El juez federal Claudio Bonadio dio marcha atrás con su decisión de destruir las cunas y bolsas de dormir para bebés que formaban parte del kit Qunita, la iniciativa del anterior gobierno para que todos los recién nacidos, independientemente de su situación económica, tuvieran un ajuar para sus primeros tiempos de vida.
Mediante una decisión que anunció hoy a través del Centro de Información Judicial (CIJ) -un recurso que cada vez con mayor frecuencia los jueces utilizan como house organ, con el beneplácito del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti-, Bonadio desligó la responsabilidad por el destino final de las cunas y las bolsas de dormir en el ministerio de Salud. El juez está convencido de que ambos elementos son no sólo inservibles para los bebés sino también peligrosos. Y, como en el marco de esa causa, procesó y envió a juicio a los funcionarios que lo implementaron, el correlato obvio con esa decisión era la destrucción de los elementos que constituyen uno de los objetos del delito que atribuye a los imputados.
Pero el solo anuncio de la destrucción de las cunas levantó una indignada ola de protestas que atravesaron incluso a los sectores más retrógrados de la sociedad. Aquellos que aplauden acríticamente cualquier decisión judicial que vaya contra el anterior gobierno, aún cuando sean cuestionables desde el punto de vista judicial e, incluso, ético.
Bonadio aclaró que nunca ordenó quemar las cunas. En lo que pareció una frase con sorna, el juez dio que comparte las preocupaciones respecto a la protección del medio ambiente y que es consciente que el método de la incineración es contaminante y anti-económico, razón por la cual nunca en el presente expediente se resolvió con que metodología se deberían destruir los elementos peligrosos identificados por los informes del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la Sociedad Argentina de Pediatría». Destrucción sí, incineración no.
No obstante, insistió en que las cunas y las bolsas de dormir no son adecuadas para los primeros días de vida de una criatura. «No es necesario ser ingeniero para advertir los riesgos que conllevan para un bebé recién nacido los bordes filosos, las aristas vivas, o entre otras cosas, un componente de la cinta que puede ser desmontado, cuyo tamaño es peligroso al alcance del bebé».
De todas formas, no será el juzgado el que adopte la decisión final sobre las cunas. Bonadio dejó asentada su posición y transfirió a manos de la máxima autoridad sanitaria la decisión final. ¿Porqué se dispuso la destrucción de las cunas y los sacos de dormir? Obviamente que ello no fue caprichoso ni antojadizo, sino que se basó en elementos concretos y precisos glosados al expediente, que determinan su peligrosidad, y del que da cuenta el presente auto», sostuvo el magistrado y citó luego tres informes del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y un informe de la Sociedad Argentina de Pediatría.
Dejando a salvo ese criterio, le dijo al Ministerio de Salud: háganse cargo ustedes. Si alguna cuna o bolsa de dormir causa lesiones a un bebé, la responsabilidad será de las autoridades sanitarias. A menos que el Ministerio, también, decida la destrucción de las cunas.
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