En febrero de 1972, Juan Domingo Perón difundió un documento germinal sobre la problemática ambiental; desde su exilio en España, lanzó su “Mensaje a los pueblos y gobiernos del mundo”, escrito en el que encara el tema como una cuestión netamente política. Cuarenta y siete años más tarde, un grupo de sindicatos argentinos levantó esa bandera y conformó el Frente Sindical de Acción Climática.
El Sindicato de Patrones de Cabotaje, en Barracas, fue la semana pasada el ámbito donde representantes de diferentes gremios tomaron la iniciativa y pusieron en el centro de su agenda a la emergencia climática, por los efectos devastadores que tiene en el ambiente y también en la vida cotidiana de los trabajadores. Durante la reunión, “convencidos de que se trata del desafío más significativo del mundo en los próximos 30 años”, los sindicalistas argumentaron que su voz no puede estar ausente en la última oportunidad de frenar el cambio climático, que en diez años llegará a un punto de no retorno.
Los anfitriones, Julio González Insfrán y Mariano Moreno –secretario general y secretario adjunto, respectivamente, del Centro de Patrones y Oficiales Fluviales, de Pesca y de Cabotaje Marítimo–, relataron cómo su sindicato está desarrollando en las hidrovías del Paraná y el Paraguay un modelo de remolcador que se impulsa con energía alternativa, bajando significativamente los costos. Una muestra de la iniciativa de los trabajadores a la hora de accionar contra el cambio climático. No fue el Estado ni los empresarios ni las grandes firmas internacionales, sino la organización gremial la que, sin tocar el convenio colectivo, mejoró los costos y redujo significativamente el impacto ecológico.
Gonzaléz Insfrán resaltó la importancia soberana de este proyecto en las vías navegables que dan salida a la producción de cinco países (Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay), donde cada vez hay más barcos, incluso de gran porte, que utilizan combustibles pesados que afectan a todo el ecosistema.
“Transición justa” es el concepto que condensa esa combinación de ideas: que el cambio hacia una economía limpia va de la mano con la justicia social, tal como expresa la encíclica Laudato Sí, del papa Francisco.
La reunión, iniciativa de la secretaría de ambiente de Apoc a cargo de Sol Klas, agrupó representantes de sindicatos tan variados como la Federación de Cerveceros, AGOEC (del Ceamse), Dragado y Balizamiento, FATUN (no docentes universitarios), AEFIP (Afip), APOC, entre otros, contaron experiencias y desarrollos de sus propios gremios. Los cerveceros, por ejemplo, dieron detalles de su hotel gremial, el único enteramente sustentable del país. Todos coincidieron en reclamar que se incorpore la voz de los trabajadores en el Gabinete Nacional contra el Cambio Climático, donde hoy ni siquiera está representado el ex Ministerio de Trabajo.
Otro punto que surgió de la charla fue la necesidad de ampliar el debate de la Ley de Cambio Climático aprobada en Senadore. Las distintas intervenciones subrayaron que la normativa no sólo carece de un presupuesto de aplicación, sino que tampoco menciona a los trabajadores ni al Acuerdo de París.
Con miras al encuentro mundial contra el cambio climático (COP25), la reunión de la ONU que buscará terminar de delinear el texto fino de los Acuerdos de París, que entran en vigencia en 2020, el Dr. Carlos Ferreyra –presente en la reunión de los sindicatos comprometidos con el medio ambiente– está promoviendo una PreCOP sindical, es decir, una serie de encuentros orgánicos de la mayor cantidad de gremios posibles para construir una agenda común y presentarla en la COP25, en Santiago de Chile, a comienzos de diciembre.
El ejemplo del sindicalismo ambiental de otros países puede ser inspirador para sus pares nacionales. El jueves pasado, en Barracas, a pocos cientos de metros del Riachuelo (un pasivo ambiental que no deja de emitir mercurio y plomo), el grupo de sindicatos reunidos apostó a sumar más gremios a una causa que, como ya definió Perón, sólo puede transformarse en acción a través de la dirigencia política.