Mónica Casalini es la directora de la Escuela Primaria Común Nº 25 Bandera Argentina de Retiro, ubicada en las inmediaciones de la Villa 31. Su presencia en “La Banderita” causa temor en docentes, estudiantes y familias, y acumula denuncias por “maltrato infantil”, una figura que incluso puede contemplar prisión efectiva. Como reveló Tiempo, días atrás fue acusada de agredir verbal y físicamente a un niño. La comunidad educativa se movilizó para pedir su renuncia o remoción, pero la respuesta de la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, no solo fue sostenerla sino que exhibió gestos desafiantes, como el jueves pasado cuando visitó el establecimiento y se mostró junto a Casalini para brindarle su apoyo. No solo eso. En la web oficial del Gobierno de la Ciudad la rectora es destacada como una “mujer que inspira” y que a “su compromiso pedagógico también le suma la contención social”.
Días atrás, A. un alumno de 10 años, estuvo desaparecido varias horas tras haber escapado de la escuela, luego de ser golpeado y recibir amenazas con que iba a ser internado. A raíz de este hecho, la familia denunció a la directora en el Ministerio Público Fiscal por “violencia física y psicológica”. En el texto, al cual accedió Tiempo, se detalla que A. terminó con el labio ensangrentado en el ensayo del acto por el Día de la Bandera, después de recriminarle a Casalini que anteriormente había golpeado contra la pared a un amigo suyo y le había roto un zapato. «Dijo que él se tiró solo y después empezó a gritar y me empezó a amenazar en frente de todos», relata el niño en la causa. «Me empujó contra la pared y me rompí el labio». Cuando le levantó la mano para golpearlo fue frenada por una docente. Después se lo llevan a las oficinas de dirección. Aparecen tres maestras a defenderlo, «y les dijo: retírense porque no es su alumno». Y le advierte al chico: «No le digas nada (a tu mamá) o vas a ver». Cuando A. intenta irse, la directora (según el relato de testigos, incluidos docentes) le exige al profesor de inglés que lo agarre, y llama al SAME porque “se tenían que llevar al chico porque estaba loco”, “que había un chico especial”, de acuerdo a la denuncia. Finalmente A. logra escapar. Por temor no va a su casa. Termina deambulando por el barrio hasta la noche.
“Cuando Casalini dice que va a internar a un estudiante lo cumple”, advierte una maestra de La Banderita. Así lo hizo con dos hermanos de 8 y 7 años, según denuncia su abuela, Noemí Medina, que hoy está al cuidado de ellos. “Los fui a buscar a la escuela como todos los días y no salieron, los esperé como 20 minutos en la puerta y luego entré”, revela. Al ingresar reclamó dónde estaban sus nietos. Nadie respondía. “Me metí en la dirección, pregunto por Facundo y Zoe y alguien me dice que estaban encerrados en un aula. La veo a la directora y le pregunto por qué, y me dice que los chicos estaban sucios y que los iba a internar”, agrega. “Es mentira, los envío todos los días bañados y con el guardapolvo blanco. Después la directora me dijo que los interna en el correccional porque se portaban mal”. Los chicos estuvieron dos semanas alojados en el Centro de Atención Transitoria N° 2 de Chacarita. Luego de varios trámites, volvieron con su abuela, que anticipa: “Voy a denunciar penalmente a Casalini”.
“Nuestros niños y niñas necesitan mucha ocupación. Hay que restituirles derechos, los cuales no tuvieron durante mucho tiempo, y el derecho principal es el de la educación”, asegura Casalini en la página de Ciudad. Allí se relata que la directiva participó de la Escuela de Verano. “Desde chiquita, ya cuando estaba en el jardín, jugaba a ser maestra. Considero que para que todo suceda tenemos que accionar, no tener miedo, animarnos”, continúa Casalini, quien además trabaja de asesora pedagógica en el programa Centros de Acompañamiento a las Trayectorias Escolares (CATE).Quienes trabajaron con Casalini marcan determinados momentos en los que se la ve «sacada», desbordada, agresiva: “una persona que está continuamente al borde del colapso”, la definieron.
“Puteadora, autoritaria». De los golpes a niños delante de todos «testigos sobran, pero tenemos miedo porque el día de mañana nuestro trabajo puede depender de esta mujer y esta gente con poder es muy peligrosa”, explica una maestra que trabajó con ella en la Escuela Primaria N° 14 Capitana María Remedios del Valle, en Villa Soldati: «entró como secretaria suplente y se quedó en ese puesto casi tres años”. Cuenta que el rasgo más saliente «es el desprecio profundo a la comunidad educativa y las poblaciones con bajos recursos con frases como ‘Mirá, se lleva la leche a casa pero tiene zapatillas nuevas’ o ‘estos planeros de mierda ignorantes’”.
“Una vez citamos al papá de un nene que casi no hablaba en clases, y cuando nos pusimos a dialogar con él tenía un dialecto muy cerrado, ellos en la casa hablaban en quechua o aymará. Y Casalini de manera despectiva le dijo que hablaba peor que su hijo”, recuerda la docente. Rodrigo es facilitador pedagógico digital en la Escuela 14 DE 19 de Soldati y también trabajó con Casalini: “Siempre buscó lo mejor para ella. En mi escuela hizo ‘equipo’ con la vice y le movían el piso a la directora”. Y recuerda: “Había un estado de urgencia que generaba. Si estabas dando clases y Casalini no podía imprimir una hoja, te hacía parar la clase para que le soluciones el problema. Debíamos parar todo porque la señora lo decidía. Ningún capricho está por arriba de una clase”.
Las fuentes consultadas sostienen que su ingreso como directora de La Banderita «fue turbio». Una persona allegada que hizo el curso de conducción junto con ella afirma que no lo aprobó. Lo que sí parece probado es su cercanía con las autoridades ministeriales.
El agravante de ser la que debe cuidar a los niños
La directora de La Banderita cuenta con protección política. Así lo denuncia la comunidad educativa. Ella misma hace alarde de esa situación frente a familias, docentes y estudiantes. “En primer lugar lo que pido es la separación del cargo de Mónica Casalini. Hice una ampliación de una denuncia penal, porque las torturas psicológicas y violencia física que hace esta mujer tienen un agravante: es la persona encargada de la guarda del niño, por eso son delitos agravados”, explica a Tiempo Raquel Saravia, abogada de la familia de A., el niño de 10 años golpeado, y de varios integrantes de la escuela La Banderita. Los delitos que varios testigos le atribuyen a la directora Mónica Casalini están contenidos en el artículo 91 del Código Penal. “Esta mujer podría recibir una pena que va de los 3 a 10 años de prisión efectiva”, advierte la abogada. La letrada, además, denuncia que a su representado legal le están ofreciendo una vacante en otra escuela. “En estos casos el Ministerio de Educación de la Ciudad debe separar al docente violento, no al alumno, como quieren hacer con el niño”.