Un hombre murió en Jujuy tras ser atacado por un enjambre de abejas. Se calcula que una de cada cuatro personas es sensible al veneno de avispas o abejas, pero menos del 5% de la población puede generar reacciones graves. Especialistas remarcan que las abejas nunca atacan, sino que se defienden.
El hombre era un trabajador de nacionalidad boliviana llamado Carlos Cachambi, de 50 años, que iba a bordo de su motocicleta por la ruta provincial N° 27, en el paraje quebradeño de Juella, cerca de la localidad de Tilcara.
Luego del ataque, su pareja llamó a la policía, pero cuando llegaron al lugar ya estaba sin vida. Las primeras pericias arrojaron el rótulo de “shock anafiláctico”, por consecuencias de las picaduras.
Se trata de la expresión más severa de la alergia, que afecta múltiples órganos. La picadura despierta una reacción que puede generar desde falta de aire o náuseas, hasta taquicardia, pérdida de conocimiento o un paro cardíaco. Los médicos lo describen como un “trastorno general con una pérdida de la función hemodinámica”, vinculado a la circulación y oxigenación de la sangre, que requiere en primer lugar de una inyección intramuscular de adrenalina de forma urgente: “urgente” en este caso son segundos o a lo sumo minutos. Luego se apela a corticoides para “restituir la circulación”.
En España es un tema que marca alertas. La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic) calcula entre 15 y 20 muertes cada año por esta causa, ya sea por personas alérgicas a la picadura, o por personas que mueren ante tantas picaduras juntas. Aunque relativizan el dramatismo: dos tercios de los pacientes alérgicos al veneno de estos insectos no llegan a ser examinados nunca por especialistas.
En nuestro país ocurrió un fallecimiento recientemente a causa de abejas que atacaron a un turista chileno, Juan Carlos Pegullo, de 76 años en la localidad cordobesa de Los Reartes, en el Valle de Calamuchita. Fue en una obra de construcción a la que ingresaron él y su pareja, que debió ser hospitalizada.
Ninguna abeja es agresiva
“No son comunes estas muertes. Puede ser que la persona tenga un grado de alergia muy alto, aunque es muy poca la población que es alérgica al veneno. A la mayoría de las personas se les hincha en el lugar de la picadura. Tiene que ser mucha la cantidad para que una persona que no sea alérgica tenga algún problema”, contó días atrás al sitio Bichos de Campo el apicultor y docente en la escuela de la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA), Alejandro Martín.
“Ningún tipo de abeja es agresiva. Ningún tipo de insecto vendrá a picarte porque se le ocurrió picarte. Lo que tienen es un sentido defensivo de su nido. La abeja, con su aguijón y veneno, tiene desarrollada esa defensa”, acotó.
Hay dos tipos de abejas en la Argentina. En las provincias de Corrientes, Misiones, Formosa, Santiago del Estero y hasta en el norte de Córdoba, se encuentra la abeja africana o africanizada, que no es más agresiva pero sí tiene un sentido de la defensa más exacerbado.
“Si te acercás mucho se puede sentir atacada y sale en cantidad. En los años setenta y ochenta había muchos lugares en los que se dejó de hacer apicultura con abeja africana porque vos por ahí pasabas con el tractor cerca de las colmenas y te acaban. Hubo muchas personas muertas”, relató Martín.
Desde hace varios años los apicultores vienen trabajando en el mejoramiento genético para bajar la carga agresiva de estas abejas en la región norte del país. A través de la apicultura racional –aquella realizada en cajas- se fueron creando líneas menos defensivas.
En las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, en cambio, la abeja que se encuentra en mayor proporción es la europea, especialmente aquella de origen italiano.
“Esa es mucho menos defensiva y muy dócil. Vos pensá que en el país hay cuatro o cinco millones de colmenas y hay diez mil apicultores trabajando constantemente con abejas. Los nidos de abejas naturales en los árboles no son muy comunes”, afirmó el especialista al sitio rural.
En aquellos casos en que se encuentre un panal muy cerca de una vivienda o en un lugar que represente un potencial riesgo para las personas, existe la posibilidad de contactar a algún apicultor para remover a las abejas.
“El apicultor es el que tiene la idoneidad para manejar la abeja y poder sacarla. El panal se corta y se pasa a colmenas racionales donde el apicultor desarrolla toda la actividad. Lo único que construye la abeja son panales de cera donde tiene la comida, a las crías, etc. La apicultura año a año mueve cientos de miles de colmenas. La abeja cuando sale encuentra un nuevo lugar y se adapta tranquilamente”, aseguró Martín. Y difundió que para las personas que necesiten remover un nido de abejas, SADA tiene dos líneas telefónicas a disposición: se puede llamar al 1131434964 o al 1137034079.
“La abeja tiene un centímetro, donde encontró un huequito se empieza a meter y ahí vive después –concluyó–. Suelen buscar un espacio que les sea cómodo y grande, con una abertura chiquita, y generalmente a cierta distancia del piso. Pero después llega un momento en que buscan cualquier lugar”.