“Tenemos que matar a los unicornios. Tenemos que terminar con los mitos sobre la relación del periodismo con los lectores. Llegó la hora de preguntarse qué es lo que no vamos a hacer”, provocó desde el escenario de la Ciudad Cultural Konex el británico Andrew Losowsky, director de Coral, una plataforma para que las redacciones puedan gestionar el vínculo con sus audiencias. Aunque parezca contradictorio con su proyecto, lo que Losowsky planteaba es que no todas las estrategias son buenas para relacionarse con los lectores y que el periodismo debe retomar un comportamiento ético y preocupado por el bienestar general, cuestiones subordinadas hace décadas por el lucro empresario.
Su intervención fue celebrada por un auditorio colmado de estudiantes, periodistas y programadores que se reunieron para participar de la octava edición de la Media Party, el encuentro regional más importante de innovación en periodismo. Como cada año, unas 2000 personas intercambiaron experiencias y discutieron durante tres días sobre los temas que más preocupan hoy a casi todos los proyectos informativos: cómo recuperar la confianza de los lectores, cómo ampliar la audiencia de los medios y cómo hacerlos sostenibles.
Estos dilemas se manifiestan con distintos matices en todo el mundo sin importar el tamaño de las redacciones. Por eso entre los asistentes se mezclaban integrantes de medios públicos de referencia como la BBC del Reino Unido o comerciales como el francés Liberation; con otros con formato de asociación civil sin fin de lucro como ProPublica de Estados Unidos o The Intercept de Brasil. También estaban los cooperativos como La Diaria de Uruguay o Tiempo, que tuvo su espacio para contar el modelo de socios desarrollado en estos tres años y medio de autogestión (ver aparte).
Sucede que, como en la mayoría de los procesos de innovación, la historia da cuenta de un grupo de personas que decidió juntarse en torno a una causa y cuyo impacto fue llamando la atención y atrayendo grandes jugadores que luego buscaron capitalizar el conocimiento colectivo. En este caso fueron programadores y periodistas reunidos para mejorar la calidad de la información circulante. Cuando surgieron por primera vez en Estados Unidos en 2009 se bautizaron Hack/Hackers y buscaron replicar esa fusión virtuosa por el mundo. El capítulo argentino es hace años el más populoso. Su comunidad virtual reúne a unas 11 mil personas.
“Lo más curioso es que en esta edición hay mucha gente nueva, se ve un recambio”, cuenta a Tiempo Mariano Blejman, director de la Media Party y responsable Digital del Grupo Octubre. El ejemplo se vio cuando preguntaron desde el escenario cuántos sabían lo que era un hackatón (actividad tradicional de cierre del evento en el que se desarrollan proyectos en un día) y apenas se alzó un puñado de manos.
Con tanto movimiento alrededor era esperable que también se acercaran los tanques tecnológicos como Facebook o Google que, además de ofrecer talleres para incentivar al uso de sus herramientas, otorgaron premios económicos para los proyectos ganadores del hackatón.
“Hay una relación de ‘frenemies’ (amigos-enemigos) entre las redes y los medios”, explica Blejman. “Son parte del problema y la solución. Por eso de la conversación aparecen relaciones más maduras y menos desconfiadas. Porque hay problemas graves en los que todos tienen que estar involucrados”, finaliza.
La propiedad importa
Poco antes de las elecciones presidenciales francesas de 2017 el diario francés Liberation lanzó Check News, una plataforma digital que permitía que cualquier persona le hiciera una pregunta a la redacción para que un equipo de periodistas se la respondiera. La reacción fue instantánea. En tres días recibieron 110 mil visitas únicas. Algunas preguntas podían ser respondidas en cinco minutos, pero otras podían dar lugar a investigaciones de hasta seis meses, por lo que la empresa informativa fundada por Jean Paul Sartre decidió armar un equipo especializado y extender el proyecto en el tiempo. Desde entonces ya les hicieron 22.500 preguntas que fueron respondidas a través de 3700 artículos especiales. La plataforma de periodismo “a la carta” hoy les genera mensualmente alrededor de cinco millones de visitas únicas y es la mejor forma que el medio tiene de conocer los intereses de sus lectores.
“Nos sorprendió que muchas preguntas fueran sobre nosotros”, detalla Robin Andraca, integrante del equipo de Check News que vino hasta Buenos Aires para participar de la Media Party. Querían saber si un editor del diario había sido la pluma detrás del libro de un político, si todos los cargos de responsabilidad en la empresa estaban ocupados por hombres o si había mayoría de personas blancas en la redacción, entre otras cosas. “La mayoría de las respuestas eran afirmativas lamentablemente, pero estamos tratando de cambiarlo”, reconoce.
“La lección que aprendí es que si le das el poder a la gente, ellos harán grandes preguntas”, explica. Pero lo que también evidenció ese intercambio es que no alcanza con escuchar a la audiencia, sino que hay que ser transparente en lo que se hace. Liberation es hoy propiedad de Altice Media Group, una de las compañías de telecomunicaciones más grandes de Francia.
Poco después de Andraca subió al escenario Gabriela Pintos, jefa de Marketing de Clarín, que contó cómo el multimedios desarrolló su estructura de suscriptores. Su objetivo, explicó, es rentabilizar las visitas a su sitio para compensar la caída de los ingresos por ventas de diarios y de publicidad. Para ello desarrollaron un muro de pago que pueden adaptar según las costumbres de los visitantes. El recurso tecnológico, destacó, les permite identificar a los usuarios con mayor propensión al pago para bloquearle el acceso y forzar la monetización.
En sus antípodas se paró uno de los invitados estelares del evento, Andrew Fishman, editor gerente de The Intercept Brasil, la filial sudamericana de la ONG estadounidense responsable de destapar las conexiones entre los fiscales que investigaban el escándalo de corrupción conocido como Lava Jato y el entonces juez Sergio Moro, premiado como ministro de Justicia tras ese caso y hoy a punto de perder ese lugar por la revelación periodística. Su modelo se basa en la membresía, es decir que la información es accesible para todos y solo invitan a la gente a aportar económicamente para blindarlos de presiones a la hora de investigar. Según contó Fishman, tras su revelación la suscripción subió de 2000 miembros a 11 mil.
“Está en crisis un modelo de empresa periodística, pero no el periodismo”, precisa Damián Osta Mattos, cofundador y gerente general del diario cooperativo uruguayo La Diaria. “Lo que debería pasar es que las estructuras autogestionadas se transformen en una alternativa real para esta crisis. Porque es un servicio público el que brindamos y si lo que prima es el lucro ante un bien público hay una contradicción. Esa disyuntiva es cada vez más pesada a medida que baja la rentabilidad de las empresas. Por eso creo que nosotros tenemos una oportunidad para mostrar que se puede innovar desde ámbitos de propiedad colectiva, cooperativas y autogestionadas”. «
«Seamos socios»: la apuesta de Tiempo
Una de las instancias más convocantes de la Media Party es la Feria de medios, el momento en que la mayoría de las iniciativas periodísticas que participan del encuentro exponen los desarrollos que a su criterio pueden contribuir a la discusión sobre el futuro del mundo de la información. Tiempo fue uno de los 40 medios que compartieron su experiencia y decidió hacerlo explicando el modelo de socios que desarrolló en su etapa cooperativa para garantizarse su sustentabilidad. Los socios de Tiempo tienen acceso preferencial a los artículos publicados en el sitio y reciben cada tres meses una revista temática producida por sus periodistas del medio. También pueden optar entre más de 150 beneficios semanales en agradecimiento por su apoyo. Hoy el aporte de los lectores representa el 70% de los ingresos de la cooperativa.
Pictoline: una propuesta visual para los millennials
“Mucha gente piensa que lo central es el dibujo, pero se equivoca. La cuestión siempre es cómo se entiende y se presenta la información”, explica Diana Iris Peredo, una de las ilustradoras de Pictoline, la compañía visual mexicana fundada en 2015 que logró impactar con su propuesta de contenidos y cuyos materiales se viralizan más allá del mundo de habla hispana. Sin necesidad de palabras, la ilustración que hicieron por la muerte de Stan Lee en la que los superhéroes creados por él cargan con su cajón fue compartida más de 200 mil veces en Facebook y 78 mil veces en Twitter. Se transformó en la imagen más popular en 2018 para la compañía digital mexicana y resumió el proceso de la compañía que en cuatro años pasó de cuatro integrantes a 20.
Las imágenes con las que se popularizaron fueron bautizadas como bacon (panceta en inglés) y guardan relación con el logo de Pictoline, que es un cerdo. Según cuenta Peredo, una de las cuatro ilustradoras actuales del proyecto, el proceso de creación comienza por la mañana en la redacción. Lo primero que hacen es revisar las redes sociales para entender qué se está hablando y cómo. “No se trata solo de ver los temas, sino qué dice la gente”, detalla. Porque en función de eso definen qué tipo de pieza preparar: si el vínculo es emocional, como en el caso de una muerte como la de Stan Lee, pueden resolverlo con un dibujo. Pero si lo que hace falta es explicar lo que sucede, entonces quizás deban consultar con expertos y preparar el texto más claro y conciso posible.
Una clave es que tanto quienes hacen las ilustraciones como los que las consumen son millennials, explica.
La fama les permitió expandirse y hoy están “experimentando formatos”. Lo último fue organizar la primera bienal de ilustración de México. “Estamos viendo de qué manera la ilustración, el diseño, puede llevar la información a más personas y puede cambiar sus vidas”, finaliza.