Mujeres que se desangran, que desesperadas recurren a cualquier elemento doméstico buscando no seguir adelante con su embarazo. «Es verdad todo lo que las mujeres hacen para abortar», dijo la entrerriana María Elena Ale durante la audiencia pública del debate por la despenalización del aborto. Ella es una de las tantas socorristas que trabajan a lo largo del país y asisten a mujeres para evitar todas esas muertes que al Estado parecen no preocuparle.
Socorristas en Red es una organización que en 2012 cobró forma definitiva. Se ocupa de muchos temas femeninos pero el aborto tiene un lugar preponderante. Una de sus impulsoras es la neuquina Ruth Zurbriggen, militante de La Revuelta (Colectivo de mujeres por un saber feminista) y profesora de escuela primaria. Con los años se convirtió en un referente entre las Socorristas, que hoy funcionan de norte a sur en diferentes provincias.
El esquema de Las Revueltas y las Socorristas se basa en la información y el acompañamiento, «para que aborten de manera informada, cuidada y segura. Es un acompañamiento telefónico activo y luego para que hagan los controles médicos post aborto», explica Zurbriggen a Tiempo.
La forma de contacto es a través de líneas telefónicas que se publican en la web de Socorristas en Red. «A partir de ahí generamos encuentros grupales y cara a cara. Los encuentros presenciales son una decisión política, porque hay que sacar el aborto del lugar de silencio y ocultamiento», agrega Zurbriggen.
Se habla mucho del trauma post aborto. ¿Existe?
Tenemos un problema cuando universalizamos y planteamos que «todas las mujeres tienen traumas post aborto». Como toda decisión que tomamos las personas en nuestras vidas, están atravesadas por distintas circunstancias. Nosotras nos encontramos en talleres con mujeres que nos dicen que están arrepentidas de haber «maternado». No quiere decir que haya un trauma o que no quieren a la hija o al hijo, pero están poniendo en voz alta algo inaudible como que alguien te diga que está arrepentida de ser madre. Cuando una mujer es obligada a abortar por un marido violento o están por tomar un trabajo que les exigen el examen de embarazo negativo, eso también está dentro de la experiencia del aborto. En esos casos sí hay trauma. Es necesario que se garanticen espacios adonde conversar con esa mujer sobre cuán convencida está de esa decisión. En Neuquén estamos generando los espacios post aborto, que buscan compartir y hablar sobre la experiencia. El problema es cuando no se habla, porque si el aborto está estigmatizado, si está criminalizado, si pienso que soy la única que lo estoy haciendo, siento que estoy marcada. El aborto no es un trámite, sino una experiencia importante en la vida de las mujeres, y para algunas se convierte en un punto de inflexión.
Hay un discurso que se repite y es el de la «irresponsabilidad de las mujeres», ¿qué se responde a ese enfoque?
Es un prejuicio sentado en un mito de que las que abortan son las mujeres jóvenes. Pero en este país, las jóvenes y adolescentes son las que maternan. Hay que mirar las estadísticas que dan cuenta de las muchas jóvenes y niñas maternando. Las mujeres que abortan, las nuestras y las internacionales, no son niñas. Durante 2017, el 60% de las mujeres que abortaron son o están pasando un proceso de maternidad y aún así decidieron abortar. Cuando vamos a abortar, las mujeres dimensionamos un montón de cosas: que podemos ser criminalizadas, que podemos tener consecuencias en nuestra salud. Sí dimensionamos, y aún así abortamos.
¿Qué significa ser acompañante?
Acompañar me amplifica la existencia, y me la humaniza. Juntarnos con otras, acompañar a otras, nos hace ver las distintas existencias y nos muestra cómo esas presencias nos convocan. El acompañar habla de algo muy político de las mujeres, pero a la vez de algo doméstico. El aborto es una práctica cotidiana entre mujeres. Lo que tenemos que hacer es que esa práctica sea hablada entre y con nosotras. Acompañarnos nos da fuerza. Cuando digo que es doméstica, digo que forma parte de su vida. Creo que los abortos son acontecimientos que pueden ser acompañados, y en el momento mismo de acompañar, nos humanizamos.
El contraste en las exposiciones
Las exposiciones en Diputados presentan grandes diferencias en cuanto al contenido. Para Zurbriggen, «hay una diferencia cualitativa de argumentaciones en relación al porqué de la legalidad del aborto. Los sectores que se oponen a la sanción de la despenalización y la legalización tuvieron algunas exposiciones burdas y, en algunos casos, morbosas. Tuvimos que ver a una veterinaria besando un feto de plástico
Con eso, lo único que hacen es deshumanizar el tema del cual estamos hablando. Lo que está ausente en esos discursos es justamente la mujer y las personas gestantes, por más que haya sectores que insistan en decir que les interesan las dos vidas. En términos de argumentación, cuando se discute dogmáticamente como lo hacen estos sectores, es muy difícil que se pueda dialogar, y así planteado, es como si estuviéramos jugando un partido de fútbol. En nuestro caso, mostramos que es más complejo y que necesitamos una narrativa estatal que garantice ese derecho. Me preocupa que algunas audiencias estén tan vacías. Me preocupa saber qué piensan las diputadas y diputados que no van.»
Miles en busca de información
Colectivos feministas de Santa Fe, Córdoba, Paraná, Bahía Blanca, Olavarría, Necochea, Río Negro y del Conurbano bonaerense, entre otros que conforman Socorristas en Red (SenR), presentarán esta semana su «Sistematización de acompañamientos a abortar» realizados en 2017. Durante ese período, 5871 mujeres se acercaron a SenR en búsqueda de información sobre usos seguros de medicación para abortar. El 72,9% de las mujeres entrevistadas por las activistas socorristas tenía entre 20 y 34 años, y el 15,4% todavía no había cumplido los 20 años. «