La persecución a trabajadores de prensa es una práctica perversa que ya es moneda corriente en los últimos tiempos. A los despidos de trabajadores en diversos medios se suman las amenazas recibidas por parte de las distintas fuerzas de seguridad.
En este caso, fueron trabajadores de la agencia Télam que fueron víctimas de un operativo de inteligencia por parte de la Policía de la Ciudad.
Los periodistas estaban cubriendo una movilización que se realizó el miércoles la organización Barrios de Pie desde la basílica de San Cayetano hacia el Congreso de la Nación con la finalidad de acercar una propuesta de Ley de emergencia alimentaria.
Según denunciaron Carlos Brigo (reportero gráfico), Romina Aztorquizaga Blanco (cronista de audiovisual) y Santiago Ventura (camarógrafo), cuando regresaban hacia la redacción, observaron que los seguía un un automóvil azul marca Volkswagen.
Tras perseguirlos algunas cuadras, el vehículo se puso al lado de los trabajadores de prensa, y un hombre se identificó como policía. El agente explicó que tenía orden de las autoridades de la Comuna número 4 (Policía de la Ciudad) de seguirlos, y preguntó si los integrantes del móvil de Télam eran miembros de Barrios de Pie. Ante la respuesta de que se trataba de un equipo de prensa de la agencia Télam, el auto se retiró.
El hecho fue denunciado a través del Sindicato de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (SipreBA) y por la Comisión Interna de Télam.
Fue un claro hecho de amedrentamiento el sufrido por los trabajadores, expresó Mariano Suárez, uno de los delegados gremiales de la agencia. Es una práctica que claramente demoniza la protesta social continuó.
En ese sentido, defendemos además el derecho a la protesta, como herramienta de reclamo porque debería ser un derecho protegido, agregó el periodista.
A su vez, Sipreba emitió un duro comunicado en el que repudian de forma enérgica que ese acto, igualmente reprochable haya tenido como finalidad el amedrentamiento a la prensa o el seguimiento y registro de activistas sociales.
Hechos como estos sólo merecen el más absoluto repudio de todos los sectores, no solo por constituir una verdadera intimidación al trabajo de periodistas sino, más todavía, porque ejemplifica de modo burdo la escalada de ataques sobre las organizaciones sociales, sindicales y de defensa de los Derechos Humanos, finaliza el escrito.