El gobierno nacional y el juez Claudio Bonadio lograron lo que se proponían: que sea leída como positiva una noticia que lo es a medias. El fallo del Tribunal Oral Federal I que ordena al Ministerio de Salud distribuir en instituciones el contenido del kit del plan Qunita ideado y aplicado durante la gestión de Cristina Fernández con el objetivo de erradicar la mortalidad infantil, excluye de la entrega a la cuna y el saco de dormir, justamente los dos elementos apuntaban a reducir las muertes súbitas de lactantes, el 50% de las cuales se debe al colecho. A la vez, dispone la entrega a las instituciones o entidades que los precisen con mayor premura, cuando el sentido original del programa Qunita apuntaba, además de evitar el colecho, a garantizar que las beneficiarias mujeres que percibían la Asignación por Embarazo y carecían de cobertura social cumplieran con los cinco controles durante la gestación
Ninguno de estos objetivos siguen vigentes porque desde el día uno de la gestión macrista se decidió dar de baja el plan, al amparo de un causa que tramitaba Bonadio, el magistrado que en septiembre de 2016 llegó a ordenar la destrucción de los 60 mil moisés y sacos de dormir en el marco de la causa en la que procesó al ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández y a otros veintitrés ex funcionarios y empresarios por supuestos sobreprecios y direccionamiento en la licitación del plan. Una de las impulsoras de la denuncia fue la hoy precandidata a diputada nacional de Cambiemos, Graciela Ocaña. El rechazo que produjo la medida fue tal, que luego el magistrado derivó la responsabilidad de reutilizar o no los materiales del Plan Qunita al Ministerio de Salud, contradiciendo la decisión que había firmado un mes antes.
Bonadio se basó en un informe del doctor Alejandro Jenik, uno de los neonatólogos argentinos de mayor prestigio internacional, que advertía que la bolsa de dormir era muy riesgosa para un bebé de 9 kilos y podría provocar sofocación mecánica y estrés térmico si se utilizaba inadecuadamente. El propio gobierno de Cristina Fernández había solicitado un informe al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) que, entre sus observaciones, jamás sugirió la destrucción de las cunas ni sacarlas de distribución.
Tiempo Argentino publicó en esa fecha una nota en la que advertía que las cunas cumplían en realidad la función de un moisés y que habían sido confeccionadas para los primeros seis meses de vida, tal como lo indicaban las recomendaciones que acompañaban el kit. El propio Jenik rechazaba en ese artículo la quema de los moisés y pedía formar un equipo interdisciplinario para mejorarlos.
La ex jefa de Neonatología de la Maternidad Sardá, Alicia Benítez, había advertido que en la línea 0800 del Qunita hasta noviembre de 2015 se recibieron 19.848 llamados y no se registraron situaciones de riesgo.
El fallo del TOF I viene a reparar parcialmente la pérdida de un programa que se había inspirado en uno aplicado en Finlandia y hoy funciona, por ejemplo, en Nueva Jersey, Estados Unidos.
De prosperar la orden del tribunal, el Ministerio de Salud deberá distribuir los restantes elementos del kit: un juego de sábanas -con un acolchado, y un toallón -; indumentaria para el recién nacido (dos conjuntos enteros de manga larga, dos de manga corta, dos pantalones, dos pares de medias, un gorro, un abrigo polar, un par de escarpines y un necesaire) y para la mamá. También un bolso cambiador con artículos de higiene para la madre y el recién nacido -termómetro digital, algodón, crema de caléndula, crema hidratante, protectores mamarios y preservativos-; un porta bebé y otros elementos de uso cotidiano, como chupete, babero, mordillo, sonajero y juguetes para los primeros meses; un libro de cuentos y una guía de cuidado para la mamá y el bebé.
Por el momento, las cunas y las bolsas de dormir no se distribuirán: la justicia ordenó que se realicen informes técnicos complementarios para cubrirse luego del fallo de Bonadio que las consideró riesgosas.
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