Según se reveló oficialmente, del brote de sarampión de 2018 quedaron unos 1500 casos sospechosos pendientes de clasificación. «Una barbaridad», sostienen los especialistas. La inconsistencia de los datos continúa este año: el Boletín Epidemiológico (BE) de la Ciudad de Buenos Aires admite tres casos más que los cuatro que confirmó Nación.
A principios de abril se reunió la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn), integrada por representantes del Estado y de asociaciones y centros de salud. En el acta afirman que la Comisión Nacional para la Certificación de la Eliminación del Sarampión, Rubéola y Rubéola congénita en la Argentina trabaja en el cierre del informe del brote del año pasado pero «se calculan en alrededor de 1500 los casos sospechosos pendientes de clasificación». Y reconocen «como una debilidad, con potencial impacto para las estrategias de intervención, la notificación tardía».
«Es una barbaridad. Nuestro país tiene certificada la eliminación del sarampión. Entonces es gravísimo que haya 1500 casos sin cerrar», apunta a Tiempo la doctora Silvia González Ayala, titular de la cátedra de Infectología en la Universidad Nacional de La Plata y representante de la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica en la comisión. La mayoría de los que aún no fueron clasificados son de Provincia, donde surgió el brote el año pasado, en el sur del Conurbano. Nunca se encontró el origen de la cadena de transmisión, y la gobernación sigue sin enviar los datos. «Lo que es gravísimo es que van a quedar como ‘casos’, es como una lápida para el país».
González Ayala habla de «preocupación» por la posibilidad de que hayan habido más casos positivos que los 14 informados oficialmente: «Acá el adulto contagia al chico, es inexorable. Uno de los confirmados era un niño de dos años de Esteban Echeverría que no estaba vacunado; por eso preocupa que haya más, sumado a que no se cumplió con la campaña de vacunación». De cada cien chicos de 13 meses a cuatro años, debían vacunar a 95 o más. En Provincia apenas lo hicieron 85 de cada cien.
Desde el año 2000, cuando se consideró al sarampión una enfermedad sin circulación autóctona en el país, hasta diciembre de 2018, hubo dos brotes principales, en 2010 con 17 casos, y en 2018, con 14. «La preocupación es que seguro se pasaron casos, quizás la mayoría no son, pero es grave no poder clasificarlos», acota otra especialista de la Sociedad Argentina de Infectología.
Con respecto a este año, el último Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud sostiene que hasta la Semana 18 «se confirmaron cuatro casos de sarampión y uno de rubéola importado». Además, hubo 85 sospechosos «no conclusivos», y ocho están «en estudio». Otros 14 fueron descartados. Sin embargo, no condicen con las cifras del BE de Ciudad, donde hasta el 27 de abril registran 111 casos posibles de sarampión-rubéola en residentes de CABA, 98 más respecto de los 13 de 2018: 66 sospechosos, 42 descartados, y tres confirmados. Lo grave es que de los cuatro casos que informó Nación como confirmados este año, sólo uno era habitante de la Capital. «
Admiten falta de vacunas
En el encuentro de la Comisión Nacional de Inmunizaciones hubo otro dato revelador: por primera vez la Nación admitió la falta de vacunas. La representante de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), Carlota Russ, expresó la preocupación institucional por la falta de suministro de vacunas. Entonces, Cristián Biscayart, titular de la Dirección Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles, explicó que «se debe a una serie de factores que incluyen problemas financieros, circuitos de compra complejos, provisión limitada y dificultades con los trámites de aduana, entre otros». Los expertos le endilgaron que «la falta de transparencia en la información, sumada a la discontinuidad en la entrega, provoca pérdida de credibilidad y genera decenas de miles de oportunidades perdidas de vacunación», como la del meningococo y la Sabin. Y señalan también que «la falta de información sobre enfermedades inmunoprevenibles en el Boletín Integrado de Vigilancia».