La justicia porteña suspendió un nuevo intento del gobierno de la Ciudad de mudar la Escuela Taller del Casco Histórico durante la cuarentena. Días atrás realizó un operativo en medio de la noche para vaciar el lugar, desoyendo el amparo vigente que protege al edificio y a sus activos. Ahora, la Jueza Romina Tesone, quien ya había dictado una medida cautelar, desaprobó de plano las maniobras y el gobierno deberá garantizar las condiciones del nuevo lugar para funcionar.
La Escuela Taller está ubicada en Brasil al 200, esquina Paseo Colón, avenida que el gobierno porteño busca ensanchar para continuar el Metrobus del Bajo. Para eso planea demoler este edificio, donde se realiza la formación en artes y oficios orientados a la conservación y restauración de bienes culturales de valor patrimonial.
La emblemática escuela de oficios, que fue fundada en 2001, está atravesada por varios años de lucha. En la actualidad, esa lucha es por un lugar de pertenencia. Su creación, en medio de la crisis económica que golpeaba al país, fue una iniciativa para dar herramientas laborales en una ciudad en la que escaseaba la mano de obra especializada.
En noviembre de 2019, la jueza Tesone justicia porteña otorgó un amparo a docentes y estudiantes y frenó la demolición de la Escuela «hasta tanto se encuentre efectivamente disponible otra sede para ser utilizada a tales fines o se dicte sentencia de fondo, lo que ocurra primero”.
A través del amparo, la comunidad educativa busca que se otorgue a la Escuela Taller del Casco Histórico otro edificio para uso definitivo y que no sea un lugar transitorio, como propone la administración porteña. Además, piden que la nueva sede cumpla con las condiciones necesarias y las características con las que cuenta el actual edificio ubicado en Brasil 200, para garantizar que se realice una correcta capacitación de los distintos oficios.
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Hace una semana, el Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC) e integrantes de la comunidad educativa denunciaron que se estaba violando una medida cautelar cuando aparecieron un sábado a la noche camiones del Ministerio de Cultura porteño para vaciar el edificio.
Esta semana se llevó a delante una nueva audiencia virtual convocada por la jueza, quien desaprobó de plano las maniobras de mudanzas realizadas por parte de la Ciudad e informó que, de aquí en adelante, cualquier acción a realizarse por parte del ministerio de Cultura deberá ser informada al juzgado con una semana de antelación.
De la audiencia participaron estudiantes y docentes. También debía presentarse el ministro de cultura de la ciudad de Buenos Aires, Enrique Avogadro, quien respondió con un ausente y mando un representante en su lugar.
“Si bien el escrito prevé la posibilidad de que se puedan mudar cosas con la intención de agilizar algunas cuestiones, la jueza calificó el intento de avanzar de la Ciudad como intempestivo y de manera ilegal”, contó a Tiempo, Rubén Fernández, exalumno de la escuela e integrante del colectivo Casco histórico Protege.
El edificio se encuentra envuelto en una disputa legal porque la Ciudad busca demolerlo para darle continuidad al Metrobús del Bajo, pero los estudiantes y docentes no quieren mudarse hasta que no haya otro inmueble preparado con la infraestructura necesaria.
En esos años, distintas propuestas de mudanza hechas por el Gobierno de la Ciudad no se concretaron. La primera fue para desembarcar en Altos de Elorriaga, una casa edificada alrededor de 1820 en Alsina y Defensa. La siguiente propuesta fue para trasladarse al edificio del ex Padelai, en San Telmo, que fue restaurado recientemente y ahora alberga la sede de la Comuna 1. Pero finalmente ese plan, planteado a fines del año pasado, también quedó en la nada. Pasado un tiempo, un nuevo plan fue relocalizar la escuela de forma temporal en un edificio del Ministerio de Cultura, en Alsina 963.
“En marzo pasado, antes del inicio del aislamiento, se realizó la última audiencia donde recorrimos las instalaciones del lugar y las condiciones edilicias en términos generales continuaban en pésimas condiciones, con graves problemas de electricidad, ventilación, seguridad y filtraciones, reparaciones mal realizados en los que se podía observar paredes recién pintadas con humedad; hicieron una lavadita de cara en donde la jueza no dio el visto bueno a las instalaciones ratificando la vigencia de la cautelar”, cuenta Rubén, ex aluno de la escuela, y agrega: “El edificio ideal para trabajar es el de Paseo Colón y Brasil, sus instalaciones fueron pensadas y construidas para las actividades y la capacitación que brinda la Escuela Taller. Con la excusa de la eventual apertura de las clases, se autoriza la mudanza. La Ciudad asegura que el espacio ha sido adecuado totalmente para asegurar un mejor funcionamiento pero creemos que el verdadero objetivo es avanzar y disponer cuanto antes del histórico edificio, demolerlo y continuar el Metro Bus”, finalizó.
Desde 2016 existe un proyecto para ensanchar la avenida Paseo Colón, luego de varias modificaciones en la zona que incluyeron la demolición de otros edificios. La escuela es el último inmueble histórico sobre esa traza: a pocos metros de ella se encontraba otro histórico edificio, el Marconetti, que estuvo ocupado por quince familias, a las que el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) ofreció créditos para retirarse, luego de haberlas acusado por usurpación y haber ordenado un desalojo. Una vez deshabitado se lo demolió.
En febrero de 2018 se realizó una licitación pública por más de $21.000.000 a fines de reformar el inmueble. El objetivo era demoler la fachada sobre Paseo Colón y reformar las aulas interiores, pero ahora se busca por tirar el edificio entero. Según una resolución publicada en el Boletín Oficial, el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad invertirá $8.987.552 para derribar la Escuela Taller.
Para proteger el lugar, el diputado Matías Barroetaveña, junto con diez legisladores del Frente de Todos, presentó un proyecto de Ley para declararla como bien integrante del Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
La escuela ofrece a la comunidad un espacio de aprendizaje gratuito donde se enseñan oficios como la carpintería y la yesería, entre otras labores tradicionales que aún tienen vigencia. Allí se recomponen muebles y objetos de valor patrimonial público, y también se capacita a los responsables de mantener ciertos edificios porteños. Actualmente cursan 250 alumnos. La oferta de cursos gira en torno a cinco ramas: restauración de edificios, luthería de cuerdas, ornamentación artística, restauración de mobiliario y esgrafiado.