Si la brama del ciervo colorado es el must de La Pampa en esta época también las orcas en Península Valdés en Chubut son el espectáculo natural que despide el verano y dan inicio a la estación de los tonos dorados, pardos, beige y rojos en la Patagonia argentina. Sin embargo, los amantes del mundo natural y del avistaje de fauna, han visto en redes sociales y en los medios de comunicación un yacaré caminando por su hábitat en Misiones donde casi estrena la pasarela del circuito Garganta del Diablo en el Parque Nacional Iguazú. Para algunos fue una sorpresa esta imagen y para otros, simplemente, el bicho andaba por su hábitat y se topó con esa senda especial que lleva a los humanos a ver este magnífico paisaje.

Lo cierto es que, si hablamos de aves, en el mundo entero se movilizan unos 50 millones de personas cada año buscando lugares nuevos donde observar aves, mientras en torno a los plumíferos, se despiden los sitios patagónicos de sus temporadas de visitas a las colonias de pingüinos. El “birdwatching” como se le dice a esta actividad de observar aves, es una metié que hasta en las grandes ciudades se puede realizar cuando cuentan áreas urbanas como la Reserva Natural de la Costanera Sur en CABA o en el Delta bonaerense, por mencionar clásicos.

Al sur, los pumas

Pero hay en este 2023 un avistaje que crece en adeptos a la naturaleza: el de pumas. Si, leyó bien, es el que se practica en un rinconcito de la Patagonia austral, en el noroeste santacruceño muy cerquita del sitio Patrimonio de la Humanidad Cueva de las Manos que integra el conjunto de aleros con pinturas rupestres del Parque Provincial Cueva de las Manos.  

Es allí, donde en la meseta y cerquita del Cañadón del río Pinturas, se desarrolla uno de los portales de acceso al Parque Patagonia Argentina. Lo impulsa la Fundación Rewilding, que en su origen se fundó como Conservation Land Trust a cargo del estadounidense Douglas Tomkins, ya fallecido.

Hay una hostería, La Posta de Los Toldos con sólo nueve plazas que aloja a gente de todo el mundo que busca sentir la naturaleza en estado puro. Los expertos dicen que tan sólo recorrer el cañadón del Río Pinturas, es recorrer la prehistoria o al menos nueve mil años que revela el arte rupestre. Pero el paisaje así tal como se lo ve, con el cañadón de muros de hasta 120 metros de altura de roca basáltica por sintetizar de alguna forma estas formaciones con rocas volcánicas que cuentan la evolución del planeta. Y para los científicos, lo que se ve casi no ha sufrido modificaciones desde las glaciaciones.

En este marco único, la Ruta Nacional 40, el gran corredor turístico de la Argentina une diferentes localidades a esta altura del mapa como la localidad de Perito Moreno y Bajo Caracoles, entre otras y en el corazón de esta inmensidad hay diferentes opciones para conocer los secretos de esta Patagonia infinita.

Una historia para conocer

Es en este rinconcito donde nació y se crió Facundo Nahuel Epul (@elchoiqueguia), que con 27 años, lleva cuatro como guía de naturaleza especializado en el área protegida de Parque Patagonia Argentina, es quien cuenta que, desde chico, sintió pasión por los pumas. “Mi abuelo trabajó en una estancia aquí cerca, mi papá también y yo de chico también, es donde vi por primera vez un puma”, le dice a Tiempo Argentino mientras mantiene una velocidad de 20 km por hora en su camioneta 4×4 que lleva a turistas, biólogos o documentalistas de todo el mundo a vivir una experiencia atrapante: el avistaje de pumas. 

“Para observar fauna hay que ir despacio para que cada uno pueda concentrarse en el paisaje y ver desde zorros, guanacos o choiques (Ñandú petiso de la Patagonia) y además, permite fotografiarlos sin asustarlos ni alertarlos”, cuenta y transmite paz. Es realmente un encanto transcurrir en una travesía por un camino interno de lo que fue antiguamente una estancia hoy convertido en un área de reserva.

Para la recomendación de que “”al ver un puma y quedarse quieto,  total el animal se asusta y se va””, Facundo asiente con la cabeza y coincide con otros expertos. “Siempre hay que darle una vía de escape, si somos un grupo tenemos que ir en silencio, caminando despacio y pisando suave el suelo, incluso por si hay otros animales”, explica.

Conoce este territorio como a él mismo, por eso cuando estaciona en un área especial para vehículos. Pide que nadie de un portazo al cerrar la puerta de la camioneta. Recomienda llevar abrigo en capas, (campera, sweter, guantes) y agua.

Con los pies en la tierra, el silencio de la inmensidad deja escuchar hasta la respiración del humano. Uno se persigue y quiere ir pegado al compañero, la sola idea de estar separado del grupo y que aparezca un puma, qué sé yo, no sé si está tan buena.

Nunca prometo que van a ver un puma, porque la naturaleza tiene su ritmo y el humano tiene que aprender a tener paciencia y esperar, buscar, caminar, y por ahí se cruza o por ahí hay que encontrar huellas recientes y a veces lleva tres días de excursión por el campo para ver un puma a cien metros”.

A dos metros de un puma

Es verdad, que en una ocasión, unos años atrás, esta cronista pudo ver a dos metros de distancia un puma  caminando que, al percibir la presencia humana tomó velocidad de trote hasta que se frenó miró y se perdió entre unos arbustos. Claro, que .. yo iba en una camioneta. Caminando es distinto. Se ven huellas, se ven excrementos (como los de un perro grande ) pero en tanta inmensidad uno gira sobre los propios talones y siente, de pronto, que lo observan un millón de pumas, en lugar de que sea uno quien sigue los rastros de la bestia.  

Entre jornada y jornada de excursión para ver pumas, se pueden realizar otras once opciones de trekking de diferente grado de exigencia. Unas más livianas como ir a conocer el sendero Tierra de Colores o el de más exigencia, que baja, sube, baja y sube, por el cañadón del río Pinturas para llegar al sitio de Cueva de Las Manos. Es imperdible, pero atenti siempre con respeto hacia la naturaleza que es imponente y nosotrxs somos nada.

Se hace lo posible por absorver todas las recomendaciones. Hay una que no se puede pasar por alto: beber agua. Aunque no se tenga sed, el aire, la montaña, la meseta, la aridez y la caminata que puede abarcar unas cuatro horas entre ida y vuelta, lo exigen y su cuerpo se lo sabrá agradecer.

Facundo, el guía, lo hace sencillo. Cuenta que los felinos como todos los animales tienen hábitos. Algunos de los pumas que se han visto en los últimos años, tienen un collar que les permite a los biólogos de la Fundación hacer distintos estudios de su comportamiento. Pero acá nos une la idea de vivir esta experiencia de avistaje de fauna in situ.

No todo es puma en la vida. Hay Chinchillones anaranjados, que son como ratones gordos peludos de color gris con naranja, que viven entre las rocas. Eso sí, cuando el grupo llega a un cañadón, toma dimensión de esta Patagonia donde tan sólo el río Pinturas recorre 150 kilómetros y los cañadones que lo rodean se unen a otra gran formación que es el Cañadón Caracoles.

Estamos hablando de formaciones de la época anterior al surgimiento de la cordillera de Los Andes. Tremendo, no? En fin, quedan dos días, pero en uno de los cañadones es la majestuosidad del Cóndor Americano el que regala su vuelo al grupo de visitantes que al verlo se da por satisfecho cuando, además, el ave de mayor envergadura del continente, desciende hacia un mallín donde con binoculares vemos que se alimenta de los restos de un guanaco.

Del chinchillon encontramos unas bolas de pelo suave y gris que nos estremece al pensar que alguien lo descubrió primero y hace muy poco. Epa. Estamos al borde de un precipicio que dibuja  unas rocas volcánicas de colores morado y gris, que balconean hacia un hilo de agua plateada, allá abajo, donde corre el río Pinturas y donde también tenemos el privilegio de ver una manada de guanacos, en fila, cruzando el río. Arriba, el cielo turquesa en un otoño donde no hay viento y encanta a los viajeros que eligen en esta época para recorrer la Patagonia profunda.

En cuestiones de naturaleza y avistaje de fauna es la paciencia la herramienta fundamental para el éxito por eso, cuando cae la tarde y  regresamos al hospedaje, otra manada de guanacos, un zorro curioso y una docena de choiques que pastorean al costado del camino, son el premio y el augurio de que, quizás, en la próxima salida a campo, se deje ver el felino más importante de estos lares, que todos conocemos como puma y es nuestro León Americano.

Más info

www.santacruzpatagonia.gob.ar

Donde alojarse: https://www.lapostadelostoldos.com/

Guía experto de avistaje de pumas: Facundo Epul (costo de 250 dólares la excursión para cuatro personas) @elchoiqueguia