Tres docentes de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref) denunciaron que fueron cesanteadas en sus puestos como corolario de una serie de acciones de acoso sexual por parte de una autoridad académica de esa alta casa de estudios. En la Untref aseguraron que abrieron un sumario por la denuncia de acoso y desmintieron que hayan existido despidos.
El caso tomó estado público días atrás cuando Marina Rieznik, una de las docentes cesanteadas, reveló la situación de hostigamiento vivida durante 2020, a la que se sumó la precariedad laboral y el despido sobre el último fin de año.
En diálogo con Tiempo, Rieznik -doctora en Historia e investigadora del Conicet- detalló que junto con Carla Lois y Laura Esteras conformaron un equipo que dictó clases en la materia Pensamiento Tecnocientífico de la Licenciatura de Artes Electrónicas de la Untref a partir de una invitación de Mariano Sardón, coordinador de la carrera, en 2019.
Según el relato de Rieznik, Sardón realizó intentos de acercamiento físico, primero, y luego pasó a enviarle mensajes inapropiados, todos ellos rechazados. “Un mes después de un mensaje en el que, nuevamente, me invitaba a salir y recibía una negativa, el coordinador decidió no volver a contratarnos», indicó. Reiznik subrayó que entregó los mails y chats a una Comisión de Género de la Untref, a cuyo pedido se inició el sumario interno que investiga estos hechos.
Diego Marquis, asesor externo de la Untref, le dijo a Tiempo que se trata de “dos situaciones totalmente distintas”, en relación a la situación laboral y la denuncia de acoso. Respecto de lo primero, dijo que “ellas (por las tres profesoras) eran docentes invitadas y contratadas para dar un seminario que duró un tiempo y concluyó en julio de 2020”. Agregó que “la universidad no está obligada a volver a invitarlas. No es una materia que está concursada”.
Sin embargo, Rieznik indicó que la materia que dictaban era “troncal” y que las condiciones de contratación con la Untref brillaron por su ausencia: “Nunca firmamos un contrato. Facturábamos mes a mes y siempre con la promesa de que ‘próximamente’ nuestra situación sería normalizada cuando pasara la pandemia”, recordó. Además, apuntó que la comunicación que entregó la Untref, sobre fechas de caducidad de esos supuestos contratos, era errónea. “La universidad informó que terminamos nuestra tareas en julio de 2020 cuando en realidad seguimos hasta tomar exámenes en diciembre último”, subrayó.
Respecto de la denuncia de acoso, Marquis aseguró que “a la universidad le preocupa mucho” y señaló que hay un “procedimiento que está en marcha” que las autoridades “siguen atentamente” y que “básicamente consiste en escuchar a las partes involucradas” ara lo cual se designó un instructor.
La Untref cuenta con un Reglamento de Sumarios elaborado en 2006, que es un manual de procedimientos para usar ante cualquier tipo de denuncia contra su personal. En general, las miradas de género se incorporaron mucho después a este tipo de reglamentos generales.
Rieznik observó que “aun no tenemos una respuesta de las autoridades. La primera persona que debería haber dado una es el propio Sardón, de quién no se conoce su versión de por qué nos desvinculó”. La docente agregó que nunca recibieron una notificación oficial del fin de sus tareas sino que se enteraron por colegas de que Sardón estaba buscándoles reemplazos.
No es la primera vez que surge una denuncia de maltrato laboral asociado al acoso sexual en el mundo académico y docente. Rieznik observó que para las mujeres que actúan en ese ámbito “es más difícil posicionarse frente a acosadores o maltratadores que son colegas, socios o jefes”, aunque sí lo hagan con mujeres que denuncian casos por fuera de ese ambiente. En general, los acosadores y maltratadores del ambiente universitario “tienen mucho poder y mucha impunidad, y cuando eso se junta con el prestigio, la situación se vuelve compleja para las mujeres, tanto para denunciar como para solidarizarse”, reflexionó.