En el Centro Cívico de Bariloche, el monumento a Julio Argentino Roca -expresidente y líder de la Campaña del Desierto- fue eje de múltiples polémicas a lo largo de la historia. Después de muchos intentos fallidos, finalmente será retirado de allí y reubicado. Pero no el marco de un debate sobre qué representa su figura, sino como parte de un proyecto de “puesta en valor” de la plaza central de la ciudad, aprobado por la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. La discusión, de todos modos, no tardó en resurgir.
Pese a que la remoción del monumento es más un intento de resguardo que un ‘castigo’ a Roca y lo que representa, distintas voces de la derecha se alzaron en su defensa. Desde el expresidente Mauricio Macri, quien compartió en redes sociales un artículo titulado “Con Roca, no”, hasta el el excandidato a diputado porteño Franco Rinaldi: “Un día, no muy lejano, todo lo que se llame Néstor Kirchner lo renombraremos Julio Argentino Roca y todo lo que se llame Rodolfo Walsh será rebautizado con el nombre de Jorge Luis Borges, quien nunca perteneció, ni simpatizó con ninguna organización terrorista”. Rinaldi tuvo que renunciar a su candidatura tras sus expresiones discriminatorias.
Mudar a Roca sin cuestionarlo
“No es que se corre la estatua porque la sociedad ha recapacitado sobre el genocidio fundante del Estado en la Campaña del Desierto –criticó Orlando Carriqueo, Werken-Vocero del Pueblo Mapuche en Río Negro-, en que tiene que haber una reparación a esas familias mapuches o mapuches-tehuelches que hace 145 años sufrieron desmembramientos familiares, asesinatos, violaciones, campos de concentración, estaqueos, reducción a la esclavitud y servidumbre. Nada de eso. La estatua se corre para que esté en un lugar menos visible y sea menos afectada por lo que denomina el gobierno municipal como vandalismo”. En diálogo con Tiempo, el referente mapuche remarcó que “la verdad es que si la estatua de Roca es controversial es por toda la historia que arrastra, y no porque sea una estatua de bronce y la gente la quiera ir a derretir para vender el bronce”.
De todos modos, resaltó que “puede servir este impacto que genera en los militaristas y roquistas, sirve como un debate social sobre esa historia. En ese sentido, esto que está ocurriendo es un hecho que nos lleva a discutir ese genocidio”. Incluso, propuso que el monumento no sea mudado sólo a 20-30 metros de la ubicación actual, sino “adonde está el Ejército, en el Regimiento de Montaña. A la gente que le gusta Roca y que generalmente le gustan también los militares, que lo vayan a ver ahí”.
Sobre el nuevo emplazamiento, la subsecretaria de Cultura de Bariloche, Marisa De Aguiar, dijo a medios locales que la estatua “primero se debe restaurar y luego se ubicará en la barranca más abajo. La propuesta es que esté en diálogo con otros monumentos sobre una línea histórica”. Se instalará donde actualmente está el busto de Juan Manuel de Rosas y de Primo Capraro, un referente de la historia local. Por su parte, donde hoy está Roca habrá una obra de arte “dinámica, con movimiento, con una superficie para intervenir”. Allí se hace una pintada de pañuelos cada 24 de marzo. Carriqueo advirtió que, con el traslado, esa práctica también será removida del Centro Cívico.
Roca y su ejército de defensores
“Hay que ser inepto, burro, y anti Patria, para deshonrar la figura de Julio Argentino Roca, prócer, conquistador de nuestra Patagonia e impulsor de la modernización del Estado”, escribió en su cuenta de X el diputado nacional y exministro de Economía de la Alianza, Ricardo López Murphy, pese a que la mudanza poco tiene que ver con deshonrarlo. En la misma línea se pronunció el titular de la Auditoría General de la Nación y precandidato a diputado nacional por Juntos por el Cambio (JxC), Miguel Pichetto: “Repudio la decisión del municipio de Bariloche y la Comisión Nacional de Monumentos Históricos de trasladar la estatua del General Roca, un héroe de la Argentina. No van a poder borrar la historia. Es el triunfo mapuche, y la visión sesgada de los DDHH y pañuelos blancos”.
En octubre de 2014, cuando se cumplía un siglo desde la muerte de Roca, también se dio un debate sobre lo que representaba su figura. Por entonces, el historiador Gabriel Di Meglio escribió en la agencia estatal Télam y señaló que la fecha motivó “una serie de celebraciones en los grandes medios para presentarlo como ‘el mejor presidente de la historia argentina’.” Sin negar la importancia de su figura, reflejó por qué “no es precisamente admirable”.
Doctor en Historia por la UBA, investigador del Conicet en el Instituto Ravignani y director del Museo Histórico Nacional, Di Meglio –especialista en historia de principios del siglo diecinueve- aludió a “confinamiento de indígenas en centros de detención en condiciones terribles y donde casi no los alimentaban; violaciones de mujeres por los soldados; separación de los niños de sus familias, cristianización forzada y cambio de sus nombres por otros en español. Muchos fueron repartidos por distintos lugares del país como mano de obra forzada, casi esclava. Estas medidas causaron muchas más muertes que las campañas militares y muestran una clara voluntad de terminar con las comunidades indígenas. El general Roca fue responsable”.
Pero además, el historiador hizo referencia al nivel de corrupción en el gobierno de Roca, al aumento de la desigualdad y al costo que tuvieron para el país sus decisiones económicas, si bien en un primer momento generaron crecimiento. “En Roca está representada una Argentina en la cual los ‘mejores’, una aristocracia pequeña y consciente, dirigían los destinos del resto, al que se reservaba un lugar en la esfera productiva pero subordinado en todo lo demás”, resumió.