El Gran Rosario fue noticia (y lo sigue siendo) por el alto número de asesinatos a lo largo del año pasado: 288. No así por una cifra mucho mayor, la de 460 suicidios durante 2022. Casi el doble que los de 2020. El impacto de la pandemia, pero también del contexto de violencias y crisis, entre las variables de un fenómeno multicausal e invisibilizado que afecta en gran medida a la población adolescente y joven.
La cifra la dio a conocer en junio el Ministerio Público de la Acusación (MPA), que relevó 232 suicidios en 2020, 314 en 2021 y 460 en 2022. Los datos surgen de escenas que fueron investigadas por fiscales de homicidios culposos para descartar la intervención de terceros. Y su alza se dio en paralelo con una fuerte suba en la demanda de los servicios de salud mental locales, algo que ya se venía advirtiendo.
“Hay que pensar que son personas que fallecieron y que, muchas veces, indirectamente son parte de toda esta problemática de violencia que atraviesa la ciudad, y que son personas y familias que no salen en ningún lado, son fallecimientos invisibles, que quedan en mucha soledad y que muchas veces no reciben contención, no hablan por vergüenza y porque hablar de salud mental aún es muy difícil”, dijo la fiscal Mariana Pronutto al diario La Capital.
“Hay gente que siente que no tiene futuro”
“Es una cuestión múltiple. La cifra es oficial, del Ministerio Público de Acusación. Hay múltiples causas. Pero lo que me tocó investigar de suicidios en diferentes lugares de la provincia, como Villa Ocampo o San Jorge, es que muchas chicas y chicos entran en procesos de endeudamiento con la banda que les provee drogas y los amenazan con matar a alguien de la familia. Para evitarlo, se suicidan. Es tremendo”, alertó Carlos del Frade, diputado provincial por el Frente Social y Popular.
“Estamos viendo que no hay ningún tipo de respuesta de parte del gobierno. No se discute. Por el mito de que no hay que hablar de esto para que haya menos suicidios, estamos peor”, criticó, en diálogo con Tiempo. Y sostuvo que la situación “tiene que ver con la dinámica de una sociedad quebrada. Con la mala distribución del futuro: hay filósofos que lo están planteando así. No es solo mala distribución de la riqueza, hoy hay gente que siente que no tiene futuro y se mata, o mata o es matada”.
Del Frade añadió que esa falta de un porvenir “es lo que se expresó en la elección del domingo 13 de agosto. Se votó para expresar enojo con el presente, no por un futuro”, dijo en relación al predominante voto a Javier Milei.
Para el diputado, hace falta “multiplicar espacios de trabajo, educación, alegría y deporte en los barrios, que le den sentido a la vida. Si no, esos lugares los terminan poniendo los narcos”. Y resaltó que “no se está trabajando lo suficiente sobre el tema porque la política no le da la visibilidad que necesita”.
Se palpa en las escuelas
Celina Pochettino, directora de Salud Mental de Santa Fe, dijo a la prensa local que la situación se enmarca en “una problemática compleja que se da a nivel mundial y que Santa Fe viene trabajando a través de diferentes estrategias específicas junto con Nación”. Y remarcó que no se trata de algo que pueda abordarse sólo desde Salud, por lo que se conformaron “mesas intersectoriales” con Educación, Desarrollo Social y Niñez, así como con Unicef para el trabajo con la población adolescente. Con este abordaje múltiple, los equipos socioeducativos del Ministerio de Educación tuvieron una demanda creciente en los dos últimos años por situaciones relacionadas con suicidios o intentos de suicidios entre estudiantes de escuelas secundarias.
Romina Ibarra es docente y psicóloga en la escuela República de Grecia, en la localidad de Baigorria, dentro del departamento de Rosario. Su rol es “acompañar las trayectorias más fragilizadas” de esa comunidad educativa. Desde ese lugar encara el proyecto Tendiendo Puentes, al que asisten en su mayoría madres adolescentes. “Aparte de ser un proyecto de aceleración tiene una propuesta pedagógica y afectiva particular y hay un taller de Proyecto de Vida. Ya hemos tenido el suicidio de la pareja de una de las chicas que asiste y el intento de suicidio de uno de los compañeros del taller. Todo en un mismo año. Estuvimos muy atravesados por esas muertes el año pasado. Fue un tema del que tuvimos que hablar”, contó a este medio.
De esas charlas atravesadas por el dolor salieron algunas lecturas del fenómeno, según las y los propios adolescentes. Para Ibarra, daban cuenta de “la pérdida del sentido de la vida. Este taller fue pensado bajo esas coordenadas, proyectar un futuro, cómo planificar la esperanza. Porque todas estas cuestiones tenían que ver con pérdida del sentido por dificultades estructurales. Cuestiones económicas, sociales”. Además, analizó que “la muerte es como un agujero en la trama institucional, uno nunca sabe cómo abordarla. Se manifestó el tema en otro espacio curricular y la profesora dijo que no se sentía en condiciones de decir nada al respecto. Pero había que ponerle palabras al tema, porque estaba toda la grupalidad atravesada. Por eso traté de tender un lazo”. Uno de los puentes fue con el Hospital Eva Perón, con el área de salud mental.
Ibarra alertó sobre “la soledad en la que se encuentran muchos y muchas adolescentes. Porque sus familias están atravesando por las mismas cuestiones, no hay adultos de referencia para contener. No tener a quién hablar. No tener la configuración de que hay otro disponible para escuchar. Algunos están en situación de calle, con algunos hemos podido hacer enlaces con hogares. Sin estabilidad afectiva, emocional, económica. Es una problemática incluso habitacional, de dónde vivir. Por eso se hace difícil la continuidad escolar. Nosotros podemos apelar a los equipos socioeducativos, pero sus intervenciones no responden a urgencias, son con distancia temporal y poco territorializadas”.
No sólo en Rosario
“Lamentablemente, la tasa de los suicidios se ha ido incrementando no solo en nuestro país sino también a nivel mundial. De acuerdo a datos de organismos internacionales, en América es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 20 a 25 años según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y de acuerdo a lo expresado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) la depresión será la primera causa de enfermedad para el año 2050 en el mundo”, advirtió Tatiana Moreno, psicóloga-psicoanalista y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario.
La especialista señaló que la situación tiene una “doble dimensión, tanto en su aspecto individual como colectivo” y sostuvo que “al considerar los padecimientos actuales no podemos dejar de reconocer a la pandemia como un acontecimiento que ha impreso efectos trascendentales, aunque ya poco se hable de la misma. Quiebre de los lazos de cercanía, aislamiento social, presentificación de la muerte. La invisibilización del sufrimiento como modo de proceder frente a una experiencia dolorosa, la negación de lo ocurrido, no hace más que reforzar ese sufrimiento”.
Moreno, trabajadora del sistema de Salud Pública de Santa Fe e integrante del Consejo Consultivo Honorario en Salud Mental y Adicciones-CoNISMA, destacó que “existen algunas experiencias en nuestra provincia sobre todo en la región norte, zona de Reconquista y departamentos aledaños, donde se han llevado adelante intervenciones y estrategias locales sostenidas especialmente desde equipos de salud, socioeducativos, de educación, preocupados por la temática alarmante en la región. Las noticias sobre infancias vulneradas que nos inundan desde lo policial son claros indicadores de maltrato, abuso y todo tipo de desamparo y violencias que luego emergen como suicidios en jóvenes, lo que denuncia graves falencias en las posibilidades de filiación socioculturales que cobijen y brinden amparo ante los infortunios de la vida”.
Para Moreno, “cualquier política que se proponga el abordaje de la problemática de suicidio debe enmarcarse en los lineamientos que determina la Ley Nacional de Salud Mental N° 26657 (2010) que enfatiza una perspectiva interdisciplinaria, comunitaria e intersectorial”. En ese sentido, “visibilizando que gran parte de la población que sufre dicha problemática está comprendida por los y las adolescentes y jóvenes, una de las líneas importantes a destacar es la necesaria articulación entre las áreas de salud y educación”.