Uno de los sectores donde más se vio la subida de precios es en el de la vivienda. Tanto para inquilinos como para aquellos (cada vez menos) que buscan adquirir su propia casa y ven que los valores se vuelven inalcanzables. Ese combo genera el inevitable camino a la insatisfacción, visibilizado a través de un informe del Centro de Estudios Metropolitanos: solo 4 de cada diez están conformes con sus viviendas en el AMBA.
«A pesar de la visibilidad que adquirieron los problemas habitacionales durante la reciente pandemia, el panorama de los hogares no mejora: más de la mitad de los hogares del Área Metropolitana de Buenos Aires no está satisfecho con su vivienda», sostiene el adelanto del 14° Monitor del Clima Social. Especial Vivienda, al que accedió Tiempo.
La mención a la pandemia no es casual: del total de hogares encuestados, un tercio manifestó que esa insatisfacción se debe a la falta de ambientes, un tema significativamente más determinante que otras variables como la mala localización o la falta de servicios, que parecen ser menos relevantes en la consideración general.
«Es insoslayable que los problemas habitacionales emergen de un proceso de larga data, a partir del encarecimiento del precio de la vivienda que redunda en que muchas familias terminen, por ejemplo, negociando el espacio necesario para una vida adecuada –continúa el informe–. Pero, además, se sobreimprimen sobre los cambios recientes que introdujo el teletrabajo y la consecuente necesidad de espacios productivos en el hogar. Incluso en el contexto de la post pandemia, según este estudio, la necesidad de más ambientes supera tres veces a la de espacios abiertos en la vivienda».
Además de los problemas espaciales, la vivienda es un factor determinante en la economía de los hogares. El sector inquilino sufre las consecuencias más graves de la falta de regulación del mercado inmobiliario, la cual prevé profundizarse con la derogación de la actual Ley de Alquileres: ocho de cada diez de las personas inquilinas destinan más del 20% de sus ingresos al pago del alquiler. La situación se agrava si se considera que cuatro de cada diez de ese grupo destinan, en realidad, más del 40%.
Siete de cada diez hogares inquilinos tuvieron que hacer cambios, desde pautas de
consumo a cobertura de salud. Además, el 15% de los inquilinos encuestados tuvo que buscar mayores ingresos. En sintonía con el fenómeno que se está viendo en todo el país de personas asalariadas que no llegan a fin de mes con un solo trabajo, algunos de los miembros del hogar tuvieron que trabajar más o incluso trabajar por primera vez.
En el caso de las familias propietarias, el 13% de hogares declaró haber tomado un
crédito hipotecario para comprar su vivienda. Pero el 29% de los inquilinos y el 13% de quienes tomaron un crédito para comprar en el AMBA tuvieron que dejar su vivienda por falta de pago del alquiler o de las cuotas hipotecarias.
Guadalupe Granero Realini, coordinadora del área Urbana, remarcó: “Para una parte enorme de las vecinas y vecinos del AMBA la vivienda sigue siendo un problema. Las manifestaciones son diversas pero el origen es el mismo: el aumento exponencial del precio de la vivienda hace que cada vez más familias tengan problemas para afrontar los costos, aumentando la inseguridad de la tenencia. Es urgente que desde las políticas habitacionales y la legislación sobre vivienda se regule el mercado inmobiliario”.
Días atrás, la agrupación Inquilinos Agrupados (IA) difundió una encuesta realizada a 3123 inquilinos e inquilinas, en la cual relevaron que el 57% cree que el Congreso modificará la ley para empeorar las condiciones de alquiler, casi la totalidad (93,7%) cree que el mercado inmobiliario no cumple la ley de alquileres; y el 97,8% sostiene que el Estado no controla el cumplimiento de la actual normativa. Además, nueve de cada diez no no conocen el área estatal que defiende sus derechos.
El 75% de las y los inquilinos no recibe factura por el pago del alquiler aunque es obligatorio. «Los precios de los alquileres que se pagan bajo la actualización por ley de alquileres, están muy por debajo de los precios de oferta. Lo que demuestra que el índice anual promedio entre ipc y ripte desacelera los aumentos con respecto a las expectativas del mercado», manifestaron desde IA.
A modo de ejemplo, relevaron que en CABA una pieza de hotel cuesta $20.222, un monoambiente $28.847, dos ambientes: $35.875, tres ambientes: $47.974 y cuatro ambientes: $66.926. En Provincia un monoambiente está en $22.857, dos ambientes $27.553, tres ambientes: $35.478 y cuatro ambientes $49.916.
A esta situación se suma el aumento de tarifas, que está semana tendrá el desarrollo de las primeras audiencias de luz y gas. “Es urgente que el plan económico del gobierno nacional esté al servicio de aquellos que no podemos llegar a fin de mes. Aunque la segmentación no tenga en cuenta a los inquilinos, nosotros existimos. El aumento de tarifas solo hará mucho más difícil pagar los alquileres”, remarcó Gervasio Muñoz, de IA, y concluyó: «A esto se le suma el intento del mercado inmobiliario por modificar la ley de alquileres, acortando plazos de contratos y aumentando los precios mediante la posibilidad de que se pueda actualizar el precio de forma semestral y sin ningún índice oficial».