La pandemia frenó los juegos olímpicos que se iban a desarrollar este año en Tokio. Pero hubo otra olimpíada que sí pudo desarrollarse, de manera virtual: fue la de matemáticas, y tuvo a un argentino como medallista de oro.
Bruno Martín Ziger tiene 16 años y cursa el tercer año en la sede de la escuela ORT en el barrio capitalino de Almagro. Tras reconocimientos en certámenes anteriores (la competencia se realizada cada año en un país diferente), este 2020 alcanzó la cumbre, obteniendo la distinción dorada en la 61° Olimpíada Internacional de Matemática (IMO, en inglés), que organizada por Rusia pero realizada de forma virtual, bajo protocolos especiales por el coronavirus.
Además, el equipo argentino obtuvo otras dos medallas de bronce (Matías Raimundez y Julián Cabrera, ambos del Instituto Politécnico Superior de la ciudad de Rosario) y un par de menciones honoríficas. Argentina ocupó el 50° puesto en la tabla general, mejorando respecto a la 53° posición del año pasado. China volvió a liderar el ranking por segundo año consecutivo, delante de Rusia y Estados Unidos.
«Fue una experiencia muy distinta a todo lo que estaba acostumbrado, incluso creo que fue un poco más difícil –relató el joven a Tiempo Argentino–, más que nada en todo lo que tiene que ver con la comunicación o la interacción entre los participantes y con respecto a la organización y el armado de las pruebas. Pero a pesar de las dificultades, el evento pudo ser realizado exitosamente».
El joven, que el año pasado ya había obteniendo una de bronce en la ciudad inglesa de Bath, comentó que empezó a participar de las Olimpíadas en quinto grado, en Ñandú, cuando su primaria comenzó a ofrecer clases de entrenamiento para ese evento que tiene su correlato en olimpiadas provinciales, nacionales y continentales: «Mis padres consideraron que sería una buena idea que participe y me impulsaron a hacerlo (en su momento, a mi pesar, je). Obviamente, terminé haciéndolo”.
En estos campeonatos mundiales participan estudiantes de secundarias de más de cien países. El primer certamen fue en 1959, en Rumania, y Argentina acumula seis medallistas dorados desde la primera obtenida por Martín Mereb en 1998, hoy uno de los entrenadores del equipo junto a Matías Saucedo y Carlos Di Fiore, también medalla de oro en 2003. En los últimos años resultaron ganadores Ian Fleschler (2017) y Ariel Zylber (2011).
Bruno sumó un total de 31 puntos a lo largo de las 6 preguntas que respondió, al igual que sus compañeros, desde el búnker en Parque de la Estación en Almagro, en el que se instaló el equipo, debiendo respetar la distancia social y utilizando computadoras para comunicarse con las autoridades del certamen.
«Los problemas de las olimpiadas son esencialmente distintos a los del colegio. Apuntan más a algo que podríamos llamar ‘pensamiento matemático’. Cómo usar la información que te dan en el problema para intentar deducir información nueva. Quizás intentando buscar estructuras nuevas o relacionándolo con otras que ya se vieron antes, y así poder resolverlos», explica el flamante medallista dorado de Argentina, y ofrece ejemplos como un problema en el que a un tablero de ajedrez le sacan un casillero en puntas opuestas, y deben responder si logran cubrir todo el tablero con fichas de dominó sin que se superpongan. Y si no se puede, que expliquen por qué.
«Este problema es de combinatoria, se trata de pensar un contexto y deducir afirmaciones a partir de entender una estructura, rompe el esquema de toda la matemática son cuentas y números», acota Bruno, y se refiere a ese punto relacionándolo a cómo se dicta la materia en las escuelas: «Es cierto que no se enseña muy bien, no se explica mucho acerca del razonamiento matemático, cómo ante una situación se pueden entender las estructuras para llegar a conclusiones. Quizás se hace más hincapié en lo teórico y esto se deja más de lado, y el resultado que tal vez termina teniendo es mostrar el lado no tan bueno de la matemática y hacer que la gente termine menos interesada».
Ziger, participante también de las Olimpíadas de Informática y estudiante de piano desde hace dos años, completa: «Siempre tuve algún interés por las matemáticas en el colegio, pero el primer momento en el que me empezaron a fascinar fue cuando empecé a participar de las Olimpiadas. Lo que más me gusta de ellas como disciplina es esta idea de tener que entender lo que está pasando en cada problema, y poder pensarlo así para resolverlos. La otra cosa genial es conocer a otra gente que le gusta lo mismo, sobre todo en estos eventos».