La votación fue celebrada con gritos, abrazos y llantos de emoción, después de demasiada espera. Con sesenta votos a favor y uno en contra, el Senado convirtió en ley el proyecto de VIH, Hepatitis Virales, Tuberculosis e Infecciones de Transmisión Sexual que propone su abordaje de forma integral, para garantizar acceso a la salud, contención e información, y batallar contra las situaciones de discriminación hacia pacientes. Entre otros grandes cambios, la nueva normativa prohíbe los testeos de estas enfermedades en exámenes preocupacionales.
Casi por unanimidad –con la excepción del jefe del bloque PRO, el misionero Humberto Schiavoni- la Cámara Alta sancionó la nueva normativa pasadas las diez de la noche del jueves. Desde las gradas, decenas de pacientes celebraron la medida, reclamada durante años.
“La nueva ley de VIH salva vidas”, dijo la diputada del Frente de Todos Carolina Gaillard, autora del proyecto de respuesta integral al VIH, hepatitis virales, tuberculosis e infecciones de transmisión sexual. “Esta es una ley que tiene la fuerza y la encarnadura del trabajo de muchos años de las organizaciones de la sociedad civil”, agregó la legisladora entrerriana antes de la votación el Senado, mientras organizaciones de la sociedad civil realizaban un acto en la Plaza de los Dos Congresos para pedir la aprobación.
“La ley anterior fue muy importante, pero luego de más de 30 años, ya está desactualizada. Hoy tenemos una ley con un enfoque de derechos humanos y un enfoque integral del tratamiento”, contrastó Gaillard.
“Esta ley promueve un cambio de paradigma en el tratamiento del VIH, considerando que no sólo debe existir un abordaje desde el punto de vista biomédico, sino también un abordaje social de esta enfermedad que, si bien hoy tiene un tratamiento eficaz, sigue estando rodeada por el estigma y por la discriminación. Para esto, se estipula la ampliación de derechos laborales para los pacientes, así como un régimen de pensiones no contributivas que permitan, más allá del acceso al tratamiento, una buena calidad de vida”, concluyó.
La iniciativa apunta a un cambio de perspectiva en el abordaje de estas enfermedades. Propone que toda prueba para detectarlas sea voluntaria, gratuita, confidencial y universal, y promueve la creación de un régimen de jubilación especial, de carácter excepcional, para quienes transiten las enfermedades de VIH y hepatitis B o C, así como una pensión no contributiva de carácter vitalicio para quienes se encuentren en situación de vulnerabilidad social. Además, establece la creación de un Observatorio Nacional sobre Estigma y Discriminación.
La nueva ley también contempla la capacitación, investigación, difusión de campañas masivas y la conformación de una Comisión Nacional de VIH, Hepatitis Virales, otras ITS y Tuberculosis, integrada de forma interministerial e intersectorial por representantes de los organismos estatales, sociedades científicas y organizaciones de la sociedad civil con trabajo en estas patologías.
El jefe de la Comisión de Salud, el tucumano Pablo Yedlin, elogió la actual Ley de VIH y la calificó como “precursora en el mundo y sobre todo en la región”.
“Pandemias olvidadas”
Frente al Congreso, las organizaciones sociales que militaron la ley leyeron un documento en el que alertaron que el VIH, las hepatitis virales y la tuberculosis “son las pandemias olvidadas” y las personas afectadas por ellas “son parte de las poblaciones más excluidas y marginadas de esta sociedad”.
“Se piensa que la tuberculosis, la sífilis y muchas de estas patologías transmisibles altamente prevalentes son cosa del pasado, que ya nadie muere por su causa (…) Pero entre 4 y 6 personas mueren todos los días por enfermedades relacionadas con el sida”, se leyó mientras avanzaba la sesión en el recinto. “Todos los años se notifican en promedio 11 mil casos de tuberculosis, 4.500 de VIH y 2.500 nuevos casos de hepatitis virales”, señaló el documento.
El mensaje advirtió también sobre el alto nivel de sub-diagnóstico en estas patologías. “Un diagnóstico tardío es una persona con cirrosis avanzada o con hepatocarcinoma, lo que en muchos casos conlleva a la necesidad de un trasplante de hígado o a la muerte. Las personas que mueren por causas relacionadas con la hepatitis crónica diagnosticada en forma tardía o no tratada, ven deteriorarse día a día su calidad de vida”, expresaron las organizaciones. Y agregaron: “Muchas de estas personas se enfrentan con la imposibilidad de trabajar debido a su condición de salud, o a causa de la depresión, la angustia, la pobreza y la discriminación, el estigma o autoestigma que atraviesa sus vidas, sin ningún tipo de ayuda psico-social-laboral”.
Este panorama es el que se busca transformar, y por eso la nueva ley integral fue tan peleada y tan celebrada.