La revista Billiken estuvo estos días en el centro de la polémica por su última tapa, dedicada al 12 de octubre.
Las discusiones respecto de la fecha son muchas. Día de la raza, fue el conmemorativo durante muchos años. En 2011, pasó a Día del respeto a la diversidad cultural. ¿El motivo? La primera denominación, decretada por Hipólito Irigoyen en 1916, tuvo la intención de reafirmar a España como la madre patria, ante el avance de la influencia estadounidense. En 2011, con otro decreto, Cristina Fernández de Kirchner modificó el sentido de la conmemoración, con una mucho más cercana al espíritu del artículo 75 de la Constitución Nacional, que reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos originarios.
Algunos líderes latinoamericanos han tenido una postura muy radical en torno a estas reivindicaciones. En 2002, el fallecido líder bolivariano Hugo Chávez modificó en Venezuela la conmemoración por Día de la Resistencia Indígena, al tiempo que criticó a España por celebrar el genocidio más grande de la historia.
En el marco de estas nuevas lecturas sobre la fecha, la tapa de Billiken quedó fuera de foco. A simple vista, desde la imagen (que ilustra este artículo) se refuerza un mensaje acerca de la distinción entre lo civilizado (vestido y que llega con cierta figura de salvación) y la barbarie (desnuda y dispuesta, sumisa). Se muestra a ambos sonrientes, felices de ese encuentro. Pareciera que el desafío es dejar en claro que no fue un encuentro negativo, en lugar de poder invitar a la reflexión acerca del avasallamiento de derechos de quienes poblaban nuestras tierras. Al naturalizar la idea del encuentro entre dos mundos, se permite dejar de pensar ese encuentro en términos de igualdad de derechos. Si son de otro mundo, son otra humanidad. Por otra parte, llama la atención cómo el personaje americano representa un colectivo y el español representa a un individuo. En el mismo sentido, la presencia de un árbitro es también llamativa. ¿Se busca plantear la escena como un juego; como un partido amistoso? ¿A quién representa ese réferi?
Las críticas no tardaron en llover; algunas, muy duras. A modo de respuesta, Nahuel Machesich, trabajador de la revista, escribió un largo descargo en Facebook, a título personal. En el mismo, reconoce que la tapa no es la mejor que hicimos y la crítica es entendible, justificada y bienvenida. Hicimos la autocrítica y estaremos más atentos la próxima vez. Luego, agrega: Dicho esto, también digo que no me parece una portada grave. Grave -o al menos, preocupante- me parecieron algunas opiniones, con referencia a las críticas más feroces.
La cosa es más simple continua-. Somos trabajadores y le erramos. No es tan difícil y no hace falta tanta paranoia intelectual ni política. No hay un señor gerente en las oscuridades de la editorial que tiene el teléfono directo con la Casa Rosada, desde donde nos imponen las ideas de derecha y fascistas para elegir los dibujos y los títulos. Fue una equivocación en el fragor de un día de cierre. No una conspiración ideológica.
Machesich invitó a leer la revista, se despegó del preconcepto que coloca a Billiken como una voz conservadora y remarcó que hemos abordado cuestiones que muchos de los que hoy critican ni se esperarían encontrar en el manual escolar más progresista.
Finalmente, dijo que pueden seguir dándose manija con la mala tapa de Colón o intentar indagar un poco más sobre la revista actual y los trabajadores que la hacen.