Según afirma la Organización Mundial de la Salud, la Argentina tiene una de las tasas de incidencia más altas del mundo de Síndrome Urémico Hemolítico (SUH), una enfermedad sistémica grave que afecta principalmente a los niños menores de 5 años. Hay, al menos, 500 casos por año y se transmite por la bacteria Escherichia coli, que puede encontrarse en la carne cruda pero también en las frutas y verduras que no han sido lavadas de forma correcta.
El Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es una enfermedad que afecta sobre todo a los niños menores de 5 años y causa diarrea, generalmente con sangre. Puede acompañarse de fiebre, vómitos y dolor abdominal. Si bien la mortalidad bajó aproximadamente al 4 % en los últimos años y alrededor del 70% de los afectados se recuperan totalmente, un porcentaje de niños permanece con secuelas leves –como hipertensión y proteinuria– mientras que, entre un 15 y 20% de quienes padecen el síndrome quedan con daños renales progresivos que requieren diálisis de por vida o incluso trasplante renal.
“Nosotros, los humanos tenemos escherichia coli normal, es parte de nuestro sistema, es protectiva. La que produce la enfermedad es otra patógena”, explica a Tiempo Elizabeth Miliwebsky, profesional del Laboratorio Nacional de Referencia del Instituto Malbrán.
El Laboratorio es un centro de diagnóstico que recibe las muestras de pacientes a fin de determinar la existencia o no del patógeno. Si bien existen tratamientos y, una vez diagnosticada la enfermedad se hace un seguimiento médico, no existe aún una cura definitiva. “Lo más importante es hacer diagnostico rápido para saber si cuál genotipo es. Si es más virulento que otros. El médico lleva un seguimiento para ver si el paciente evoluciona o no en SUH; se hace un acompañamiento de sostén o transfusiones pero no hay un tratamiento especifico para eliminarlo”, cuenta.
Reducir la colonización y diagnosticarlo lo más rápido que se pueda
En junio, un equipo de investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) obtuvo una vacuna recombinante capaz de reducir la colonización de Escherichia coli enterohemorrágica en bovinos, principal reservorio de la bacteria responsable del Síndrome Urémico Hemolítico en niños.
“EHEC es una bacteria intestinal que se elimina por materia fecal y, si bien está presente en otros animales, el portador principal es el bovino”, explicó a Télam Daniel Vilte, especialista del Instituto de Patobiología del INTA, quien, junto con profesionales del Instituto de Biotecnología, se dedican a la investigación de Escherichia coli patógenas, su epidemiología y al desarrollo de vacunas.
La vacunación se ensayó de modo experimental en terneros, en un box de bioseguridad. “Buscamos utilizar estas proteínas para generar una respuesta inmune de anticuerpos que pueda bloquear la unión del patógeno al tracto gastrointestinal y, de ese modo, inhibir o disminuir la colonización”, agregó.
Al mismo tiempo, investigadores de la UNSAM junto al laboratorio Chemtest, se encuentran trabajando en un test de diagóstico rápido de este tipo de infecciones.
“Desarrollamos toda la línea diagnóstico para enfermedades provocadas por escherichia coli, entre las cuales está el SUH. Eso es muy importante porque en el país no había buenas herramientas diagnósticas y las que había eran muy poco accesibles”, afirmó Comerci, y añadió que también desarrollarán kits de diagnóstico para uso humano y veterinario, que utilizan una combinación de biotecnología y nanotecnología para detectar, además del SUH, otras enfermedades infecciosas como la brucelosis, el chagas, el dengue y la fiebre aftosa.
Mientras tanto, las autoridades y especialistas coinciden: es necesaria la prevención y la concientización en la sociedad. ¿Es recomendable la ingesta de carne en las infancias? ¿Qué hay que hacer para evitar las infecciones? ¿Por qué este síndrome afecta más a nuestro país?
Malas costumbres y cambio de dieta en el ganado
Miliwebsky, del Instituto Malbrán, remarca que “en nuestro país las cepas que circulan son virulentas, los factores que las hacen así tienen que ver, por ejemplo, con nuestras costumbres de consumir carne que a veces no se cocina bien o se pone en contacto la carne cruda con alimentos que no se cocinan”.
Destaca que muchas veces las hamburguesas o albóndigas no están cocidas en su interior, lo que puede permitir la transmisión de la bacteria. Miliwebsky cuenta que la bacteria Escherichia coli se encuentra de forma natural en el ganado bovino y que “las excretas contaminan los campos circundantes, el agua de riego y los cultivos, por eso la bacteria puede llegar a través de las verduras”.
Pero ¿por qué afecta más a las infancias? “Porque ellos se enfrentan por primera vez a una bacteria. Es su respuesta inmunológica, no están preparados como los adultos que ya se enfrentaron a otras bacterias”, responde. Del mismo modo, también puede haber casos en personas mayores de 60 años porque puede fallar la respuesta inmunológica.
Soledad Barruti, periodista y autora del libro “Mal comidos”, pone el foco en cómo se cría a los animales que después comemos: en diálogo con este diario considera que “la bacteria Escherichia coli aumentó su virulencia cuando cambiaron la alimentación de los animales, producto de una dieta intensiva que se origina en corrales de engorde donde los animales no comen pasto sino maíz mezclado con una cantidad de cosas”.
Ese cambio de dieta, según Barruti, generó que se modificara la acidez estomacal de los animales. “Por eso los primeros casos se dan en Estados Unidos, en cadenas de hamburguesas que son las que inventan los feedlots, los corrales donde los animales viven hacinados comiendo granos”. De esta forma, las condiciones de poco cuidado de los animales y el aumento exponencial de producción en los mataderos genera que “la carne esté contaminada con caca porque en los mataderos hay que trabajar de una manera mas rápida”.
Recomendaciones
Desde el Instituto Malbrán, Miliwebsky dice que no se desalienta que las infancias puedan comer carne pero hay que cocinarla bien: «Cuando se vea que el jugo es marrón y transparente, ahí se considera que la carne está cocida, fundamentalmente si son hamburguesas y albóndigas”. También resalta la necesidad de beber agua potable. De lo contrario, podría contraerse la bacteria. Nuevamente, los contextos y las realidades socioeconómicas inciden en el avance de una enfermedad. La carencia de infraestructura y servicios básicos es un factor que atraviesa a muchas víctimas.
Pero en Argentina no es solo el hogar el lugar de desarrollo de la patología. También se mira a los jardines maternales: “con una dosis infectiva muy baja se puede transmitir de una persona a otra. En el país tenemos brotes familiares y en instituciones de cuidado diario como los jardines, eso ocurre porque las condiciones higiénicas varían por el uso de pañales y el contacto entre los niños, es decir, por la ruta fecal–oral se propagan los contagios”, advierte.
Entre las sugerencias se encuentran la de mantener las buenas condiciones higiénicas en los establecimientos, correcto lavado de manos para quienes cambian pañales, separar los utensillos de cocina con los que se manipula carne cruda y verduras. No mezclarlos ni usar uno para diferentes comidas o alimentos. También, adecuada higiene de aquellas personas que, por ejemplo, trabajan en frigoríficos o personal de campo, antes de regresar a sus hogares.