Germán Nagahama es licenciado en Comercio Internacional. No es científico, ni ingeniero, pero sí se califica como un gran “entusiasta de la electrónica y la computación”. Acaba de ser reconocido en el mayor certamen internacional de inventos. “Soy una persona muy curiosa, armé mi primera computadora solo con mis manos, sin mucha información, en la época pre internet”, cuenta a Tiempo el joven quien se hizo este lunes de la Medalla de Oro en la categoría Seguridad, del 48 Salon International des Inventions de Geneva (Ginebra, Suiza) por haber creado un dispositivo con lámparas LED que funciona a agua.
– ¿Cómo comenzó tu interés por los inventos?
– Mientras estudiaba mi carrera comercial, siempre mantuve el vínculo con la computación y electrónica. Armé mi propio robot y me compré una impresora 3D que la arme en casa y con eso puedo hacer estas cosas locas qué se me ocurren. Fue un hobby que después se transformó en un medio de vida, porque con mi pareja abrimos un negocio de electrónica. No tengo una formación académica propiamente dicha en lo que tiene que ver con electrónica o en su desarrollo más científico, pero sí soy un entusiasta. Me encanta leer y me gusta mucho aprender.
– ¿Cómo llegaste a Ginebra siendo simplemente un curioso?
– Empiezo este proyecto buscando medios alternativos de energía que sean fáciles de obtener y no contaminantes. Estudiando un poco lo que son las celdas de energía llegué a una que funcionaba con agua salada y con eso pude empezar a iluminar unos LED. Averigüé los antecedentes, encontré que ya había lámparas similares y pude traer dos de Japón, que tienen un funcionamiento parecido. Empecé a listar todos los inconvenientes que tenía el sistema y ver la forma de superarlos hasta que llegué al desarrollo del sistema de iluminación propiamente dicho.
– ¿Era algo único en el mundo?
– Hice las averiguaciones pertinentes para su patentabilidad y mi sistema resultó muy novedoso. Primero lo patenté en Argentina y después, con esos documentos, pude hacer la presentación internacional, para mostrarlo en distintas ferias y exposiciones. Por suerte la más importante del mundo que es la de Geneva, organizada en Suiza, me otorgó la Medalla de Oro dentro de la categoría de seguridad, un verdadero orgullo porque había desarrollos realmente muy buenos. Superó mis expectativas.
– ¿En qué consiste tu sistema?
– Una de las ventajas que tuve es que no estaba cegado respecto al desarrollo de ciertas tecnologías qué en su momento se habían desechado por considerarlas que no eran útiles: básicamente las celdas, una pila de Volta, quien la había desarrollado a fines de 1800. Entonces, dije “esta tecnología se había descartado porque no se le encontró una aplicación práctica, pero hoy con los adelantos de electrónica que tenemos deberíamos poder darle un uso a esa tecnología”. Así empecé a probar y la verdad que para la iluminación anda muy bien. Rescaté y reformulé esa tecnología de manera tal de aprovecharla y redescubrirla. Se trata de principios muy básicos de electroquímica.
– ¿Y cómo funciona?
– Mejoré el sistema y desarrollé una rama de la electrónica que se había abandonado. Originalmente, funcionaba con agua salada pero logré sumarle la sal adentro de la celda de energía y lo único que hay que hacer es humedecerlo. Nada más. No es necesario que el agua esté en ninguna condición específica, con tal de que se humedezca la celda. Lo más difícil fue disolver las sales, que ya están en la celda porque el agua por sí misma no es conductora de electricidad, necesita de la sal. Este sistema funciona en realidad con cualquier líquido que pueda disolver las sales.
– ¿Contamina?
– No es contaminante porque uso un nano de magnesio que cuando se oxida forma óxido de magnesio que incluso es un fertilizante, es lo que utilizan los atletas para secarse las manos. El óxido de magnesio es el residuo más grande que tiene esta celda. Después, todos son productos súper naturales. La idea de utilizar agua fue usar un elemento que esté lo más a mano posible. El núcleo de la celda, lo más importante, es de magnesio metálico. Ninguno de los productos secundarios de la reacción contamina, porque casualmente la parte contaminante de las baterías y las celdas, es el medio electrolítico, el ácido de una batería de plomo de auto, los nitratos de las baterías alcalinas o el mercurio de las pilas tipo botón.
– El LED fue la clave…
– Lo bueno del LED es que puede iluminar requiriendo muy poca energía. La mayor parte de mi desarrollo estuvo amplificar la corriente de la celda qué naturalmente no podría encender LED para que logre encenderlo. Tuve que tener una lógica diferente a la que se utiliza por ejemplo para amplificar el voltaje de las pilas, es sumando una detrás de la otra. En esta celda no se puede por la resistencia interna.
– ¿Se puede aplicar en otras cosas?
– Sería difícil porque entrega muy poca energía. Si le pongo un medio ácido va a mejorar pero vamos a retomar el camino de las pilas químicas contaminantes. Considero que este es el uso más práctico, aunque también serviría para encender un reloj, una calculadora, todos aparatos que requieren poca energía. Lo pensé para remplazar más a una pila o una batería, sobre todo cuando se corta el suministro energético. Serviría para los portátiles que no depende de la red eléctrica. En caso de un corte de luz, por ejemplo, teniendo acceso al agua ya podrías iluminarte hasta que retorne la red. Es más económico que la pila o las velas. Apunta a eso.
– ¿Tuviste algún tipo de apoyo académico o estatal?
– No. Lo presenté en la Feria INNOVAR y en la del Libro 2020, en el stand de TICMAS, pero como algo más educativo. Después estuve hablando con algunas incubadoras pero lo malo es que la incubación de proyectos por lo menos acá en la Argentina es que solo te ayudan a desarrollar el producto mínimo viable o el prototipado. Algo que yo ya había logrado. Ahora necesitaría la continuidad, una difusión del invento, buscar inversión para que pueda ser un producto que se fabrique y se pueda vender. Todas las ayudas son para asesoramiento, patentar o solventar ciertos costos. Por eso es que muchos inventos quedan truncos, solo en el desarrollo y no llegan a ser producidos para su venta. En esta etapa los inventores suelen ir a buscar ayuda afuera.
Paula Mariana Bein | Socio
30 March 2022 - 11:39
Me quedo con el cierre de la nota, cuando refiere a que falta la etapa de ayuda que permita la comercialización. está bueno ayudar en la primer etapa. ¿y después? Desconozco qué institución podría ingresar a esta dinámica. Interesante,