El jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, anunció que finalmente la policía local va a poder hacer uso de las 60 armas de descarga eléctrica que esperaban la aprobación de la ANMAT desde el año 2019. Con esta medida, la Ciudad de Buenos Aires repite la misma respuesta de los últimos años: aumentar el aparato punitivo del Estado.
Las policías en nuestro país muestran un grave problema de uso de la fuerza. Ese problema se observa cuando usan las armas de fuego, cuando usan armas con municiones de goma y cuando atacan con sillas a una persona en situación de calle para lograr su detención. La misma (falta) de suerte se podría correr con estas armas.
Las pistolas Taser son armas menos letales, eso quiere decir que su uso puede provocar graves daños en la salud y también causar la muerte. La experiencia internacional evidencia que este supuesto de menor lesividad conduce a usos indiscriminados, atropellando así a los principios de uso de la fuerza que deben ordenar la intervención policial.
Por ejemplo, un estudio realizado por Amnesty International en los EE.UU. mostró que de 334 personas muertas por el uso de las Taser entre 2000 y 2007, sólo 33 portaban armas y 4 tenían armas de fuego. Es decir, más del 90% de las víctimas fatales estaban desarmadas.
A propósito del uso extendido y del daño que provocan, Naciones Unidas publicó una serie de directrices que deberían guiar las reglamentaciones internas de los países. Allí se pone una especial alarma sobre las afectaciones que su uso puede provocar en embarazadas, en personas con signos de intoxicación por alcohol o drogas, con padecimiento mental, con contextura muy delgada y adultes mayores, entre otros casos.
Las pistolas eléctricas no deberían utilizarse contra personas situadas en lugares elevados debido al riesgo de que se produzcan lesiones secundarias y tampoco deben ser apuntadas a la zona del pecho cerca del corazón, ni otras zonas sensibles del cuerpo como el rostro o los genitales.
El Gobierno de la Ciudad propone la utilización de las pistolas Taser, pero no explica en qué casos se utilizarían y si reemplazarían a las armas de fuego, ya que es esa la única manera en la que se lograría reducir la respuesta violenta de las policías.
Tampoco se informó sobre protocolos de uso, las capacitaciones que deberían recibir los policías y los controles que debería implementar el Ministerio de Seguridad de la Ciudad para auditar su uso. Antes que discutir la incorporación de más armas, lo que debería estar en discusión es el modelo integral de uso de la fuerza de las policías. En un modelo que promueve el uso excesivo de la fuerza, cualquier arma puede ser un problema, aun las “menos letales”.