Si bien se trata de celebraciones diferentes, los orígenes de la Pascua cristiana están relacionados con el Pésaj o Pascua Judía.

El valor de ambas celebraciones convergen en un mismo núcleo que comprende la muerte (en tanto parte del proceso vital de regeneración), la redención y la libertad como premisas básicas. Las dos encarnan, a su vez,  un nuevo comienzo.

Pascua

Del hebreo Phasesignifica pasotránsito “el Paso del Señor”.

Según la Biblia, Jesús presidió la Última Cena en tiempos de Pésaj, lavó los pies de los discípulos en un gesto de humildad y servicio. En esa celebración se instaló la Eucaristía. Luego aconteció la traición de Judas, la captura de Jesús por los romanos, la crucifixión y la posterior resurrección.

La Pascua recuerda tanto la pasión y muerte de Cristo como máxima expresión de amor y su resurrección como manifestación suprema de su poder.

Los símbolos de Pascua, en efecto, guardan relación con la fertilidad y  el renacer de la tierra, el Huevo alude al inicio de la vida. La luz del Cirio, a la resurrección. Las flores representan la alegría por su redención.

Foto: Santiago Pandolfi

Pesaj

Durante el Pésaj se conmemoran  dos acontecimientos en la historia del pueblo de Israel:

  • La protección otorgada por Dios al pueblo judío ante la décima plaga enviada a los egipcios.
  • La liberación del pueblo hebreo del “cautiverio” que culmina con el “Éxodo”

El seder (comida ritual) se inicia con  un canto de bendición “kiddush”. En Pesaj se incorporan alimentos que representan pasajes de la historia. Pan ácimo (matzoh),  dado que en el éxodo los judíos no tuvieron tiempo de fermentar el pan. “Karpás” o vegetales que  se sumergen en agua salada para recordar las lagrimas de la esclavitud. Las hierbas amargas “Maror” representan la tristeza de la dominación. “Zeroa” o hueso de pierna de cordero, conmemora el sacrificio y la disposición del pueblo a aceptar las normas divinas.  El “Beitzá” huevo duro, símbolo de fortaleza, puesto que al ser cocido, se consolida y se vuelve más resistente. El “Jaroset” pasta dulce hecha de manzanas, vino y frutos secos, simboliza el barro que los israelitas esclavos usaron para construir los ladrillos en el antiguo Egipto.

Las “cuatro copas” representan las expresiones de redención utilizadas por la Tora referidas al Éxodo.

  • Copa de la salvación “Os  sacaré de los duros trabajos”. La libertad en su nivel más básico radica en  poder decidir sobre el propio cuerpo y la energía física desde lo más instintivo. La opresión y el confinamiento impiden la capacidad de iniciativa, el despliegue del deseo, la posibilidad de afirmarnos en nuestra individuación.
  • Copa de la liberación “Os liberaré de la esclavitud”. Refiere a la potestad de crear un pensamiento propio.
  • Copa de la redención “Os redimiré”. Apunta a la independencia. En términos emocionales, muchas veces priorizamos la permanencia dentro de un escenario conocido por desfavorable que resulte, frente al desafío que impone la  libertad y la responsabilidad que implica su ejercicio.
  • Copa de la alabanza “Os haré mi pueblo”. Remite a la construcción de los vínculos, la capacidad de consideración hacia el prójimo y hacia nosotros mismos. Sugiere además la  importancia de encontrar un objetivo que direccione nuestro accionar de conformidad con el sentir puesto que no hay libertad sin voluntad propia.
Foto: MENAHEM KAHANA AFP

Significar Pesaj y Pascua en el contexto actual de los planetas.

Como en el cielo, así en la tierra. La fecha de celebración de Pascua se corresponde con el domingo siguiente a la primera “luna llena” después del equinoccio de primavera (otoño en nuestro hemisferio). En consonancia, la celebración de Pesaj comienza el día 14 del mes hebreo de Nisán, la noche de luna llena después del equinoccio. En 2023 se extenderá este año entre el anochecer del 5 de abril y el 13 de ese mes.

Más allá de la correspondencia del calendario, bastaría con aguzar los sentidos para percibir la armonía entre el cielo y la “sensación térmica” que nos habita en estas fechas. Cierta coherencia vibracional que trasciende el valor religioso.

Así, el alma del seder invita a expandir una mirada genuina hacia nosotros mismos. La esencia ácima de la matzoh nos mueve a despojarnos de disfraces. Marchar hacia el “Mar Rojo” interior que nos conforma, sumergirnos en el caudal de sus aguas, permanecer en el curso medio, aceptar nuestras limitaciones y compadecernos. Incluir la potencia de su pendiente para liberar los temores. Confiar en su cauce, entregarse a su flujo. Explorar otras orillas, hacerlas propias. Reconocernos habitantes de nuevos “territorios”, fluir en el despliegue de la vida al transitarlos. Abrazar la propia búsqueda como antídoto contra la sujeción. Ser “hueso” en el caldo donde se funde el dolor del prójimo. Renovar ideas y actualizar el sentir, desplegar la exorbitancia.

El equinoccio en sintonía con estas celebraciones, inauguró un nuevo ciclo vital que se monta en el vigor ariano e impulsa una profunda reformulación individual y colectiva. Plutón en Acuario, potencia la necesidad de soltar viejas estructuras y habilita el despertar de la conciencia. Nos dispone a comprender que somos parte de un tejido vincular y que la única transformación posible es en RED. Abrir el lecho a nuevas corrientes ideológicas que emerjan del intercambio. Renovar  la concepción del poder,  la conformación de la estructura social, la distribución de recursos. Con Saturno en Piscis, es tiempo de evidenciar que el bienestar reside en el corazón. Que es urgente la búsqueda de una ascensión en sentido espiritual. La Luna Llena en Libra de Pesaj,por su parte, enciende el reflector sobre nuestras relaciones y el modo en que nos vinculamos. Abrela posibilidad de reconocer además, la diversidad de personajes que conforman nuestro ser, en tanto la amplitud  de conciencia disminuye la polarización.

Ojalá podamos oír la cadencia del “Kiddush” desde la partitura astral. Su sinfonía quizás nos ofrezca una especie de intuición que descarte las quimeras. Y vivenciar el espíritu universal creador. Un todo del cual somos parte.