Diez años atrás, se calculaban en unas ochenta millones de personas las que se movían de un lado al otro del mundo tan sólo para avistar aves diferentes en cada temporada. Pero en una travesía por nuestro país, desde el mayor mamífero como la ballena Franca austral o hasta huemules, ciervos colorados, mariposas, cóndor americano, pumas o yacarés y hasta las frágiles mariposas hay de todo para no perder de vista.
Si de avistajes se trata, en la Patagonia el calendario de avifauna recorre todo el año. En octubre, Puerto Deseado en Santa Cruz, da la bienvenida a los pingüinos de penacho amarillo que se hicieron famosos en la película de dibujos animados Los Reyes del Surf (o Locos por las Olas) y que llegan a la Isla Pingüino, hoy Parque Nacional, a unos 20 kilómetros de la ciudad puerto donde existió setenta años atrás una factoría y sus restos, además de un faro abandonado aún permanecen como testigos de otros tiempos. Se llega en travesía náutica, hay una colonia de pingüinos de Magallanes también y en uno de los sectores de la isla permanece, además, una colonia de lobos marinos. Pero es a partir de octubre el momento perfecto cuando llegan los pingüinos de penacho amarillo que son pequeños, con ojos rojos y unas pestañas larguísimas de este color amarillo fluorescente y una crestita negra que les brinda un perfil Punk. Es el sitio más cercano al continente donde se pueden ver, sino hay que llegar a las Islas Malvinas o a la Antártida para verlos. Se quedan hasta abril y en pleno verano cuando nacen los pichones, es un espectáculo aparte.
El territorio patagónico con su horizonte pleno también ofrece rincones como los más reservados al Oeste junto a los lagos donde es posible observar con mucha paciencia Huemules, los cérvidos americanos más grandes, uno de estos sitios es los bosques que rodean al Lago del Desierto, en el extremo santacruceño, muy cerquita de Chile, que es Reserva Natural.
Pero desde fines de mayo y hasta entrada la primavera argentina, el mayor exponente quizás de los avistamientos es el de la Ballena Franca Austral que todos los años recala en las aguas del Golfo Nuevo que bañan las costas de la Península Valdés, en Chubut. Desde Puerto Madryn, a unos 15 minutos en las playas de El Doradillo hay propuestas premium desde la costa misma sobre la playa de canto rodado donde temprano en la mañana o durante la caída del sol, se disfruta de un desayuno íntimo o un after mirando al mayor mamífero marino. También embarcados, guarda otra adrenalina, cuando desde puerto Pirámide se zarpa para el avistaje en pleno océano. Para la experta en turismo, Lo Gall de Lihue expeditions, la mejor fecha para ver pingüinos es “de diciembre a marzo cuando están los pichones”, comenta y dice que tanto “Elefantes marinos como Lobos marinos, es en agosto cuando los machos comienzan a armar su harem y es muy interesante”.
Claro que Península es un área protegida donde de paso, también podés ver choiques (Ñandú enano) y guanacos por los caminos internos y es en marzo cuando llegan las orcas y despliegan un espectáculo natural impresionante (literalmente hablando) con su conducta de “varamiento”, en el que uno de los ejemplares toma impulso desde el agua salta a la playa y caza una cría de lobo marino. Tremendo.
La costa rionegrina, en especial en el Balneario El Cóndor, cerquita de Viedma es donde el biólogo Mauricio Faillá se hizo famoso con el recorrido junto a una de las colonias de loros barranqueros más grande del mundo. Se camina por la playa que está rodeada por acantilados tan altos como el obelisco y su perfil de queso gruyere es el que permite albergar a estos loros donde anidan y tienen sus pichones. Sí, loros. Y atenti porque viajeros europeos pagan por verlos.
Muy cerquita también hay posibilidad de embarcarse para ver ballenas en estas costas. Desde Viedma, desde el Balneario Las Grutas, en San Antonio Oeste y principalmente en la Bahía San Antonio del Golfo San Matías. Ballenas, lobos y hasta delfines se pueden ver y la temporada de avistaje se lanzó esta semana.
Para apasionados de los bichos, su destino está en los parques nacionales y en especial en el norte argentino donde se pueden ver especies autóctonas que, sin embargo, son poco comunes de observar. Tapires, ositos mieleros, osos hormigueros , yacarés y la cigüeña más grande de Sudamérica, El Jabirú, se observan entre el Bañado la Estrella en Formosa, en el Impenetrable chaqueño donde hasta se puede observar un yaguareté, el mayor felino de américa y hasta tucanes en las yungas que comparten Salta, Tucumán y Jujuy.
Para algo exótico está La Pampa cuando en abril se produce la época de Brama, que es cuando los ciervos colorados machos luchan y compiten con sus pares por mantener su harem en la época de reproducción.
Y si aún no llegó a los Esteros del Iberá, debe saber que ya es Parque Nacional y que hay una quincena de pueblos que integran una ruta escénica en formación aunque el clásico portal de ingreso está en el pueblo de Colonia Pellegrini, cerquita de Mercedes la tierra de Gauchito Gil, y es aquí donde esta área protegida correntina permite ver en primerísimo primer plano a los reyes de la región Litoral, los yacarés, además de distintas especies de aves, ciervo de los pantanos y hasta monos y la boa curiyú (anaconda amarilla, es enorme).
Hay un emblema americano y es el cóndor. El ave de mayor envergadura del continente y es eje en la cosmovisión de los pueblos originarios. En La Rioja hay un sitio especial al que se accede mediante un trekking o de a caballo, es el peñasco desde Posta de Los Cóndores, en el departamento de Felipe Varela en la Finca de la Cruz. Es un establecimiento nogalero, recorrido por un arroyo cristalino y en sus campos, está la montaña de roca que balconea al vacío y donde anidan los cóndores, por eso es un área protegida. Sobre el borde hay un deck y desde allí en silencio y podrá ver, si la naturaleza lo permite, el instante en que la hembra adulta se acomoda detrás de un pichnó (que es tamaño baño) y lo empuja con su pico para animarlo a caer y aprender a volar. Emoción de la naturaleza en estado puro.
Hay de todo. Guanacos en toda la Patagonia. Son silvestres, a más de tres mil metros de altura las vicuñas, otro de los camélidos americanos y las llamas y alguna alpaca bien en la puna y valles norteños.
Pero es el atractivo de la ruta de la selva misionera la que depara pequeñas sorpresas. Para el experto en naturaleza, Hugo Cámara, Coordinador del Programa de Ecoturismo en el proyecto Bosque Atlántico de Aves Argentinas, nacido y criado en Comandante Andresito, “en Misiones se pueden avistar especies todo el año, los momentos ideales son con las primeras luces de la mañana y en el atardecer”, le revela el dato a Tiempo de Viajes. Es que el territorio misionero ofrece en cada tramo selva y ríos y su corazón natural despliega cascadas en cada rincón hasta su máxima expresión en las Cataratas del Iguazú dentro del Parque Nacional. En una travesía por estas tierras sucede todo para mirar. Pero si algo sorprende aquí, está en el piso. Al costado del camino o junto a un río. Son miles de mariposas posadas en una porción de tierra húmeda. De lejos parecen flores. De cerca andan ahí, posadas sobre el suelo. Con buena vista o una lupa, se ve su trompa finita en forma de espiral que estiran y apoyan para alimentarse. Prendida del suelo, parece. “Si descubren un rincón con salitre en este suelo, todos los insectos, bichos y animales, se acercan a absorverlo”, explica Hugo Cámara.
Solos o en familia, esta experiencia se puede ver en el camino o en sitios especiales, porque hay “mariposarios” en cada tramo. En el Parque Provincial La cruz de Santa Ana, cerca de Posadas, la capital de la tierra colorada, hay uno para visitar dentro del área protegida y hasta en hoteles como “El Pueblito” en la ciudad de Puerto Iguazú, puede almorzar y visitar su propio mariposario donde verá una especie de invernadero con plantas, calor y humedad a fuerza de rocío artificial que reproduce exacto el ambiente que prefieren las mariposas. Hasta les dan de comer. Desde la rouga hasta la hermosa mariposa, uno camina y se sumerge en un mundo alado.
Desde las aves más curiosas hasta las enormes ballenas, si el mundo animal lo sorprende puede ir por más. Porque Neuquén, La Rioja y San Juan ofrecen hasta dinosaurios. Lo fundamental para divisar especies en el mundo animal es la paciencia y el amor por la naturaleza. Lo demás es de otro cantar.
MAS INFO:
Para avistar mariposas en primer plano, Parque de La Cruz de Santa Ana, cerquita de Posadas, en Misiones. Tiene senderos de interpretación también orquidiario y paseo en tren hasta la Cruz. Un restó Gourmet con platos regionales.
Hugo Cámara es autor del libro: “Senderos en la Selva Misionera”, con la coautoría de Lorena López y colaboración de Juan Carlos Chébez.
www.parquesnacionales.gov.ar
Para ver los famosos pingüinos de penacho: www.darwin-expeditions.com