Los jueces Sabrina Namer, Patricia Mallo y Pablo Laufer condenaron a Claudio López Rossi, de 54 años, a prisión perpetua por el femicidio de su ex esposa, Elke Yvars Beck. En línea con lo que había solicitado el fiscal Carlos Gamallo, el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº20 consideró que el abogado fue responsable de los delitos de homicidio doblemente agravado por haber sido cometido contra su ex cónyuge y por femicidio por haber sido cometido por un hombre mediando violencia de género y desobediencia a un funcionario público. Los fundamentos de la sentencia se conocerán el próximo 12 de junio.
El 15 de diciembre de 2015, el abogado López Rossi ingresó por la cochera al edificio donde vivía su ex esposa y su hijo, sobre la calle Amenábar, en el barrio de Belgrano. Lo hizo a pesar de que tenía una prohibición de acercamiento ordenada por un juzgado civil. Subió hasta el sexto piso y esperó que Elke saliera del departamento junto al pequeño para ir al colegio. Cuando fue hasta el ascensor, el acusado salió por detrás de una puerta y comenzó a apuñalarla.
La mujer de 50 años recibió entre 40 y 50 lesiones en todo su cuerpo: las más letales fueron las que le alcanzaron el corazón y el pulmón. Al ver la situación, el niño corrió por las escaleras para pedir ayuda. Cuando encontró a uno de los encargados, le dijo: mi papá está matando a mi mamá. Lopez Rossi intentó escapar: fue hasta la cochera y quiso salir con su auto, pero fue detenido por la Policía. En el vehículo se secuestraron el cuchillo, un par de guantes con sangre y el control remoto de la cochera.
Durante sus últimas palabras antes de veredicto, el hombre culpó a la víctima por el femicidio: Ella no toleraba el amor que yo tenía por mi hijo así que sepan comprender lo que me tocó padecer. Luego, agregó: No estaba en mis cabales y no lo estuve en ese momento. Dijo que lo único que hizo fue cumplir con su deber de esposo, de cuidarla y mantenerla.
Calificó de falsa denuncia a la primera presentación por violencia de género que hizo Elke, ya que la consideraba como parte de una estrategia para lograr el divorcio. El divorcio plantea la destrucción de la familia: excluir a un padre de la casa por una simple denuncia es un camino totalmente equivocado, se explayó. Las marchas que hay hoy en día no saben interpretar el valor de la familia, indicó con respecto a la marcha que se realizó bajo la consigna Ni Una Menos este último sábado 3 de junio. Para terminar, le pidió su absolución al Tribunal y que tuvieran clemencia por su hijo ya que contó que su único deseo era reencontrarse con él.
La situación se dio después de años de maltrato y muestra el odio que tenía hacia la víctima sólo por el hecho de ser mujer, destacó Gamallo durante su alegato. Marcó la particularidad del hecho: que el testigo principal haya sido el hijo de ambos, a quién consideró otra víctima del accionar de López Rossi. El chico vio y vivió el maltrato que sufría su madre, manifestó, y agregó que el nene dijo que su mamá no aguantaba más, que el padre le gritaba mucho y que tuvo que ir la policía para sacarlo de la casa.
Elke era manipulada por el miedo que le generaba López Rossi. Le revisaba la agenda, la seguía, le marcaba los horarios que tenía que hacer, detalló Gamallo. Puso como ejemplo la denuncia que hizo la mujer en la OVD, donde cuenta los episodios de violencia física y psicológica que sufrió: la trataba de loca; le revisaba los cajones y el celular; le gritaba enfrente del niño; y hasta le pegó con un hierro en la cabeza.
El relato de la víctima hizo que las profesionales de la Oficina calificaran la situación como de riesgo psicofísico alto. Hay una manifestación clara de misoginia y del odio a la mujer que tenía López Rossi, recalcó. Para Gamallo, López Rossi sabía y conocía lo que estaba haciendo y su odio quedó reflejado al momento del homicidio. Incluso, destacó otra frase que dijo al momento del ataque: que su hijo era suyo. Esa idea de apropiarse de algo como si fuera una cosa, lleva a que si esa cosa no hace lo que quiero, la puedo matar, consideró.
Para la Fiscalía, el femicidio no se trató de un arranque de furia sino que fue totalmente planificado. Consideró que la situación era particularmente grave por la circunstancia de control y violencia de género que ejercía el abogado; que el testigo principal del hecho fuera su hijo, al cual dejó sin madre y el trauma que va a tener que atravesar el pequeño.