, de 19 y 22 años respectivamente, el domingo, alrededor de las siete de la mañana, ingresaron junto a Alex al campo ubicado en el kilómetro 72,5 de la ruta 205, cerca del paraje El Taladro, buscando cazar alguna liebre que pudiera servir de almuerzo. Un rato después, vieron acercarse a gran velocidad una camioneta negra Dodge Ram. “Vino a fondo y nos encaró”, contó José. Los hermanos lograron hacerse a un lado, pero Alex no se movió: prefirió ayudar a uno de los perros que se había enredado las patas con una cuerda, haciéndole imposible escapar. “Lo chocó de una y le pasó las ruedas de adelante y de atrás por encima”, describió uno de los testigos.
Cuando Sánchez se bajó de la camioneta, los jóvenes le rogaron que llevara a Alex hasta el hospital o que al menos llamara a un médico, pero el productor agropecuario se negó. “Llévenselo de acá”, ordenó. Después, agregó que lo tenía merecido por robar en su campo.
Ya en sede judicial, el estanciero explicó que “vio dos personas que se iban llevando un ternero en brazos” y que fue “hacia la zona tocando bocina y mientras los perseguía apareció una persona de la nada, no sé si de abajo del paso o de atrás de una vaca, por lo que intenté frenar de golpe y eludirlo, pero no pude porque había rocío”. Las pericias a la camioneta, la misma que acumula multas por exceso de velocidad, desmintieron su versión y avalaron lo declarado por los hermanos Cabañas. La pena posible que enfrenta Sánchez es de prisión perpetua.
Alex militaba en el Movimiento Territorial de Liberación (MTL) desde donde ayudaba al merendero del barrio. Había empezado a trabajar de peón de albañil para ganar algo de dinero. Hace poco se había dato el gusto de comprarse una moto. El próximo sueño era agrandar la casa y así tener, al fin, una pieza para él solo.