Grupo de músicos callejeros que interpretan canciones satíricas en los carnavales», dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE) en la segunda acepción de la palabra murga. En la primera, señala, además, que se trata de «una compañía de músicos malos». Sin embargo, la murga fue y continúa siendo emblema del carnaval, una fiesta cuya esencia tiene que ver con la rebelión contra los poderes instituidos, con el cuestionamiento de la organización social.
En su libro El carnaval en Buenos Aires (1770-1850). El bastión sitiado, Romeo César señala que en tierras sudamericanas el Carnaval fue «la fiesta por excelencia. Una fiesta ‘pagana’ atada al calendario litúrgico; una fiesta de todos festejada en especial por las mujeres; una fiesta inter y multiétnica, en la que se amalgamaron elementos europeos, indígenas y africanos de las más diversas procedencias». El autor señala otro rasgo significativo: «Ha sido la fiesta sobre la que recayó la mayor cantidad de reglamentos, controles, censuras y malos entendidos; y cuya celebración, desde el siglo XVIII en adelante, haya sido prohibida en más oportunidades que la de cualquier otra festividad y por los más distintos (y aun enfrentados) regímenes políticos».
No es casual, por lo tanto, que la dictadura cívico-militar haya suprimido los festejos y feriados de carnaval por el decreto 21.329 y hayan sido sobre todo los murgueros quienes reclamaron y lograron su restitución durante el gobierno anterior. Pero tampoco es casual que la murga porteña sea menospreciada por ciertos sectores de la sociedad que la ven como una expresión vulgar y chabacana, y que se la considere la hermanita pobre de otras murgas argentinas más glamorosas que tienen una fuerte influencia de las comparsas de Brasil. Sin embargo, es la murga porteña la que cuenta nuestra historia, la que incorporó la crítica social y política como marca de identidad y la que se asume como expresión popular por antonomasia. Dicen que para muestra basta un botón y el siguiente ejemplo lo corrobora. En octubre de 1999 los restos del padre Carlos Mugica, asesinado por la Triple A el 11 de mayo de 1974, fueron trasladados desde el Cementerio de la Recoleta a la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31 donde ejerció su misión sacerdotal. Quien dio la misa una vez que el féretro transportado a pulso por los integrantes de la villa llegó a ella fue Jorge Bergoglio, y la celebración del regreso estuvo a cargo de una murga, Los crotos, dirigida por Félix Loiácono. Fue precisamente esa murga la que inspiró la formación de otra en el seno mismo de la villa: Los guardianes de Mugica.
Ariel Prat, que define su arte como «tango y milonga de corte murguero», resume muy bien el derrotero que siguió esta expresión popular en el país. «La Murga Argentina, bautizada particularmente como ‘Porteña’ dice en De este lado del Plata, una compilación de cantos de la Murga Argentina realizada por él-, debe ser el secreto mejor guardado aunque peor cuidado de la cultura popular y musical de la Argentina. En los últimos años se ha extendido notablemente en todo el territorio nacional (con particular fuerza desde el retorno de la democracia) con sus variantes locales en algunos casos, pero conservando rasgos distintivos, sobre todo en el baile y en el vestuario. Entre ellos se destaca el instrumento ‘estrella’: el bombo murguero, esencial para entender el mestizaje de lo afro-argentino con el folklore aportado por la inmigración europea de mitad del siglo XX en adelante. A partir de 1955, con la irrupción de la ‘Fusiladora’, los festejos populares entre ellos el carnaval sufrieron una marginación evidente y sistemática reforzada por la supresión de los feriados festivos del carnaval ya con la dictadura cívico-militar del ’76. En tales circunstancias, la expresión por excelencia del carnaval metropolitano que fue y es la murga quedó sepultada e invisibilizada como tantas otras expresiones populares siguiendo la penumbrosa ruta de aquella ‘historia negada’ de nuestra afro-argentinidad bajo la concepción ‘mitrista’ y ‘sarmientina’ de lo que debía ser nuestra Nación. Al empobrecerse por marginada y al convertirse sólo en vehículo de diversión con formato de desfile, prohibidas o censuradas en algunos casos las letras y el mensaje, la murga pasa a ser doblemente ignorada por los sectores populares de izquierda y por los de la derecha». Según lo consigna Prat, la murga porteña desciende de la vieja comparsa negra «paulatinamente blanqueada» y del candombe criollo, conocido como guariló.
Los brillantes trajes murgueros provendrían de los esclavos que, abolidas las jerarquías sociales durante el período del carnaval, habrían tomado los elegantes fracs de sus amos y los habrían dado vuelta para no mancharlos, mostrando de esta forma el forro de seda al que le agregaron múltiples ornamentos. Por su parte, el baile sería una imitación de los efectos que produce una borrachera o el mareo generado por un largo viaje en barco desde África hasta las tierras del Río de la Plata. Sobre estas y otras cuestiones murgueras hay diversas teorías, pero si alguna certeza hay es que en el corazón mismo de la murga late siempre la rebeldía y que su ámbito es la calle, el espacio público, que como la mayoría de las cosas en este momento, es cada vez menos público y más privado. «
«La murga es un diamante en bruto y requiere mucho trabajo»
Si hay alguien que hizo mucho por salvaguardar y enriquecer la murga fue Coco Romero. Y lo hizo no sólo con la incorporación de una estética murguera a su propia música, sino también desde la enseñanza de esta expresión popular en los talleres del Centro Cultural Ricardo Rojas. Allí se gestó, hace más de un cuarto de siglo, la murga Los Quitapenas que, nacida en un ámbito de enseñanza, fue inspiración de una serie de otras murgas. Además, la investigación sobre sus orígenes y desarrollo les dio a las nuevas agrupaciones murgueras un nuevo impulso. Pero la influencia de la murga va más allá de la murga misma. Varios son los artistas y grupos que la incorporaron en sus propias creaciones. Este fenómeno, junto con las presentaciones en lugares cerrados y fuera del circuito específico del carnaval, la convirtió en una expresión presente durante todo el año. Alejandro Del Prado es un gran referente de la canción con influencia de murga porteña. En el mismo sentido se puede mencionar a Juan Carlos Cáceres un estudioso de la influencia de la negritud en la música porteña, a Omar Giammarco, a Flavio Cianciarulo, bajista de Los fabulosos Cadillacs que editó un disco, Cachivache (2004), en el que hace honor a su pasado murguero. También la Bersuit incorporó exitosamente alguna canción perteneciente a este género.
Lo mismo puede decirse de Los piojos, Los auténticos decadentes y de Amores tangos, entre otros.
«Nosotros afirmó Coco Romero en una entrevista somos canales que resignifican y revaloran ante el hombre contemporáneo ideas que vienen del pasado y de sus tradiciones. Esto tiene un entramado comercial y un entramado espiritual. Yo me he metido en este último. La murga me gusta como género musical por lo que deseo que mucha gente le dé valor para que crezca. Me gustaría que la murga fuera como el tango. Imagino el panteón del tango, desde Villoldo a Piazzolla, en donde miles de artistas trabajaron para que esta música crezca. Sueño con las miles de personas que pueden aportar su granito de arena para que la murga también se convierta en un género reconocido. Pero para lograr esto hace falta muchísimo trabajo, estudio e investigación. Es como cuando los escultores dicen que la figura ya está en la piedra, pero para llegar a ella hay que usar el cincel y el martillo. La murga es un diamante en bruto, y para que se convierta en un verdadero diamante hay que trabajar mucho».
Murga porteña en Venecia
Gustavo Mozzi, actual director del C.C.Kirchner y músico que aborda los géneros populares porteños (como la murga) con un alto nivel de sofisticación, estaba en 2006 al frente de talleres de composición de música popular del C. C. Rojas y fue invitado a participar del Carnaval de Venecia. En la Plaza de San Marcos compartimos el cierre con el quinteto Tango Extremo. Sandro Brezzanello junto con María Pantuso. Me convocaron para que armara un cierre del Carnaval de Venecia con música de Buenos Aires. Me pareció que sería interesante abrirlo con tango y cerrarlo con murga. Un remix de temas de mi disco Matiné, o sea que se armó una especie de rave murguera. Y proyectamos imágenes del carnaval de La Boca y de diferentes murgas, como Cometas de Boedo o Los fantoches de San Cristóbal. Unas 30 mil personas terminaron bailando rumbo al Gran Canal detrás del bombo con platillo. En medio de La Comedia de Arte y las máscaras venecianas que tienen tanta historia, la murga porteña resultó una experiencia surrealista. Y generó otro tipo de intercambio: el director del Carnaval estuvo en Buenos Aires y hasta se pensó en la posibilidad de hacer un Carnaval de Venecia aquí. La de Mozzi no es una experiencia única. Goethe afirmó: «El carnaval es una fiesta que nadie le otorgó al pueblo, sino que el pueblo se dio a sí mismo.»
Avellaneda sube la vara en el festejo del carnaval
Del otro lado del Puente Pueyrredón arranca este fin de semana un carnaval que se extendrá por ocho fechas consecutivas, hasta el 25 de febrero, con una oferta que combinará recitales al aire libre, espectáculos circenses, y el desfile de 33 murgas locales y de distintas localidades del conurbano.
El centro de convocatoria será el Anfiteatro Hugo del Carril, de Parque Domínico (Av. Mitre 500) y todas las actividaes, organizadas por el municipio de Avellaneda, tendrán entrada libre y gratuita.
La fiesta popular incluye una programación que tendrá como figuras a La Delio Valdez, el 17 de febrero, y Miss Bolivia, que ofrecerá su recital el 24 de este mes.
Tras la importante convocatoria que tuvieron los festejos de 2017, la comuna se propuso duplicar la propuesta para los Carnavales 2018. «