*Este artículo fue realizado en el marco del Taller de Redacción de Tiempo
Los churros, el mate en la playa, las revistas de crucigrama y sudokus son clásicos del verano. Pero desde hace años hay algo más nocivo que también se está volviendo un clásico en la costa bonaerense: la pérdida de médanos, esenciales para afrontar los efectos climáticos adversos en los balnearios. Los partidos de la Costa, Mar Chiquita, General Pueyrredón, Villa Gesell, Pinamar y Necochea son los más afectados por la erosión. Investigaciones del Conicet y organizaciones ambientales advierten que, impulsado por los fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes, las construcciones inmobiliarias y la acción humana de “ganarle tierras al mar”, en promedio se pierde un metro de playa por año.
¿De qué hablamos cuando hablamos de “erosión”? El término alude “al desgaste, remoción de materiales en la costa como producto de la acción del mar”, explica el licenciado en Geología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Ricardo Caputo. Estos procesos implican el retroceso de la línea de costa, y tienen como consecuencia fuertes problemáticas económicas y sociales en la población. Así lo grafica el investigador: “El mar tiende a llevar la costa a una línea recta, trata de erosionar, de limar, de suavizar las puntas, las salientes hacia el mar, y rellenar las entradas o las bahías. Lo hace a través de la injerencia o la acción del oleaje sobre las costas, especialmente en tormentas”.
Los médanos son fundamentales en esta cadena natural. Reservorios sedimentarios que responden ante una tempestad. “Una serie de violentas tormentas o temporales locales sobre un período de tiempo corto pueden resultar en una severa erosión de la costa. Esto es debido a que los procesos naturales de protección no han tenido tiempo de reconstruirse entre tormentas. Inclusive, algunas veces la recuperación total de la playa no se produce, debido a que la arena se deposita demasiado lejos de la costa como para ser restituida por las olas normales que mueven el material hacia la costa”, advierte el doctor en Geología e investigador del Conicet, Germán Bértola.
Acciones y reacciones
Según el Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario (IGCyC), en el partido de General Pueyrredón se pierden entre 0,7 y 1,3 metros de costa por año, mientras que en Mar Chiquita también se registra un intenso retroceso de la línea de costa de a un metro por año. Esta erosión no solo se produce de forma natural, se ve intensificada por las acciones de los seres humanos. “Estamos acostumbrados a hablar del mar, la playa y las dunas –o médanos– como tres elementos independientes. En realidad, conforman una unidad de contacto entre el continente y el mar, donde las energías puestas en juego son muy elevadas. Y funcionan de manera coordinada. Pero el hombre ha realizado numerosas actividades que rompen esta dinámica”, asegura Caputo.
En Monte Hermoso se evidencia el incremento de la erosión. La doctora del Departamento de Geografía y Turismo de la Universidad Nacional del Sur (UNS) Andrea Huamantinco Cisneros comenta que “aquellos que se corresponden con áreas urbanas son los más afectados con gran pérdida de sedimentos, en especial en el área del Faro Recalada. La eliminación de la primera línea de médanos, donde se asienta la ciudad de Monte Hermoso, contribuye al proceso erosivo. Los médanos son una de las principales fuentes de alimentación de sedimentos de las playas y, además, amortiguan el impacto de las tormentas en la costa”.
A pocos kilómetros se ubica Pehuen-Có, un oasis de calles de arena, eucaliptus y tranquilidad. Pero sus playas, por las que pasó Charles Darwin y que son patrimonio paleontológico gracias a huellas de animales prehistóricos, no están exentas de intervenciones humanas. Ahí realizó un trabajo la profesora e investigadora de la UNS y el Conicet, Luján Bustos. Exhibe cómo las zonas urbanizadas retrasan la recuperación de sedimentos en las playas, principalmente «donde los médanos frontales se cubren con infraestructura o bajadas perpendiculares a las playas”. En los balnearios bonaerenses existen bajadas para facilitar el acceso a la playa pero muchas, realizadas sin control ni prevención, perjudican al médano frontal. Un ejemplo de construcción sobre médanos es la calle costanera de Monte Hermoso. En Villa Gesell, toda la fila de viviendas frente al mar se compone de grandes edificios (ocupados durante tres meses y deshabitados el resto del año), justamente en la zona donde menos construcciones en altura tiene que haber.
La falta de regulación del Estado en construcciones linderas a las playas, robos de arena, intervención de médanos, aceleran el proceso. “Está comprobado que las construcciones sobre la costa, con la eventual destrucción de los médanos, generan erosión a corto y mediano plazo. Si a eso le sumamos que se roban la arena en forma manual o con camiones, lentamente nos quedaremos sin material para nuestras playas. Que haya o no arena en una playa es una cuestión de balances. Lo que entra debe ser mayor que lo que sale. Si es al revés, por causas naturales o antrópicas, tendrás erosión”, enfatiza Bértola. Y opina que el Estado «debe hacer respetar las normas de construcción de balnearios, que no haya barrios privados, edificios y urbanizaciones cerca o mucho menos sobre la costa, y crear nuevas ordenanzas que protejan y dejen intangibles las dunas costeras y las playas. Debe crear ya mismo una Ley de Costas que aún, en pleno siglo XXI, no existe”.
En el partido de General Pueyrredón, el concejal Ariel Ciano subraya que «falta una política más activa local, con campañas de concientización». Según el titular del Ente Municipal de Turismo de Mar del Plata, Bernardo Martín, el del Estado “no es un rol irresponsable, sino que se han cometido muchas cosas por ignorancia” y acota: “Tenemos que aprender y trabajar siempre con el recurso científico, que va más allá de las especulaciones políticas, tanto de los privados como de las mismas organizaciones. Por eso, trabajamos con la Dirección Provincial de Hidráulica y con estudios de impacto ambiental”. La realidad, a la vista de cualquier visitante, es que cada vez hay menos playa. Y eso tiene consecuencias. «
La presión inmobiliaria, y la ley de Costas no sale
Un aporte a la solución del problema (que nunca será sencilla ni a corto plazo) viene asociado a la Ley de Costas, una propuesta que hace años se sigue posponiendo. “Las distintas organizaciones todavía no se ponen de acuerdo. Nosotros somos una de las que más estamos incentivando que haya un proyecto de ley de costas serio, tanto a nivel provincial como nacional, que pueda abarcar toda la costa de Argentina”, remarca Mariano Gemin, referente de la organización En Defensa de las Playas Públicas, la cual planteó en su momento como ejes principales: limitar las concesiones de balnearios y adecuar las existentes acorde a las características de la playa y su propia dinámica; prohibir construcciones con materiales pesados para estructuras y servicios de esos balnearios; prohibir la construcción de escolleras tipo «T» y la extracción de arena de médanos; generar áreas de reserva forestal o dunícola y reconstituir el daño ambiental de la albufera de Mar Chiquita, entre otras cuestiones que se enumeran en su borrador.
Actualmente, existe el Decreto-Ley 8912/77 de Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo que fue sancionado en octubre de 1977 durante la dictadura cívico-militar. Tanto las organizaciones ambientales como los estudios científicos apuntan a una ley que aborde la problemática costera y que no resulte un mero paliativo temporal. “Hace muchos años que se ha intentado en distintas oportunidades obtener una ley de manejo costero en la provincia y ha sido imposible debido a las enormes presiones inmobiliarias que existen. Todos sabemos que es muy lindo y nos gustaría disfrutar de una casa frente al mar, el problema es que esto tiene costos altísimos que se van a incrementar con el tiempo, que van a ser muy complicados de resolver”, sentencia Ricardo Caputo, de la UNLP.
El refulado, una «solución» en Mardel que genera críticas
Una de las actividades que realiza el partido de General Pueyrredón, cuya cabecera es Mar del Plata, es el «refulado», que consiste en extraer arena del mar y depositarla en las playas. «Se está haciendo un refulado anual en Playa Grande sembrando arena, y en las playas del norte lo que se hizo fue todo bajo el asesoramiento de la dirección hidráulica de la provincia, el alisado de otras playas y el traslado de arena, donde se acumula mucha hay lugares donde se ha perdido», resalta Bernardo Martin, titular del EMTUR.
Sin embargo, la propuesta del refulado genera algunas controversias. «Es una obra multimillonaria, hablando en dólares, que la provincia no tiene, que los empresarios de los balnearios tratan de impulsar para que lo financie el Estado, obviamente con fondos públicos, pero en realidad es para proteger intereses privados ya que es bastante inviable y es una solución que a corto plazo genera resultados positivos pero a largo plazo, no», denuncia el referente de la organización En Defensa de las Playas Públicas, Mariano Gemin.