El crimen de María Marta García Belsunce volvió a dividir las aguas. A 14 años del homicidio y a menos de diez meses de que la causa prescriba, todo vuelve a foja cero. La absolución del viudo Carlos Carrascosa deja fuera de la escena a sus familiares directos, condenados como encubridores, y se abre la puerta hacia otras hipótesis que nunca fueron sondeadas a fondo, como la del posible robo.
El martes pasado, la Sala I del Tribunal de Casación Penal, integrada por Víctor Horacio Violini, Martín Manuel Ordoqui y Daniel Carral, ordenó liberar inmediatamente a Carrascosa, quien luego de pagar una caución de un millón de pesos pasaba sus días en la casa de un amigo en un country de Escobar, controlado con una tobillera magnética. Antes había estado alojado durante cinco años en la Unidad 41 de Campana.
El juez Violini, quien ofició de vocero de Casación ante los medios, declaró que «no hay un solo elemento probatorio que nos indique que Carrascosa participó, fue autor o coautor del asesinato de María Marta».
Acto seguido, el magistrado se dedicó a fustigar a Diego Molina Pico, el fiscal que investigó el crimen: «Como técnico y como conocedor de lo que es una instrucción, digo que fue mal hecha. Lo que yo veo es que hay un convencimiento interno de Molina Pico de que el culpable era Carrascosa, y por eso direccionó toda la investigación a comprometerlo o imputarlo».
El fiscal de Casación Penal bonaerense, Carlos Altuve, cree lo contrario, y aseguró que apelará el fallo a la Suprema Corte de Justicia bonaerense. Mi posición, por convicción, fue la versión del expediente del fiscal Molina Pico, que es la que se adecúa a los hechos, argumentó el fiscal e insistió: La prueba es la misma, porque esta causa no se abrió a prueba; el tema es que ha sido vista por otro lado por tres jueces y ahora otros tres opinan lo contrario. Han hecho una valoración probatoria alejada de lo anterior.
Tanto Violini como Altuve coincidieron en que todo este período transcurrido desde el crimen a la fecha, es más que suficiente para ponerle un punto final al asunto. Para el fiscal, «14 años de proceso es penoso para cualquier persona»; mientras que el juez fue más allá: Como miembro del Poder Judicial, yo hoy le pediría disculpas a Carrascosa por lo que le tocó vivir y por lo que ocurrió, no teniendo elementos para condenarlo como se lo condenó. Es lamentable».
Qué dice el fallo
Los jueces criticaron la data de muerte de la víctima (ejecutada de cinco balazos el 27 de octubre de 2002 y hallada en el baño de su casa por el viudo) establecida por Molina Pico. En el fallo se advierte que el horario exacto del deceso surge del segundo juicio, gracias a los testimonios de los médicos de la autopsia, pero que el fiscal de instrucción «nunca los citó para interrogarlos a este respecto».
Además, los jueces sostuvieron que «debe tenerse por cierto y probado que la causa real de la muerte se descubrió luego de aserrar la calota, pues con anterioridad, nada hacía sospechar que las lesiones que presentaba la occisa hubieran sido producto de un arma de fuego». En otras palabras, los jueces afirmaron que a simple vista, tanto los médicos como el viudo y su familia no podían advertir que García Belsunce había recibido cinco tiros en su cabeza y que hizo falta abrir su cráneo para advertirlo.
Además, los jueces de alzada destacaron que nunca pudo probarse la pelea previa entre Carrascosa y la víctima. Lo mismo ocurrió con un supuesto pago que el viudo habría hecho al médico interviniente a cambio de su silencio. Entre otras hipótesis no corroboradas, se menciona el posible móvil, que no tuvo ni un atisbo de probanza, de que Carrascosa lavara dinero del Cartel de Juárez.
Las sospechas
Dadas estas novedades, Nicolás Pachelo, el vecino de la familia de la víctima, vuelve a convertirse en el principal sospechoso del caso. El hombre tenía antecedes de robos en el barrio privado y su mujer, Inés Dávalos, fue la única que no se sometió al cotejo de ADN de los rastros encontrados en la escena del crimen y que no pertenecerían a ninguno de los sospechosos ni condenados. «