Pocas frases se repiten más en la Argentina que «esta semana arranco el gimnasio«. Como una receta divina en contextos de urgencias, de no poder parar, de vidas sin demasiados cuidados saludables. Pero un estudio demuestra que se puede ser sedentario aún yendo al gimnasio. «Este trabajo cambia el paradigma de las recomendaciones en el consultorio», remarcan especialistas.

Se trata de una reciente investigación sobre personas con algún diagnóstico de enfermedad cardiovascular la cual confirma que el comportamiento sedentario se asocia ampliamente con resultados cardiovasculares futuros adversos, con efectos particularmente evidenciables en la insuficiencia cardíaca y en la mortalidad cardiovascular.

El trabajo reflejó que, si bien aquellos que realizaban alguna actividad física moderada o vigorosa veían mitigado parcialmente el riesgo excesivo, también era recomendable en esa población combatir el comportamiento sedentario que presentaban durante el resto del día.

«Esta conclusión convalida la recomendación de evitar y combatir el sedentarismo, aún en personas que practican ejercicio físico con cierta regularidad», afirmaron desde la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), destacando que la media de inactividad a partir de la cual se evidencia riesgo futuro de desarrollar enfermedad cardiovascular fue de 10,6 horas diarias (además de las horas destinadas a dormir).

El sedentarismo y el gimnasio

El estudio, publicado recientemente en la prestigiosa revista internacional del Colegio Americano de Cardiología (JACC, por su sigla en inglés), incluyó a 89.530 hombres y mujeres (44% y 56% respectivamente) del Reino Unido de una edad promedio de 62 años. Todos los participantes fueron evaluados durante una semana en el nivel de tiempo en movimiento con la ayuda de un sensor de movimiento en la muñeca.

Luego se hizo un seguimiento a 8 años para registrar la aparición o no de eventos cardiovasculares. Además se utilizaron algoritmos de aprendizaje automático para clasificar las actividades y detectar patrones en los comportamientos sedentarios.

Entre los principales resultados del trabajo, se halló que la mediana del tiempo sedentario fue de 9,4 horas por día (h/d). Pero, al abrir los valores por subgrupos de participantes, un mayor nivel de sedentarismo promedio diario -categorizado a partir de las 10,6 horas- se asoció con mayores riesgos de insuficiencia cardíaca y mortalidad cardiovascular a futuro y también con un aumento de aparición de fibrilación auricular incidente, un tipo de arritmia que aumenta las posibilidades de sufrir un ACV o un infarto agudo de miocardio; todo esto independientemente de la cantidad de actividad física moderada a vigorosa que realizaban con sesiones programadas unas pocas veces a la semana.

De hecho, la asociación con insuficiencia cardíaca y con mortalidad cardiovascular persistió entre los individuos que cumplían los niveles de actividad física moderada a vigorosa recomendados por las guías internacionales de actividad física. En contraposición, entre los individuos con menos de 10,6 h/d de tiempo sedentario, al lograr reasignar el comportamiento sedentario a otras actividades se redujo sustancialmente el exceso de riesgo cardiovascular conferido por el comportamiento sedentario, inclusive entre los individuos que cumplían el nivel de ejercicio físico recomendado por las guías.

Paradigma

“Este trabajo cambia el paradigma de las recomendaciones en el consultorio. El cardiólogo habitualmente le pregunta la paciente si hace alguna actividad física y cuánta. Si la respuesta es ‘sí, cuatro veces por semana’, la consulta pasa a evaluar otro factor de riesgo. Este estudio nos demuestra que se puede ir una hora al gimnasio, pero si las restantes 23 horas del día estamos quietos, pasamos a ser lo que se llama ‘sedentarios con actividad física’, con un 23% más de riesgo de mortalidad cardiovascular que aquellos sin comportamiento sedentario”, afirmó el doctor Mario Fitz Maurice, médico cardiólogo, exdirector del Consejo de Arritmias y director de Prensa y Comunicación de la Sociedad Argentina de Cardiología.

A pesar de que el cumplimiento de 150 minutos semanales de actividad física moderada a vigorosa atenuó los riesgos, las asociaciones con insuficiencia cardiaca y mortalidad cardiovascular persistieron inclusive entre ese grupo de participantes.

“Aunque las guías actuales de actividad física enfatizan alcanzar al menos 150 minutos semanales de ejercicio moderado o vigoroso, los datos sugieren que el cumplimiento de este objetivo puede ser insuficiente para contrarrestar los efectos negativos del comportamiento sedentario”, completó.

Jorge Franchella, médico deportólogo y cardiólogo, miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología, enfatiza que en medicina, como en cualquier ciencia, lo importante es medir: «la gente -ante la consulta- suele exagerar las respuestas a su favor. En este estudio, medir durante una semana el tiempo en que los participantes fueron activos es muy importante. Y eso no se restringe a la cantidad de pasos, sino a todo el movimiento. Está en línea con el concepto del ‘sitting time’ que es el tiempo que pasamos sentados. Podemos hacer 300 minutos de gimnasia semanal, pero si estamos sentados 12 horas por día, nuestra conducta es sedentaria”.

Comportamiento sedentario

El riesgo de insuficiencia cardiaca y mortalidad cardiovascular mostró un aumento significativo cuando el tiempo sedentario excedió las 10,6 horas diarias. Por cada hora adicional por encima de este umbral, el riesgo de insuficiencia cardiaca aumentó un 18% y el de mortalidad cardiovascular, un 23%.

«El comportamiento sedentario constituye un factor de riesgo independiente para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, inclusive en personas que cumplen con los niveles recomendados de actividad física moderada a vigorosa. Las intervenciones deberían enfocarse no solo en promover actividad física, sino también en interrumpir largos períodos de inactividad a lo largo del día, ya que esto aumenta la mortalidad«, afirmaron desde la Sociedad Argentina de Cardiología.

La redistribución del tiempo sedentario hacia actividades ligeras o vigorosas mostró beneficios significativos. Por ejemplo, reducir 30 minutos diarios de sedentarismo disminuyó el riesgo de insuficiencia cardiaca en un 7% y el de mortalidad cardiovascular, en un 8%.

Carolina Salvatori, médica cardióloga, Asesora del Consejo de Cardiología Clínica de la SAC, acota que el deporte reduce la mortalidad y aumenta la sobrevida, pero debemos combinarlo con movimiento y vida activa durante las horas en las que no hacemos deporte y estamos trabajando o en nuestras casas: «la recomendación es moverse todo lo que se pueda durante el día y mantener la actividad física al menos 150 minutos por semana para reducir la mortalidad cardiovascular y generar beneficio para todo el organismo”.