En el patio de la Fundación Mercedes Sosa, en el barrio de San Telmo, una multitud se congrega para celebrar el reencuentro, la memoria y el legado de los que ya no están. Día de los Difuntos, Día de los Muertos, Día de todos los Santos o Aya Markay Quilla para los pueblos andinos. Si hace menos de 30 años era en nuestras ciudades de Latinoamérica visita obligada al cementerio, hoy la celebración se ha resignificado: “En la Argentina hay cierta tendencia al tabú en relación a la muerte, a barrearla bajo la alfombra. Ciertas maneras que heredamos social y culturalmente. Hace un tiempo, en casa empezamos a reflexionar, a hacernos preguntas sobre las formas de atravesar la pérdida de un ser querido. Así nace la idea de este encuentro”, cuentan a coro Ana y Federico, mentores y motores del evento. Ella es comunicadora y él, gestor cultural. Son pareja.
La génesis del encuentro se dio el año pasado, cuando decidieron armar un altar comunitario en un pasaje adoquinado del barrio: “Abrimos un grupo de Facebook y la respuesta superó nuestras expectativas.” Por desgracia, un diluvio les aguó el festejo. Este año buscaron la revancha: “Se armó un colectivo con vecinos, artesanos, artistas interesados en armar un encuentro que rescate la tradición del festejo y la herencia de los que nos antecedieron, con una concepción celebratoria y de reencuentro.” Una experiencia que rescata la concepción de los ritos mexicanos y andinos.
Los preparativos llevaron meses. Pero el esfuerzo y la dedicación saltan a la vista de las decenas de visitantes que recorren el predio. Feria gastronómica, 40 artesanos que ofrecen sus obras, shows musicales y presentaciones de cuentacuentos. “La fiesta es como el iceberg que emerge. Pero también hicimos muchas actividades durante toda la semana. Charlas sobre la cosmovisión andina, proyección de documentales y talleres de armado de flores y calaveritas.”
El corazón del encuentro es el altar comunitario. Una mesa colorida repleta de frutas, choclos, guirnaldas y fotos (de personajes ilustres y no tanto) de los que ya no están entre nosotros. Desde Cerati hasta la Negra Sosa, sin olvidar a Frida Kahlo: “Cada visitante puede traer su ofrenda, porque en el fondo, nuestro objetivo es generar una auténtica comunidad.”
Esta tarde, Federico recuerda especialmente a su padre: “Este festejo es una buena oportunidad para transmitirle a nuestro hijo quién era su abuelo.” Su mujer Ana trae de regreso la memoria de su abuela: “Se siente como un reencuentro con nuestros queridos muertitos, como dicen los mexicanos. Nos duele que ya no estén, pero celebramos por todos los momentos que compartimos.”
“En el Día de los Muertos, lo que en realidad celebramos es la vida”, dice Jonathan, tatuador y artesano, cerca del puesto donde ofrece calaveras y diablitos bien pintaditos a mano. Las calaveras del inmortal José Guadalupe Posadas son la estrella icónica del encuentro. Jonathan confiesa que es la primera vez que participa en el festejo: “Cuando pienso en la muerte, en los que ya no están, no lo hago con tristeza. Este también puede ser un momento de alegría”, confiesa el joven llegado desde La Boca. Este 2 de noviembre, recuerda a familiares queridos: “Pero también a gente que no conocí en persona, pero que me marca el camino con sus valores, como el doctor Favaloro. Tampoco me olvido de Santiago Maldonado.”