El 2021 comenzó con algunos triunfos dentro del movimiento feminista, pero también con cifras que plantean la necesidad de un cambio urgente dentro de la sociedad. La organización especialista en género GROW – Género y Trabajo, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género ELA, la consultora NODOS y la Fundación Avón y el portal de empleos Boomeran realizaron un estudio sobre las situaciones de violencia que se generan en el ámbito laboral.
Los resultados son preocupantes: “El 73% de las personas encuestadas en Latinoamérica sufren o sufrieron alguna situación de violencia/acoso dentro de su lugar de trabajo en el último año”. La encuesta se respondió en Argentina, Chile, Ecuador y Perú a usuarios/as de los portales de empleo de Navent en cada país. En la Argentina la muestra se conforma de: mujeres cis (69%), hombres cis (27%) y personas LGTBIQ+ (4%). En lo que respecta a orientación sexoafectiva, el 86% de los/as encuestados/as de este país se identificó como heterosexual, mientras que sólo un 8% se reconoce con identidades sexuales no hegemónicas.
Desde Grow, una de las organizaciones que elaboró el informe, Carolina Villanueva, directora y cofundadora del espacio destaca a Tiempo, “Nos sorprendió el alto porcentaje de registro de la violencia en todos los países de la encuesta, Argentina, Chile, Ecuador y Perú. Esto puede deberse a que la encuesta incluía una definición abarcativa de lo que es la violencia laboral, lo que permitía que las personas puedan identificarse con los casos, también puede explicarse a partir del hecho de que es un público ya sensibilizado con la temática, y por supuesto, a la existencia de altos niveles de violencia en los entornos laborales”.
– ¿Con qué tiene que ver este alto nivel de acoso laboral en el continente?
-Tiene que ver con una cultura que habilita este tipo de comportamientos y con organizaciones que aún no logran avanzar hacia su erradicación. El camino hacia entornos laborales libres de violencia debe ser allanado, y si bien es un tema que está en la agenda aún falta mucho por hacer. En Argentina, por ejemplo, el 69% de las mujeres afirma haber vivido personalmente experiencias de violencia/acoso dentro de su entorno de trabajo. Por su parte, el 62% de los hombres asegura haber pasado por alguna situación de este estilo y un 59% de las identidades LGTBIQ+ ha experimentado un hecho de violencia o acoso laboral.
El 13% de las personas LGTBIQ+ encuestadas recibió comentarios inadecuados acerca de su identidad de género en su ámbito laboral, mientras que el 12% de las mujeres declara haber recibido comentarios de este tipo en relación a su edad. Por otro lado, la violencia experimentada por los varones es diferente, encontramos un 70% más en varones que en mujeres hechos relacionados a comentarios inadecuados sobre la orientación sexual, bromas por discapacidades y acontecimientos violentos como golpes, empujones, cachetadas, entre otros.
Nuestra cultura y forma de relacionarnos avala este tipo de comportamientos, que son enmascarados en el humor, en nuestra forma de ser, y no dejan de ser actos de violencia que no deberían suceder en ningún lado, y menos en los espacios de trabajo.
-La precarización laboral y la situación económica de los países, ¿tienen alguna relación con los acosos en los lugares de trabajo?
-Sin dudas, un trabajador o trabajadora que se encuentra en un trabajo informal está más expuesto/a a este tipo de situaciones. Las organizaciones que no tienen procesos formales identificar y erradicar las situaciones violentas tienen más probabilidades de sufrir este tipo de comportamientos.
-¿En cuál rubro son más comunes estas prácticas?
-El mundo de la gastronomía está en el ojo de la tormenta y tiene que ver un poco con que son espacios que tienen pocos procesos sobre la forma en que se trabaja, donde los liderazgos que se imponen son muy verticalistas, donde las áreas de apoyo al personal son casi inexistentes, donde en general los espacios de poder están ocupados por varones. Las organizaciones empleadoras que desarrollan políticas de cero tolerancia a la violencia y al acoso, y que luego ejecutan prácticas para su reducción logran mejorar las estadísticas.
-¿Cuál es la responsabilidad de las empresas cuando suceden estas situaciones?
-La responsabilidad de las organizaciones empleadoras existe y está enmarcada en aquello que propone el Convenio 190 de la OIT, de reciente ratificación en la Argentina. Es el primer instrumento normativo enfocado en la eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, al considerar que estas situaciones “pueden constituir un incumplimiento de los derechos humanos y poner en riesgo la igualdad de oportunidades” además de ser “inaceptables para lograr un trabajo decente”. ¿Qué implica su ratificación? Aplica al sector público y privado. No limita la violencia al lugar específico de trabajo, sino que lo extiende a los lugares en los que se remunera al personal, donde se realizan recesos, a las comunicaciones relacionadas con el trabajo; a los lugares de alojamiento proporcionados por el empleador; y los desplazamientos desde y hasta el lugar de trabajo. Demanda que los empleadores aborden la violencia de manera integral, elaborando de forma conjunta con trabajadores y sus representantes, políticas para su erradicación. Entre otras medidas, sugiere se lleven a cabo evaluaciones o diagnósticos organizacionales, capacitaciones al personal y medidas de actuación y protección correspondientes para su eliminación.
-¿Cuál es el trabajo más adecuado para comenzar a bajar estos niveles de acoso?
Es de vital importancia tener un enfoque organizacional integral donde la organización asuma un compromiso que manifieste un mensaje de cero tolerancia a todas las formas de violencia laboral. Para ello debe definir políticas contra estos comportamientos y habilitar canales de denuncia apropiados. En segundo lugar, debe trabajar en la transformación de su cultura y en generar un mayor entendimiento del problema en su personal. Se recomienda generar espacios de debate y reflexión sobre la violencia laboral y todas sus formas para que las personas puedan identificarlas y trabajar hacia su eliminación. Hay muchas maneras en que somos violentos que aún nos cuesta encasillar dentro de lo que es la violencia en el trabajo. Finalmente, se debe actuar frente a las denuncias, tener protocolos bien aplicables en regla para dar un adecuado tratamiento a los casos que puedan surgir
LA SITUACIÓN EN LA ARGENTINA
La encuesta aborda también lo que sucedió con los puestos laborales durante la pandemia.
“Para poder comparar tenemos que tomar datos oficiales. El Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio para contener el contagio por COVID-19 modificó los vínculos, la distribución de tareas y los tiempos al interior de los hogares, y también las formas de relacionarse en el ámbito laboral. Los datos relevados por la OAVL Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral (OAVL) en los primeros 9 meses del año (de enero a septiembre) permiten advertir que en el contexto de la pandemia aumentaron las consultas y denuncias por violencia laboral en un 18,8% respecto del año anterior. En el mismo 2020, si comparamos un mes sin pandemia y otro con pandemia, las consultas y denuncias aumentaron un 118%. Esto se puede deber a dos factores, hubo mayores casos de violencia laboral debido a la vulnerabilidad en que se encuentran los/as trabajadores/as en la situación de pandemia o hay mayor conciencia en la sociedad sobre qué es la violencia”, expresa.
“La OAVL advierte que con el inicio de la pandemia y el correspondiente ASPO, se tuvo que considerar un tipo de violencia laboral, que hasta entonces no había resultado significativa. Esta es, la violencia económica, que alcanza un 20% de las denuncias entre el segundo y el tercer trimestre del año. La violencia económica denunciada se relaciona con despidos discrecionales, reducción de y falta de depósito de los salarios, amenazas de despidos, no provisión de EPP y presión a los/as trabajadores/as no esenciales para que rompan el aislamiento” afirma Villanueva. “Al mismo tiempo, la OAVL hace referencia a nuevas modalidades de violencia psicológica como el chantaje emocional y la sobreexigencia; y en relación al teletrabajo, con directivas poco claras o ausencia de ellas.”