Testar salva vidas. Con el VIH y la sífilis es determinante. De eso pueden dar fe en el Hospital de Clínicas de la UBA.

Durante la jornada de testeos gratuitos organizada el pasado 2 de diciembre por el Hospital de la UBA, en el marco del Día Internacional del VIH y el SIDA, lograron dar con diagnósticos certeros a quienes lo desconocían: de 300 personas testeadas, detectaron 3 casos positivos de VIH y 10 de sífilis.

«Estos diagnósticos tempranos no solo brindan a los pacientes la oportunidad de comenzar un tratamiento adecuado, sino que también son un paso clave para evitar la propagación de estas infecciones. Desde el Hospital de Clinicas de la UBA creemos que la mejor medicina siempre es la prevención», remarcaron en el centro de salud.

Y acotaron: «sin iniciativas como estas, muchas personas seguirían sin conocer su diagnóstico, lo que aumenta los riesgos de complicaciones y transmisión. Este tipo de actividades son esenciales para acercar la salud a la comunidad, fomentando el acceso al testeo y a la información».

Un problema que se agrava: desconocer el diagnóstico

Según datos del Ministerio de Salud, más de 140 mil personas tienen el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Sin embargo, se estima que un 13% de esas personas aún desconocen su diagnóstico, lo que aumenta el riesgo de complicaciones a largo plazo y la posibilidad de transmitir la infección a otras personas.

Vanesa Fridman, médica de la División Infectología del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires, explica por qué uno de los principales problemas radica en el desconocimiento del diagnóstico: «el hecho de no recibir tratamiento oportuno puede complicar el pronóstico a largo plazo y aumentar la posibilidad de transmitir la infección a otras personas. Por eso, es fundamental el diagnóstico temprano, ya sea en la consulta de rutina con el médico clínico o cualquier contacto con el sistema de salud». 

Foto: AFP

Foto: AFP

Fridman señala que muchas personas aún no tienen claro cuáles son las formas de transmisión de las ITS ni los métodos de prevención, independientemente de su nivel educativo. Y resalta que las consecuencias de un diagnóstico tardío no solo afectan a los pacientes, sino a la sociedad en general: «cuando una persona no recibe tratamiento oportuno, la infección puede seguir avanzando y presentarse con enfermedades asociadas o infecciones oportunistas lo que implica mayores costos para el sistema de salud».

La mayoría de los pacientes infectados con ITS se encuentran en el rango de los 20 a 35 años. En muchos casos, especialmente entre las mujeres, el diagnóstico se realiza en el contexto del embarazo, cuando ya están en contacto con los servicios de salud.

Así lo explica Fridman: «muchas mujeres llegan a la consulta con el embarazo ya avanzado, y es ahí cuando se les ofrece y realiza el estudio y se detecta la infección».