De la oscuridad a la luz. Del gris al verde. De cárcel a parque. La histórica penitenciaría de barrio San Martín de la ciudad de Córdoba se convirtió este miércoles, tras un proceso de casi 8 años, en el nuevo “Paseo San Martín”.
El Establecimiento Penitenciario N° 1 cerró sus puertas el 2 de abril de 2015. Desde ese entonces, el predio de 40 mil metros cuadrados pasó a ser motivo de debate en la búsqueda de ser convertido en un espacio cultural pero que no se pierda el valor histórico ni que demuelan sus estructuras, algo que la gobernación llegó a pensar en un primer momento. Finalmente se volvió un espacio verde de casi cuatro hectáreas aunque las autoridades aclararon que seguirá siendo un sitio de memoria.
El lugar fue declarado Monumento Histórico Nacional hace cuatro años, y ahora pusieron en valor las cuatro torres de vigilancia, el arco central y la fachada del edificio diseñado por el arquitecto italiano Francisco Tamburini, a finales del siglo XIX. Las paredes externas están pintadas con murales.
El nuevo parque cuenta con sectores de esparcimiento y la recreación, con áreas de juegos y postas de entrenamiento. Hay una pista de skate de 685 metros cuadrados, y bicicletas que se encargan de triturar botellas de plástico para ser reutilizadas. Los pabellones que integran el excomplejo carcelario no serán restaurados en esta primera etapa.
Huellas del horror
Que continúe como sitio de la Memoria será un aspecto esencial que, al menos por ahora, las autoridades prometen mantener. Hace siete años la gobernación llegó a sugerir que debían demoler edificios, lo que motivó el rechazo de organismos de Derechos Humanos.
Sucede que la Penitenciaria fue escenario de episodios oscuros de la historia cordobesa, como los fusilamientos de presos políticos ocurridos en la última dictadura cívico-militar, o el motín de 2005 en el que murieron 8 personas. La cárcel era para 870 personas y había 1.670 internos cuando se desató el motín.
La Comisión de Homenaje a los Presos Políticos Fusilados de la UP1, de la que forma parte, presentó años atrás recursos de no innovar para frenar la demolición. “Entre abril y octubre de 1976 fueron fusilados ahí 29 compañeros y compañeras, entre ellos mi mujer. Yo mismo he declarado en el juicio de La Perla que en la cárcel de San Martín existían calabozos subterráneos. Hay testimonios de Abuelas que hablan de madres parturientas”, manifestó en su momento Miguel “Vitín” Baronetto a La Izquierda Diario.
La cárcel también había sido utilizada para el alojamiento de detenidos por razones políticas luego del Golpe de Estado de 1955 y durante los primeros años de la década del ‘60, con la implementación del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) entre 1958 y 1963. Los ex presos del Plan Conintes siempre denunciaron que habían sido torturados en esta cárcel y también presentarán recursos de no innovar.
Tiempo atrás, la Doctora en Historia por la Universidad de Córdoba (UNC), investigadora de carrera de CONICET y docente de la Escuela de Historia de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Ana Clarisa Agüero, resaltaba “los valores históricos, memoriales e identitarios que reconocemos en ella y han sido desarrollados en varios textos y documentos: la manera en que la forma arquitectónica expresa un momento del sistema y las ideas penales argentinas, de inflexión reformista, la manera, a la vez, en que esas mismas formas fueron sede activa de la vulneración de toda justicia y la privación de derechos en la larga duración; la significación del edificio, y de ciertas partes en particular, como memorial de la barbarie; su significación, a la vez, como pieza icónica de una memoria material urbana y barrial. Aquí el proceso de mutua constitución de la penitenciaría y el barrio, siempre ambiguo pero indiscutible, es central”. Y mencionaba, entre otros, el asesinato de René Moukarzel; según la información disponible, detenido en 1974, estaqueado desnudo en uno de los patios y muerto en la enfermería en 1976.
Si bien llegó a demoler parte de muros perimetrales, hoy la postura discursiva de Schiaretti varió, ante el rechazo popular que motivó en su momento la idea de demoler parte del complejo. “Esta plaza está rodeando un edificio de sufrimiento, donde se violaron los derechos humanos y se cometieron crímenes de lesa humanidad. Es bien merecido el nombre de monumento a la Memoria de todos los compañeros que fueron masacrados acá –sostuvo el gobernador–. La vida siempre debe conservar la memoria para que no se vuelva a repetir el pasado. Es un símbolo de la memoria que los cordobeses jamás debemos perder”. Más allá de la apertura y transformación de la cárcel en parque, hay acciones urbanísticas simbólicas que siguen encerrando al espacio: como en los otros parques inaugurados por la gestión de Schiaretti, el de la excárcel de San Martín también está totalmente enrejado.