Para el mundo de la paleontología, la Patagonia es la tierra prometida. Y lo volvió a demostrar con el último gran hallazgo: en pleno territorio mapuche–puelche de Río Negro fue hallado el dinosaurio Jakapil kaniukura, el primer acorazado bípedo de Sudamérica.
La localidad de Cerro Policía forma parte de una gran zona fosilífera, el Área Paleontológica de La Buitrera. Esas tierras son evidencia del antiguo Desierto de Kokorkom, que trae a la luz las comunidades que habitaron nuestro suelo hace 100 millones de años, durante el periodo Cretácico tardío. Allí, en pleno territorio habitado por poblaciones indígenas, fue hallado el dinosaurio Jakapil kaniukura, cuyo nombre combina palabras de lenguas mapuches y puelches en tributo al habla de las culturas ancestrales presentes del norte de la Patagonia.
Ja-Kapïl significa “portador de escudos” en lengua Guenenna iajesh, Puelche o Tehuelche del norte, mientras que kaniukura hace referencia a la “cresta de piedra” que caracteriza a la especie, en la lengua Mapudungun.
Jakapil fue un pequeño dinosaurio de unos 1,5 metros de longitud y entre 4 y 7 kg de peso. Pertenece al grupo de los tireóforos o dinosaurios acorazados, que posee varias hileras de huesos dérmicos (asociados a la dermis de la piel) en forma de escudos que protegen su cuello, lomo y cola, similar a lo que ocurre en los cocodrilos actuales. Hasta aquí, casi todos los acorazados eran conocidos en el norte.
Al igual que el resto de los tireóforos, tiene dientes en forma de hoja (romboides y con dentículos en el borde más externo, similares a los de las iguanas actuales) «y con grandes caras de desgaste, lo que se condice con un eficiente procesado de una dieta herbívora», según relatan en Fundación Azara, que en las últimas dos décadas encontró en esa zona restos de la serpiente con patas Najash, los cocodrilos terrestres Araripesuchus, el esfenodonte Priosphenodon, los pequeños mamíferos como Cronopio, y dinosaurios grandes y pequeños como Catarthesaura y Buitreraptor.
El rasgo más distintivo de Jakapil es la presencia de una mandíbula única para un tireóforo, relativamente corta y con una gran cresta en el borde inferior. «La mayoría de los escudos son también particulares, muy aplanados, en forma de discos».
Los trabajos de campo fueron realizados por integrantes del Área de Paleontología de la Fundación Azara, la Universidad Maimónides y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con la colaboración de colegas y equipo de la Universidad de Lousiville, el Field Museum y la Universidad de Alberta.
“Un mes después del descubrimiento de Meraxes, el gran devorador de dinosaurios, nos encontramos ante un nuevo hallazgo paleontológico en Sudamérica, y más precisamente, en suelo argentino, en la provincia de Río Negro. Gracias a la capacidad de las y los investigadores que trabajaron en el descubrimiento del Jakapil kaniukura, podemos seguir conociendo las especies que habitaron nuestra tierra hace millones de años, y reivindicar a los pueblos originarios nombrando en su lengua a estos impresionantes seres”, aseguró el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, y añadió que “para la ciencia, sin lugar a dudas, se trata de una pieza esencial en el rompecabezas paleo: un hallazgo que permite sumar un tireóforo a los escasos restos incompletos conocidos para la Argentina”.
El equipo de campaña lleva ya más de 20 años trabajando en La Buitrera. Los primeros restos de Jakapil los colectaron en 2014 y hasta 2020 siguieron obteniendo más huesos. El hallazgo fue publicado el mes pasado en la prestigiosa revista científica Scientific Reports del grupo Springer-Nature, con el título “A new Cretaceous thyreophoran from Patagonia supports a South American lineage of armoured dinosaurs”, firmado por Facundo Riguetti, Sebastián Apesteguía (ambos de la Fundación Azara, la Universidad Maimónides y el CONICET) y Xabier Pereda- Suberbiola (de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea).
Linajes
Los dinosaurios tireóforos son muy abundantes en el hemisferio norte, pero el registro fósil de este grupo en el hemisferio sur, y más específicamente en Sudamérica, es muy escaso. En la Argentina, los únicos restos que se conocían previamente sólo comprenden materiales muy incompletos, al punto que no permiten reconocer especies novedosas.
Tras más de 200 años de historia de la paleontología de vertebrados en la Argentina, Jakapil es el primer dinosaurio acorazado argentino en recibir un nombre. Y no solo eso: la gran mayoría de dinosaurios acorazados son animales grandes y cuadrúpedos, los famosos anquilosaurios y estegosaurios. Pero Jakapil recuerda a los primeros tireóforos como el europeo Scutellosaurus, pequeños animales que muy probablemente hayan sido también bípedos. «Lo más sorprendente es que, mientras animales como Scutellosaurus vivieron hace unos 200 millones de años (periodo Jurásico temprano), Jakapil es de menos de 100 millones de años, muchísimo más reciente, y por lo tanto representa un linaje muy antiguo de tireóforos, de tiempos en que todos los continentes estaban unidos, y que sobrevivió en nuestra región sin que nadie lo notara hasta ahora», remarcaron en Azara.
Y respondieron por qué es clave este descubrimiento: «La importancia del nuevo registro puede verse desde varios enfoques. En primer lugar, Jakapil kaniukura es la primer especie de tireóforo basal descripta para Sudamérica, llenando un espacio vacío para este grupo. Por otra parte, la presencia de un nuevo linaje antes desconocido de tireóforos tempranos en la región nos permite incorporar mejor las faunas locales al contexto global».
Jakapil muestra que, en Sudamérica, vivió y perduró durante mucho tiempo un linaje de tireóforos de aspecto diferente a los de otros lugares. A su vez, Jakapil también complementa un nicho de herbívoros pequeños que se alimentaban a baja altura, del cual hasta el momento sólo conocíamos a los esfenodontes herbívoros de La Buitrera, antiguos parientes de los lagartos: «Esto nos muestra también la complejidad de la comunidad de vertebrados en el Desierto de Kokorkom».